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martes, 27 de agosto de 2013

Capitulo 50



Había pasado una semana. Los mareos se habían ido y me encontraba bien. La boda de mi padre se acercaba y con Álvaro habíamos decidido ir dos días antes de la boda para ayudar con los preparativos. La casa de mis abuelos había gente subiendo y bajando. Nadie estaba quieto. En la cena aprovechamos para decir la noticia y se lo tomaron bastante bien. El día antes de la boda, Cloe estaba estresada, no paraba de gritar y mandar poner las cosas donde ella quería. El banquete lo iban a hacer en casa de mis abuelos ya que era un jardín bastante grande. Estuve ayudando a decorar el centro de las mesas con unas flores demasiado preciosas. Me tenían enamorada.


-¿Te imaginas preparando nuestra propia boda? -Dijeron mientras me abrazaban por la cintura-
-Mmmm, no quiero ser una novia loca como Cloe -Reí y me giré-
-No creo que llegues hasta ese punto.
-Quien sabe, las novias se dejan llevar por los nervios... Hasta ha logrado ponerme nerviosa y todo -Suspiré-
-Bueno, tu tranquila. Ya sabes lo que te dijo el médico, tienes que hacer el mínimo esfuerzo y al ayudar a preparar las cosas para la boda estas haciendo bastante esfuerzo... No quiero que os pase nada a ti o al bebé... Me moriría -Me mordí el labio-
-Amor, no nos va a pasar nada ¿Vale? -Le abracé- Siempre estaremos a tu lado. -Besé la mejilla- Voy a ir a descansar un poco ¿Vale?
-Vale, dentro de un rato iré yo -Sonrió-


Entré dentro de la casa y pasé por la sala de estar. Llevaba en la mano la bandeja con las tazas y la tetera. Me paré en seco cuando escuché a mi padre hablar con una mujer en la sala de estar. Estaban discutiendo sobre... ¿Mi?


-Por favor Carlos... Dejame verla -Suplicó la mujer-
-Te he dicho que no. Largate de aquí antes de que ella te vea. -Ordenó-
-No me voy a ir de aquí, no cuando por fin la encuentro.
-¿Por fin la encuentras? Oh venga Marian, sabías perfectamente donde estábamos. -Dijo con enojo-
-Carlos, ella es mi hija, tiene derecho a conocerme...
-¿Y si no quiere conocerte? Con lo inteligente que eres Marian por favor... Si Míriam hubiera querido saber algo de ti, te hubiera buscado ¿No crees?
-Pero Carlos... ¡Soy su madre!


Me quedé helada. La bandeja se me cayó de las manos haciendo ruido. Me agaché inmediatamente para recoger las tazas rotas y la tetera que hacía quedado echa añicos. Decidí levantarme y me topé con los cuatro ojos mirándome.


-¿Que haces aquí Míriam? -Preguntó Papá-
-Yo... Yo... Iba a dejar esto a la cocina pero... os escuché... No quise de verdad... -Dije nerviosa- Tengo.. Tengo que ir a echarme un rato. -Dije girándome-
-No, espera... -Dijo Papá- Creo que ya es hora de que sepas la verdad -Dijo mientras miraba a Marian-
-Yo... -Hice una pausa y miré a mi supuesta Madre-
-Por favor -Susurró la mujer-
-Esta bien -Susurré-
-Dame, yo iré a llevar eso a la cocina


Papá me sacó la bandeja de entre las manos, me quedé mirando, más bien examinando a la mujer que tenía delante, era igual que yo, más o menos, aunque sus ojos eran de un color verdoso y en su rostro se podía apreciar el comienzo de unas arrugas. La mujer se sentó en el sofá y me hizo un gesto para que me sentara a su lado. Mis nervios estaban a flor de piel. Quería saber porqué me había abandonado, porque aparecía ahora, después de dieciocho años. ¿Porque justo ahora?. Me senté donde ella me indico, esperando a que dijera algo. Pero las dos estábamos envueltas en un silencio demasiado incomodo, hasta que decidió abrir la boca.


-Yo... -Suspiró- Se que no me vas a perdonar -Me miró- Pero lo tenía que hacer, no estaba preparada. -Alcé las cejas. ¿Enserio me estaba diciendo eso?-
-Para decir eso mejor no digas nada -Hice amago de irme pero me cogió de la mano y me sentó-
-Por favor, esto no es fácil para mi.
-¿Y te piensas que para mi si? ¿Como crees que me siento al saber que mi madre está aquí después de dieciocho años? ¿Como crees que me he sentido durante todos estos años al saber que mi propia madre no me ha querido? -Dije con frialdad- ¿Quien te ha dado el derecho de venir aquí y reclamarme? ¿Te crees que te vas a salir con la tuya? Porque estás muy equivocada.
-Míriam, por favor... No me lo hagas más difícil.
-¿Hacértelo difícil? Venga ya... ¿Me estás tomando el pelo? -Dije indignada- Te lo estoy poniendo fácil, te estoy dando la oportunidad para explicarme porqué me abandonaste y lo primero que dices es que no estás preparada.
-Vale, no he utilizado las mejores palabras, pero... ¿Que quieres que haga?
-Que me digas de una vez que coño quieres. -Me estaba cabreando- ¿Porque me abandonaste? Sabías que estabas embarazada de mi, lo sabías, estabas ilusionada con quedarte embarazada y después vas y me abandonas a mi y a mi papá a la suerte de Dios. ¿Pero quien te has creído que eres?
-Tu madre. -Dijo secamente-
-No eres mi madre. Mi madre para mi murió hace mucho. -Me levanté- Ni se te ocurra volver a acercarte a mi. No quiero saber nada de tí.


Me largué del salón, estaba indignada. Le había una oportunidad para explicarse y lo único que dice es que no estaba preparada. ¿Pero de que va? Cerré la puerta con enojo, y con cuidado me tumbé en la cama, boca arriba. Miraba el techo, de allí no movía la mirada. Estaba enfadada. Alguien tocó la puerta, no contesté. Esta se abrió lentamente y la mujer volvió a asomarse.


-Oh, por favor... -Dije- ¿No te he dicho que no quiero saber nada? -Dije mientras me incorporaba- Lárgate.
-No me largaré hasta que me escuches. Tan solo escuchame.
-¿Para que? ¿Para que me digas otra vez que no estabas preparada? ¿O me dirás que fui un error? -Me miró horrorizada-
-Para nada. -Se puso al lado de mi cama- ¿Puedo? -Dijo señalando la cama y alcé los hombros- Solo quiero decirte, que, cuando me enteré de que estaba embarazada de ti, fue lo mejor que pude haber sabido. Cuando supe que estaba embarazada de ti, se lo conté a Carlos, nuestra relación se forjó más, eramos felices, sabíamos que íbamos a tener una niña, los dos juntos, algo que era fruto de nuestro amor. Se lo contamos a tus abuelos, por las dos partes. Los padres de Carlos se lo tomaron muy bien, pero ya sabes... eramos jóvenes, y apenas empezamos la universidad y no teníamos dinero, ni casa, eso no nos importaba mientras los tres estuviéramos juntos. Pero... mis padres no aceptaban la idea de que iban a ser abuelos, ponían buena cara delante de todos, pero siempre me decían que me iba a arrepentir y un montón de cosas, que me hicieron dudar en su momento. -Me miró con los ojos llenos de lágrimas- Cuando naciste, estaba contentísima, sabía que mis padres estaban equivocados, que tu serías nuestra buena suerte, nuestro motivo para luchar y conseguir sacarnos adelante pero... mis padres me dijeron que Carlos se había ido contigo, que se había largado y que me había arrebatado a mi niña. Estaba destrozada... no sabía que hacer, así que mis padres dijeron que lo mejor que podían hacer por mi era largarnos de Madrid e ir a vivir afuera. -Hizo una pausa-


“Yo acepté porque total... No tenía nada que perder. Habían pasado un par de años que me encontré con mis amigas, ellas me contaron todo. Que mis padres te habían llevado con los padres de Carlos con la excusa de que nosotros teníamos una comida y no podíamos llevarte y entonces se inventaron eso. Me cabreé mucho con ellos, les pedí que me explicaran eso, les dije mil cosas horribles y no me arrepiento de ello. ¿Como podían separar a una madre de su hija recién nacida? Volví a Madrid, en tu busca... Pero la casa que ocupaba Carlos estaba vacía. Me desesperé, no sabía donde buscarte. Años más tarde hice un viaje a Jaén, donde te encontré, por fin. Pero se te veía tan feliz, tan inocente, tan despreocupada porque no tenías madre que... me entró muchísimo coraje. Me largué. -Se secó las lágrimas-


“Sabía que si aparecía en tu vida, arruinaría tu infancia y yo no... no quería eso -Dijo entre sollozos- Se que fue el mayor error que cometí en mi vida. Debería haberme acercado a vosotros y explicárselo todo a Carlos, pero... no podía. Les venía muy felices sin mi... Juré que mis padres me iban a pagar por todo aquello... Lo que más les dolía era tener a su hija fuera de su casa, sin saber nada. Así que desaparecí. -Suspiró- Varias veces me puse en contacto con tu padre, pero él se negaba a verme... Siempre me decía que estabas bien sin ella... Intenté explicárselo, explicarle lo que los malvados de mis padres me hicieron, pero no me dejó...

“Entonces, te vi, te vi con ese chico en Mallorca, te vi en las revistas... Estabas tan grande... Estas -Corrigió- tan mayor que algo en mi pecho decía que fuera a verte -Dijo mientras se tocaba el pecho- Pasaste por mi lado varias veces y no te diste ni cuenta, eso para mi fue... me sentó como una patada en el culo, pero claro... ¿Como ibas a saber quien soy si no sabías que existía? -Suspiró- Se que diciéndote esto, no creo que me perdones durante toda la ausencia. Quería aparecer de una dichosa vez, quería tenerte a mi lado, ver como crecías, ver tus primeros pasos, tus primeros dientes de leche, tu primera palabra... Quería que crecieras junto a mi y por culpa de los desgraciados de mis padres... No pude. -Volvió a llorar- No sabes lo doloroso que es que tus padres te separen de tu hija... -Me miró- No sabes cuan difícil se me izo.. Intenté olvidarte, intenté hacer como que no existías, pero no pude... siempre estabas presente en mis pensamientos. Siempre me preguntaba que estarías haciendo, si preguntarías por mi, si sabrías quien soy...

“Pero cuando te vi tan feliz en aquél parque, algo en mi interior hizo que desapareciera. Supuse que no quería... No se. -Volvió a suspirar y se calló- Por fin he tenido el coraje que siempre me faltó para presentarme y por lo menos, tener tu perdón. Se que he tenido un montón de oportunidades para pedírtelo y para poder volver a ser una familia que tu padre y yo habíamos deseado. Pero llego tarde. Demasiado tarde -Suspiró-


Cuando me di cuenta, estaba llorando. Vale, si. Me había conmovido. ¿Que clase de padres separan a su hija de su nieta? ¿Que clase de padres permiten que su hija sufra? ¿Que clase de padres son mis abuelos?


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