Después
de haber perdonado a Álvaro por el semejante pollo que montó, me
dijo de ir a cenar. Era viernes y yo me iba el sábado por la mañana,
temprano y él también.
-Chicos,
nosotros nos vamos. -Dijo Álvaro mientras se despedía de los demás-
Te cojo las llaves del coche Dani.
-¡Vale!
-Dijo Dani desde la cocina-
-Adiós
-Nos dijeron los demás-
Subimos
al coche y Álvaro empezó a conducir. No quería irme, no quería
que se fuera.
-¿A
donde vamos?
-Ya
lo veras amor. -Sonrió y bufé-
Pasó
como media hora hasta que aparcamos, en el parking solo había
coches, no se veía nada más. Me tapó los ojos con un pañuelo y
tuve que ir guiada por él.
-Hola.
¿Que desean? -Preguntó el recepcionista-
-Hola,
venimos a comer.
-¿Tienen
mesa reservada?
-Si,
Álvaro Gango
-¡Oh!
Pasen por aquí.
Supongo
que el recepcionista nos guió hasta la mesa. Una vez allí, Álvaro
me destapó los ojos, pero me dijo que mantuviera los ojos cerrados y
así hice. “Abrelos” Me susurró. Abrí los ojos lentamente y me
topé con una rosa delante mío. Sonreí. Al coger la rosa, vi la
preciosa vista del restaurante. Se veía todo Madrid, se veía Madrid
bañada de luces.
-Impresionante.
-Le miré- Esto es impresionante Álvaro
-Sabía
que te iba a gustar -Sonrió-
Nos
sentamos y, en mi plato había una caja chiquitita, miré a Álvaro y
este no paraba de sonreír. ¿Es que nunca dejaría de sorprenderme?
Abrí la caja y vi dos anillos plateados, uno más grande que el
otro. Le miré. Contemplé los anillos y estos tenían un grabado por
dentro. “Por un sin fin” y nuestras iniciales. Le miré
otra vez y le sonreí.
-Esto
es para que veas, que aunque estemos los dos separados, siempre te
llevaré conmigo. -Se levantó y cogió la caja- Quiero que, al ver
tus manos y al ver este anillo, te acuerdes de mi cada día. -Me lo
puso- Se que va a ser difícil estar uno sin el otro, vete tu a saber
cuanto tiempo. Pero prometo –Me miró y suspiró- prometo que la
distancia no será un obstáculo en nuestra relación. -Sonrió-
No
dije nada. Me quedé mirándolo con una sonrisa de bobalicona. ¿No
podía ser más perfecto? Me levanté y le besé. ¿Que aré yo sin
ti amor mío? ¿Podré superar la ausencia? ¿Podremos superarlo?
¡Claro que si! Nosotros podemos con esto. O eso creía.
El
camarero vino y nosotros escogimos menú, Álvaro, para acompañar a
la comida pidió una botella de vino tinto.
-¿Ya
habéis empezado a mirar los pisos? -Negué- Y eso?
-Pues
verás, mi padre me ha dicho que nosotros tenemos un piso en el
centro de Madrid y que es bastante grande, así que mañana cuando
vaya, supongo que me dará las llaves del piso. -Se me quedó
mirando- ¿Que me miras tanto?
-Pues,
que no voy a ser capaz de aguantar. -Suspiró- Si no puedo estar
separado de ti dos horas... ¿Como lo voy a estar meses?
-Haremos
que eso sea posible. -Le miré- Tranquilizate. Si no consigo trabajo,
puedo ir a verte los días que quieras.
-Intentaré
escaparme, para venir a verte.
-Eso
lo haría aún más excitante -Álvaro se rió- ¿No crees? -Le guiñé
el ojo-
-Demasiado.
Oye, que te parece si hacemos una foto, aprovechando estas vistas?
Me
coloqué encima de Álvaro, y nos echamos unas cuantas fotos.
Entrelacé la mano donde se encontraba mi anillo con la que se
encontraba el suyo y las levanté, Álvaro me miró extrañado pero
me hizo caso. Disparó y la verdad que la foto había salido bastante
bien. Y como no, al Twitter fue directa. “Pasando las ultimas
horas con mi niña. Nos vemos pronto!”. El camarero nos trajo
la comida, empezamos a hablar, sobre cuanto duraría la gira, los
conciertos que tenía, las firmas... ¡No iba a tener ni siquiera un
segundo para estar solo! Luego, me preguntó por mi, y se disculpó
por no poder ir a la cena. “No pasa nada, puedo zafarme yo sola”
le dije mientras sonreía. No sabía que iba a pasar exactamente en
Jaén, no sabía lo que tenían preparado para mi. Comimos entre
risas y entre algún que otro beso. Álvaro pago. ¡Que cabezota!
Odiaba demasiado que me pagaran las cosas, podía conmigo. Cuándo
volvimos al coche, Álvaro me pidió que volviera a taparme los ojos.
¿Otra sorpresa? Pensé. Hice caso y me tapé los ojos. Estuvimos
bastante tiempo en el coche.
-¿Donde
me llevas? ¿Porqué tanto misterio?
-Ya
veras amor. Tu solo relajate y confía en mi.
Yo
asentí. Noté como Álvaro sonrió. A la hora de viaje, Álvaro paró
el coche, estaba impaciente por bajar. Me abrió la puerta y me ayudó
a salir. Me agarré a él ya que no veía ni un comino. Álvaro pasó
su brazo por mi cintura y me pegó a él. Empezamos a andar, todo era
piedras, hasta que me advirtió de que íbamos a subir un par de
escalones. El suelo se volvió plano, y un poco resbaladizo. Había
mucho ruido y escuche como Álvaro pronunciaba su nombre y le decían
un número. ¿Donde estábamos? Entramos en un ascensor.
-Te
voy a sacar la venda, pero tienes que seguir con los ojos cerrados.
¿Vale?
-Si.
¿Donde estamos?
-Ahora
mismo lo vas a descubrir -Sonrió-
El
ascensor se paró, y Álvaro comenzó la marcha, volví a agarrarme a
él y empezó a caminar por un largo pasillo. De pronto se paró y se
escucho un pitido, como el de una típica tarjeta habitación de un
hotel.
-Vale,
cuándo yo te diga. Abre los ojos ¿Vale?
-Vale.
Álvaro
encendió la luz. Mmmm que olor más rico venía. “Abre los ojos”
Me dijo, y le hice caso. Miré a mi alrededor, era una bonita
habitación. Álvaro me cogió de la mano y de llevó hasta donde se
suponía que estaba el salón. Allí, había un circulo lleno de
rosas, rosas de todos los colores. Todas esas rosas hacían un olor
tan magnifico... Miré a Álvaro con impresión. ¡Era realmente
romántico!
-¿Cuando
has echo esto?
-Hoy.
-Sonrió- ¿Te gusta?
-Me
encanta -Le sonreí- Es lo más romántico que me han echo en toda mi
vida. -Le abracé- Muchas gracias -Le besé-
-No
hace falta que me las des amor. Por ti hago esto y mucho más.
-Sonrió-
-Todas...
¿Todas estas rosas son para mi? -Me quedé con la boca abierta y
Álvaro asintió.-
-Toda
y cada una de ellas -Le miré-
-Pero...
hay muchas!
Olí
la rosa que Álvaro me dio en el restaurante. Álvaro puso sus manos
en mi cintura y me acercó a él.
-Todas
estas rosas son para ti, simbolizan todos los momentos que hemos
pasado juntos, los buenos como los malos. Prefiero quedarme con los
buenos. -Me dijo en la oreja- aunque también he contado los malos
por el simple hecho de que estabas tu en ellos. Estas rosas también
simbolizan las veces que pienso en ti, lo importante que te has
vuelto para mi y sobre todo, lo muchísimo que te quiero.
Cada
palabra que decía, me emocionaba más y más. Los ojos se me
empañaron y sonreí como una boba. ¿Como podía ser tan bueno y tan
romántico conmigo? Sin duda es la sorpresa más romántica que me
han echo en toda mi vida ya que. Andrés solo tenía un detalle
conmigo los días puntuales.
-Quiero
que sepas, amor, que no dejo de pensar en ti, que daría mi vida por
ti si hiciera falta, y que eres lo mejor que me ha pasado en esta
vida. Quiero que sepas, que, aunque me enfade por cualquier tontería,
te riña o te trate mal... quiero que sepas que lo hago por que te
quiero. Se que a veces puedo cagarla, se que puedo perderte por culpa
de mi comportamiento y de mi orgullo, pero con esto, quiero que
sepas, que aunque miles de kilómetros nos separen cada día, no
dejaré de pensar en ti, no dejaré que la distancia se cruce entre
nosotros, no me daré por vencido.
Álvaro
no tardó ni una fracción de segundo en enganchar sus labios con los
míos una vez tras otra. Le miré y me mordí el labio inferior.
Volvió a ajuntar nuestros labios y apretó la punta de su lengua
contra mi labio inferior, pidiéndome la entrada. Beso tras beso, me
llevó hasta la cama. Sentí sus manos presionar contra mi pecho
mientras me empujaba con suavidad hacia abajo, por lo que quedé
tumbada en la cama mientras él estaba encima de mi, sus labios nunca
se desprendían de los míos. Agarré su cintura antes de dar una
vuelta rápidamente, por lo que ahora me tocaba a mi estar encima de
él. Me hice una coleta, a la mierda los rizos y a la mierda el
planchado. Empecé a besar hacia abajo de sus labios pasando por su
cuello, empecé a hacerle lo mismo que me hacía a mi, pero esta vez,
usando mi lengua y los dientes, como resultado, se escuchaba el
dulce sonido de sus gemidos que salían de su boca. No hace falta
decir, que se veía tremendamente sexy y que, cuando acercaba su boca
a mi oreja para gemir, me volvía loca. Volviendo a sus labios,
comencé a besarle una vez más, lamiendo su labio inferior mientras
que mis manos estaban ocupadas en tocar su dorso y desabrochar
lentamente esa camisa que tanto me molestaba. Abrió la boca y
deslicé mi lengua contra la suya, ya que ambos empezamos a luchar
por ese dominio completo. Deslizó sus manos alrededor de mi espalda,
trasladándolas mas abajo para agarrar mi culo e lentamente fue
subiendo mi vestido. Álvaro se incorporo pero en ningún momento
dejó de besarme, cosa que hizo que quedásemos a horcajadas. Empezó
a hacer un camino de besos, comenzando por mi boca, siguiendo por mi
comisura, por el cuello hasta llegar a la oreja. Allí empezó a
lamer y a morder, mientras que yo me limitaba a gemirle en el oído.
Podía notar que, en cada gemido que soltaba, su intensidad de morder
y chupar era aún más fuerte. Volvió a deslizar sus manos por mi
espalda, pero esta vez para sacar el vestido de mi cuerpo. Dirigí
mis manos hacia la parte superior de su cabeza, tirando de su
cabello, pude escuchar su gruñido.
Gimiendo, me dio un apretón de culo que hizo que me sobresaltara.
Volvió a coger él el comando, y quedé debajo suyo. Volvió a
dirigir su boca hacia mi cuello, mientras lo chupaba. Estaba que ya
no podía más, necesitaba tenerle dentro, hacerlo ya.
Se alejó,
cosa que hizo que me quedara mirándolo y él solo se limitó a
sonreír, bajó su cabeza hacia abajo, mientras acariciaba mi cuello
y colocaba varios besos, entonces, me hizo gemir aún más fuerte que
antes. Apreté mis piernas contra él, mordió mi cuello y
automáticamente mi espalda se arqueó cosa que hizo que Álvaro
aprovechase para sacarme el sujetador. Volví a coger yo la
iniciativa y me coloqué encima suyo. Mientras dirigía mi boca hacia
su cuello, mis manos se dirigían al botón de su pantalón,
intentando desabrocharlo, mi boca chupaba y mordía su cuello
mientras que la respiración de Álvaro era más profunda. Logre
sacarle los pantalones, junto con su bóxer e inmediatamente Álvaro
se puso encima mío y me sacó las bragas mientras repartía besos
por todo mi cuerpo. Las lanzó lejos de nosotros y me miró. Mi cara
expresaba todo. Álvaro rasgó el paquete plateado y a continuación
se puso el condón. No podía dejar de mirarle con cara divertida, ya
que el pobre, estaba desesperado. Volvió a tirarse encima mío con
cuidado. Los movimientos empezaron a iniciarse, apretó sus labios
contra los míos, empujándose más contra mí, otro gemido procedió
entre nosotros. Álvaro aumentaba cada vez más la intensidad. Sus
labios estaban colocados en mi cuello de nuevo. Un suspiro mezclado
con gemido salió de mi boca, nada más pensar que ya tendría un
chupetón ahí. Álvaro de repente paró y le miré, necesitaba coger
aire, así que aproveche para que diésemos la vuelta y quedara yo
encima de él, para poder acabar el trabajo. Empecé a moverme cada
vez más rápido contra él, me sentía venirme, casi llegando al
punto y final.
-No
pares... -Gimió Álvaro-
-No...
No lo voy a hacer
Con
unos cuantos golpes más, me liberé en cuestión de segundos a
medida que gemíamos al unisono y me dejé caer a su lado de la cama.
Álvaro pasó una mano por mi cuello y me arrimó hasta él, puse mi
cabeza en su pecho que, no dejaba de subir y bajar
descontroladamente.
-¿Sabes
que? -Preguntó Álvaro al lado de mi oreja, con un tono realmente
sexy.
-¿Que?
-Le miré-
-Acabas
de dejarme echo trizas -Rió-
-Pues
entonces descansa -Dije mientras mi dedo se paseaba por su pecho-
Mañana va a ser un día largo y muy duro. -Le besé-
-Te
amo mi princesa. -Sonrió- No sabes cuanto.
-Te
amo también, mi príncipe -Sonreí y me tapé con la sabana-
No hay comentarios:
Publicar un comentario