Translate

sábado, 4 de octubre de 2014

Capitulo 16 ST




Habían pasado dos semanas desde que había logrado recordar parte de mi pasado con Álvaro. Dos semanas las cuales me evadí del mundo. No quise hablar con nadie, no le abría la puerta a quien fuera que se presentara en casa, ni siquiera contestaba las llamadas, a no ser, que fueran de mi padre. Obviamente, casi todas las llamadas eran de él. No sabía que hacer. Me sentía tan mal, tan rara conmigo misma... tan solo necesitaba tiempo para aclarar mis ideas.

La pequeña Leire cumplía cuatro meses. ¡El tiempo pasa volando!

Me encontraba cambiando el pañal a Leire. Estaba por ponerle el pañal, cuando esta levantó un poco el culo y lo movió hacia la izquierda, haciendo balancear su cuerpo hacia ese lado, dando la vuelta y quedando boca abajo. Leire empezó a llorar cuando no pudo volver a girarse. La giré y le sonreí.

–Muy bien pequeña –Aplaudí– Eres toda una campeona –Besé su nariz–

Lo único que conseguí de su parte, fue un pequeño grito. Ahora, como había descubierto que, al gritar ella se escuchaba, no dejaba de gritar a todas horas y a veces, no podía distinguir si lloraba o tan solo se divertía gritando. Cuando le puse el pañal, la vestí con un vestido azul marino con topitos blancos y la dejé en la hamaquita mientras desayunaba.

Mi móvil no paraba de vibrar. Solté un suspiro y miré quien era, aunque, ya lo sabía.

Se que me lees, ¿porqué no me contestas?”

Por favor, princesa. ¿Que te he echo?”

Porqué me has dejado de hablar de repente y no das señales de vida?”

¿Tengo que interpretar que lo que ocurrió la otra noche fue tan horrible como para que me dejes de hablar?”

Joder Míriam. ¿Que coño te pasa?”

Si no me contestas, juro que voy a tu casa”

Me cago en la puta Míriam. ¿Que coño te pasa?”

¿Quieres hacer el favor de abrirme la puta puerta?”

Tengo derecho a ver a mi hija”

Mierda Míriam”

Mi paciencia se agota”

Fruncí el ceño al ver tantos mensajes. Eso, tan solo era un tercio de todo lo que me envió. Já, el último básicamente me enviaba a la mierda. Que sutil. El móvil vibró por última vez.

Realmente no se lo que mierdas te ocurre, pero, no se que he podido hacer mal para que me dejes de hablar. Ni siquiera me abres la puerta o me coges las llamadas. No he echo nada malo. Vas a obligarme a hacer cosas malas y no quiero. ¿Porqué no eres capaz de entender que te quiero? Joder, Míriam. No te pido tanto. Me das la oportunidad de conquistarte y a la primera cita te vas corriendo. Si no querías que pasase algo entre nosotros, no tendrías porqué haberme provocado. Mierda, si lo hubiera sabido, prefería haberme quedado con el calentón a que estés sin hablarme”

¿Que podía hacer yo? No podía correr hacia él y decirle “Oye Álvaro, que no te he dicho nada en todo este tiempo porque he recordado algunas cosas sobre nosotros y no se como coño mirarte a la cara sin sonrojarme ya que, la mayor parte de las escenas son sobre nosotros teniendo sexo”

Bufé. ¿Que podía hacer? Piensa Míriam, no debe de ser tan difícil.

¿Y si le dices la verdad de una vez?” Sonó una voz dentro de mi cabeza.

“Ya me gustaría a mi poder decirle todo lo que sé” le contesté.

¿Y por que no lo haces?” me contestó.

“Porque no es fácil” contesté en voz alta.

O... ¿Es que a caso tienes miedo?” Arrugué el ceño.

“¿Miedo? ¿Miedo a qué? Estúpida conciencia”

Te estás insultando a ti misma -suspiro- simplemente tienes miedo a decirle la verdad y que él deje de hacer todas esas cosas que hace para llamar tu atención. Tienes miedo a que deje de intentar conquistarte. Por eso no se lo quieres decir. ¿O me equivoco?”

“Estás equivocada. Mucho.”

¿Segura?”

“Sí”

Me sentía completamente loca. El timbre de casa sonó y yo tan solo me limité a suspirar. Abrí la puerta sin mirar quien era. Mal por mi.

-Á-Álvaro. -Me congelé- ¿Que haces aquí?

El traía el ceño fruncido, y se notaba que estaba enfadado.

-Venir a hablar contigo, como personas adultas que somos.

Se adentró en casa, y se sentó en el sofá. Me quedé delante de él, mirándolo. Si que debía de estar muy enfadado, hasta tenía un color rojizo en sus mejillas.

-D-De que?
-¿Como que de que Míriam? Es lógico. ¿No crees?
-Ehh, si pero... yo... -Bajé la vista hacia el suelo-
-Tu qué. -Contestó seco- ¿Porque mierdas no me has cogido el teléfono? ¿Porque no te has dignado a contestar mis mensajes o abrirme la puta puerta? ¿Porqué? -Calló- Es que... es que a caso he echo algo mal?
-No, no, no. Claro que no. -Dije lo más rápido que pude y me digné a mirarle a los ojos- Es solo que... -Volví a callarme-
-Es solo que, que Míriam. ¿Quieres hacer el favor de contestar?

Yo solo me limité a bufar. Me senté encima de la mesa de cristal que estaba delante suyo y empecé a jugar con mis manos.

-Esto no es fácil para mi, Álvaro.
-¿Y crees que para mi si? Joder Míriam. Para una vez que nos va todo bien, tenemos ese accidente de mierda y para colmo tu quedas sin memoria. ¿Eso donde me deja a mi? ¿Eh?
-Lo siento. ¿Si? No es algo que sepa manejar. Me cuesta. -Suspiré- Yo.. desde hace dos semanas estoy teniendo una especie de flashes. -Levanté la vista y Álvaro me estaba mirando con las cejas arrugadas, de nuevo-
-¿A que te refieres?
-A que no te he llamado porqué, estoy recordando cosas.

Álvaro se levantó con brusquedad y me miró.

-¿Que tipo de cosas Míriam?
-Cosas... nuestras. -Solté al fin-
-¿Y porqué no me lo has contado? ¿Porque no has sido capaz de coger a una de mis tantas llamadas y decirme “Oye Álvaro, tengo que hablar contigo respecto a mi memoria”?.
-No todo es así de fácil.

Esta vez, la que se levantó obviamente fui yo. Nuestros cuerpos estaban casi pegados, al igual que nuestras cabezas.

-¿Que es lo que recuerdas? -Pregunta y yo suspiré-
-Como nos conocimos, lo que pasamos en Mallorca... todas las veces que... -Me quedé callada-
-Todas las veces que, que.
-Que tuvimos sexo.

Noté como el calor se concentraba en mis mejillas. Instintivamente, escondí mi cabeza en su pecho y rodeé sus caderas con mis brazos.

-¿Porque no has sido capaz de contarme todo esto? -Preguntó por enésima vez-
-Porque tenía vergüenza, porque cada vez que pensaba en ti, solo se proyectaba en mi cabeza escenas nuestras... íntimas.

Creía que explotaría. Mis mejillas ardían y mi corazón latía a más no poder. Las manos de Álvaro viajaron desde mis caderas hasta mis mejillas y las acariciaron con suavidad. Sus ojos se suavizaron y sus caricias no paraban.

-Me has tenido muy preocupado. Pensaba que te habías ido, otra vez.
-No podría hacerlo, amor. -Susurré-
-Estás aquí. -Apoyó su frente contra la mía-
-Poco a poco, amor. -Sonreí-
-No sabes cuanto te llego a querer.
-Lo sé, lo sé y me lo imagino.
-Eres única.
-Eres único. -Sonreí imitándolo-


Acabó con la poca distancia que quedaba entre nosotros. Sus labios chocaron contra los míos, sintiéndose bien. Me sentía amada, querida. Me sentía yo misma. Desconecté de todos mis pensamientos cuando él recorrió sus manos, dejándolas en mi culo, mientras acababa con la poca distancia que quedaba entre nosotros.





Siento haber tardado tanto en subir, pero aquí está el capítulo. También siento no poder estar en la altura, no poder haberla llevado un poquitín más lejos, pero aquí está. Gracias a todas las que la leeis, gracias a todas las que me decís que os encanta esta novela y que no la acabe, pero mis ideas son muuuy limitadas y son una completa basura. Intento hacer lo que puedo y lo que me viene de inspiración, pero últimamente es una caca jajajajaja. En fin, si mañana puedo, intentaré subir el epílogo, o, si veo que puedo, intentaré hacer una tercera temporada, que quizás, sea igual de corta o un poquito más larga que esta. ¡ESPERO VUESTROS COMENTARIOS Y OTRA VEZ, LO SIENTO POR LA TARDANZA! 

PD: he creado una cuenta en tw, para poder avisaros cada vez que suba capitulo. Es la misma que tenía antes, osea @smileerauryn. Tanto por aquí o por ese tw me decís si queréis que os avise. Si es por aquí, dejadme vuestro tw y cada vez que suba avisadas quedaréis. 

Kisses xx.  





@MiriamGarrido_

domingo, 10 de agosto de 2014

Capitulo 15 ST







Después de haberle rechazado, nos quedamos estirados encima del colchón, mirando como el sol se ocultaba y como salían las estrellas. Él tenía un brazo por debajo de mi cabeza, nuestras piernas estaban enredadas, mientras ambos mirábamos hacia el cielo.

El silencio se hacía entre nosotros y no era, para nada, incómodo. Sus dedos recorrían cada parte de mi brazo, haciendo que mi piel se erizase.

-¿Sabes la historia del sol y la luna? -Negué con la cabeza- Cuando el sol y la luna se encontraron por primera vez, ambos se enamoraron perdidamente el uno del otro, a partir de ese momento, ambos vivían un gran amor. Cuando ellos se conocieron, el mundo no existía y, el día que Dios decidió crearlo, los separó. Dios decidió que el sol iluminaría las mañanas y la luna las noches, así, ambos estarían destinados a vivir separados. Tanto al sol como a la luna les invadió una gran tristeza y se dieron cuenta que nunca se volverían a encontrar. La luna fue quedándose cada vez más angustiada, a pesar del brillo que Dios le había otorgado, y quedándose sola. Al mismo tiempo, el sol había ganado el título de 'Astro Rey', pero eso no le completaba. Dios, vio todo el sufrimiento que ambos poseían, les llamó y habló con ellos.

“No debéis estar tristes, los dos poseéis un brillo propio, tu, luna, iluminarás las noches más frías y calientes, encantarás a los enamorados y serás la protagonista de hermosas poesías. –Dijo imintando una voz grabe– En cuanto a ti, sol, llevas ese título porque serás el más importante de los astros, iluminarás la tierra durante el día y proporcionarás calor al ser humano y tu simple presencia hará a las personas más felices” –Hizo una pausa. Me apretó contra sus brazos–

–La luna se puso mucho más triste de lo que estaba, por culpa de su terrible destino, y lloró amargamente, en cambio, el sol, al verla sufrir tanto, decidió que no podría dejar de entristecerse más, ya que tendría que darle fuerzas y ayudar a aceptar lo que Dios había decidido. Sol, decidido a darlo todo por su amada, habló con Dios. “Señor, ayuda a luna por favor, ella es mucho más frágil que yo, no soportará la soledad...”

–¿Y que pasó? –Pregunté mientras me acurrucaba contra su cuello–

–Pues, Dios decidió ayudarla, creando entonces, las estrellas, para que le hicieran compañía a cada una de sus noches. Pero, luna siempre que estaba muy triste, recurría a las estrellas, que hacían todo lo posible para consolarla, pero casi nunca lo podían conseguir. El sol finge ser feliz y la luna no consigue disimular su tristeza. El sol arde de pasión mientras que la luna vive en las tinieblas de su añoranza. Cuando luna es feliz, consigue ser llena, pero cuando es infeliz es menguante y cuando es menguante ni siquiera es posible apreciar su brillo. –Tomó un respiro– Hasta que un día, Dios decidió que ningún amor en este mundo fuese imposible, ni siquiera el de la luna y el del sol, fue entonces, cuando él creó el eclipse. Ambos viven esperando ese instante, esos raros momentos en que fueron concedidos y que tanto cuesta que sucedan. Cuando veas el cielo, y mires que el sol cubre a la luna, es porque se acuesta sobre ella y empiezan a amarse.

–Es una historia muy bonita –Dije mientras paseaba mis dedos por su pecho–
–Es una simple leyenda –Besó mi coronilla–

Amor imposible. Eso es lo que yo sentía cuando le veía, o eso creía, porque, cuando más pretendía amarlo, menos me salía. Estaba segurisima de que, mi antigua yo, lo amaba con todas sus fuerzas, pero, había algo en mi que no podía o no me permitía amarle.

Tal vez sea la inseguridad que llevo dentro. Se que, debo confiar el él, no me hará nada malo. Por más que yo lo sepa, no soy capaz de amarlo y eso, me mata. Me mata porque sé que él está sufriendo, sufriendo por mi, por mi memoria. Y, nada me haría más feliz que sentir y corresponderle lo que él siente por mi.

Desvié la mirada hacia su rostro. Él estaba mirando las estrellas, que esta noche acompañaban a la luna. ¿Como se sentiría él al respeto? ¿Tendrá la mínima esperanza de que yo pueda recordar algo? ¿Será capaz de luchar por el amor que un día nos tuvimos?

Su rostro estaba serio, y sus ojos estaban clavados en el cielo. Llevé una mano a su rostro, y acaricié la barba con suavidad. Él, desvió la mirada hacia mi, e intentó sonreír, pero, solo consiguió hacer una mueca.

–¿Estás bien? –Logré preguntar–
–Tan solo estaba pensado. –Murmuró–
–¿Puedo saber en qué?
–Tan solo son chorradas –Dijo mientras sacudía su cabeza–

Me quedé mirándolo, se que algo le preocupaba y que no me lo quería decir, pero tampoco podía obligarle a contarme si él no quería. Me acerqué un poco a su rostro. Él miraba atento mis movimientos. Rocé mis labios con los suyos, mientras agarraba sus mejillas entre mis manos. Jugué con el roce de nuestros labios, hasta que él, desesperado, los juntó. Acariciaba sus mejillas, mientras que él juntaba nuestros cuerpos y nuestros labios jugaban y encajaban entre ellos.

Estoy echa una bola de confusión. No estoy preparada para esto, no para volver a amarle, pero, a la vez, cuando está cerca de mi, siento mis nervios a flor de piel, las manos me sudan, el corazón va a mil y las mariposas aparecen, igual que cuando me besa. En un simple beso, podía sentir como si fuera a explotar, tenía fuegos artificiales dentro de mi, un zoológico, una estampida de elefantes, como lo queráis llamar. Pero, a la vez, siento que puedo con esto, que puedo hacer lo que me plazca, sin sentir que seré juzgada.

Salí de mis pensamientos, cuando noté su mano recorrer mi espalda, acariciándola. No lo pensé ni un segundo y me puse encima suyo. Agarró mi cintura y, como pudo, se sentó, apoyando su espalda en la pared. Una de sus manos volvió a meterse debajo de mi camiseta mientras la otra se dirigía hacia mi culo y me apretaba aún más contra él. Me sentía nerviosa cada vez que su mano rozaba el cierre de mi sujetador. Saqué su camiseta de entre sus pantalones y recorrí su pecho con mis manos. Nuestros labios seguían jugando. Lamió mi labio inferior y poco a poco abrí un poco más la boca, dejándole espacio para su lengua. Acaparó mi boca en cuestión de segundos. Nuestras lenguas jugaban mientras nuestras manos recorrían el cuerpo del otro. Comencé a moverme lentamente sobre él, sacando más de un gruñido desde lo más interior de él. Mordió mi labio inferior, y solté un pequeño gemido.

Dirigí mis manos hacia el primer botón, desabrochandolo. Poco a poco, llegué al final y le saqué la camisa. Me tumbó sobre el colchón, abrí mis piernas para que pudiera acomodarse bien, y se estiró encima mío, dejando que todo el peso cayera sobre sus codos. Mis labios fueron devorados por los suyos. Llevó sus manos hasta la costura de mi camiseta. Levanté mis brazos para facilitarle la salida de esta.

Poco a poco nos fuimos deshaciendo de nuestra ropa. Ambos nos encontrábamos en ropa interior. Yo encima de él, nuevamente. Le quería dentro de mi. Nuestros cuerpos estaban lo más pegados posible. Sus manos recorrían mis muslos, parándose al borde inferior de mis braguitas, las corrió hacia un lado y acarició con suavidad mi zona íntima. Solté un gemido. Él paró.

–¿Estás segura? –Se separó de mi–
–Por favor –Supliqué–
–No quiero que luego te arrepientas –Le miré–
–Se que estoy echa un lío, pero no me lo tengas en cuenta, por favor. Realmente quiero esto. –Suspiré– Se que antes te he dicho que no quería hacerlo, que sería una cualquiera y todo eso. –Le miré– Como ya he dicho, estoy echa un lío, y esto a lo mejor no solucionará nada en mi loca cabeza, pero, es lo que ahora deseo. Lo que ahora quiero. Por favor.

Hizo una mueca, sabía que a lo mejor esto para él, le daría esperanzas, pero es que ahora mismo, no puedo responderle.

Su mano volvió a acariciar mi parte íntima. Dimos un giro, él quedó encima mío. Bajó dando besos desde mi cuello, hasta la cinturilla de mis braguitas. Besó mi parte intima y yo, alcé mis caderas, facilitando la salida de las braguitas.

–Vete al grano Álvaro.

Este soltó una carcajada. Se deshizo de su bóxer mientras yo me deshice de mi sujetador. Unió sus labios con los míos con tranquilidad y me recostó sobre el. En menos de lo pensado, ambos ya estábamos sudorosos, con la respiración agitada y gimiendo al compás.

Mis uñas se clavaron en su espada cuando sentí mi cuerpo agitarse, así, llegando a tocar el cielo con mis propias manos. Álvaro dejó caerse encima mío, con cuidado. Cuando ambos recuperamos la respiración, se tumbó a mi lado, apoyé mi cabeza en su pecho y nos tapó con la fina sábana que cubría el colchón.

Al día siguiente cuando desperté, Álvaro me tenía completamente atrapada. Nuestras piernas estaban entrelazadas y la sabana solo nos cubría de caderas hacia abajo, uno de sus brazos estaba en mi espalda, acercándome a él y su otra mano reposaba encima de mi culo. Mi brazo derecho rodeaba su pecho a la vez que tapaba el mío. No pude evitar sonreír al vernos así.

Me quedé un rato contemplándole.


- Uy lo siento! No he mirado por donde iba - Dijo una voz realmente sexy-
-No perdona, ha sido mi culpa, la gente... me ha distraído... - Sonreí.-

*

-¿Le conoces?
-Tía! Es uno de los integrantes de Auryn!!
-¿Eh? ¿Enserio? -Dije como si no supiera nada-
-Tía... No me escuchas cuando hablo... ahora puedes decir que te has chocado con Álvaro y él te ha contestado muy amable.

*

- Veo que el destino nos vuelve a juntar - Dijo una voz medio reconocida - 

*

  • ¿Porque eres tan mala conmigo?
    -No lo se. Me gusta ser mala - Reí-
    -Que mona
*

- Gordita, por favor, escúchame - Miré a Marta y puse el altavoz -
- Que quieres
    -Lo siento. Lo siento. Perdóname. Yo no quise...

*

- ¿Podemos hablar? 
- No hay nada de que hablar 
- Venga... 
    -Que no Álvaro, no quiero hablar. - Los ojos se me llenaron de lágrimas -

*

  • ¿Estoy fea? Mejor me voy a cambiar - Dije mientras me giraba para ir a la habitación -
    - ¡No! no, no - Le miré - Estás preciosa amor. - Todos los chicos silbaron - 

*


-Me va a matar por esto -Miré a las chicas-
-¿Te han dicho alguna vez que eres una gran actriz? -Dijo Eunice-
-Si -Reí- En diez minutos está aquí -Suspiré- No se si estoy preparada
-Sube arriba y acaba de arreglarte anda. Cuando llegue nos encargamos nosotras.

*

-Amor, yo... te tengo que contar algo -Escupió-
-¿Algo malo? -Dije rápidamente y tragué saliva. Álvaro asintió-
-Si

*

-Estuve con otra. -Escupió y los ojos se me abrieron-
-Que.... -Susurré-
-Yo... Joder... Yo te quiero Míriam -Me cogió la mano y yo se la aparté. Me quedé mirándolo a Álvaro se le caían las lágrimas- Dime algo... por favor.

*


-Yo sin ti me muero... -Susurró-

*

-No puedo... -Susurré- No puedo perdonarte -Me mordí el labio inferior-
-¿Que? -Susurró-
-Que no puedo perdonarte. -Volví a susurrar y me levanté- No puedo perdonarte. -Miré hacia un lado. Sabía que lo que estaba apunto de decir, iba a doler, tanto a mi como a él- Yo.. Yo no puedo estar más contigo. -Cogí aire- No quiero... no quiero estar más contigo -Me sequé las lágrimas-

*

Me separé de Álvaro de un salto. ¿Que había sido eso?

¿Que pasa? –Murmuró asustado– ¿Estas bien? ¡Míriam estás sangrando! –Se alarmó–

Recuerdo llevarme la mano a la nariz, de nuevo. Quedarme mirando mi mano fijamente y segundos después. Nada. 




¡Esto se acabaaaaaaa! :) 


@MiriamGarrido_

viernes, 1 de agosto de 2014

Capitulo 14 ST






POV MÍRIAM.


El viernes llegó, y tal como llegó, se fue.

Tan solo faltaban cinco minutos para las nueve y aún me quedaba recogerme el pelo. Después de tanto drama en que ponerme, opté por un vestido negro, largo, de media manga y con un escote decente.

Leire hoy no estaba muy fina, no dejaba de llorar cada dos por tres y, lloraba aún más cuando la dejaba en el moisés.

El timbre sonó. Oh, dios, salvación. Corrí hacia la puerta y la abrí. Allí estaba él, con su barba de siempre, con su camisa negra con las mangas remangadas hasta el codo y los dos primeros botones desabrochados y llevaba puestos sus pantalones vaqueros.

-Suerte que llegas. La niña no ha dejado de llorar en todo el día y solo falta peinarme. ¿Puedes cogerla un momento y acabo de arreglarme?
-Claro -Sonrió-

Besé su mejilla como agradecimiento y subí corriendo las escaleras. Me senté en mi tocador y empecé a hacerle el moño con mucha paciencia. Cuando lo tuve listo, me eché un poco de colonia, me calcé en mis tacones y puse lo esencial en el bolso de mano.

-Ya estoy. ¿Nos vamos?

Él asintió. Se levantó del sofá y dejó a la niña en el carro y salió hacia afuera con ella. Cerré la casa con llave y nos dirigimos hacia su coche. Mientras yo plegaba el carrito, él se encargaba de poner bien la sillita en el asiento de atrás.

Llegamos a un bloque de pisos, Álvaro metió el carrito con cuidado dentro del ascensor y picó al segundo piso.

-¿Enserio no tenéis problemas por quedaros con la pequeña? -Preguntó Álvaro por tercera vez desde que habían abierto la puerta-
-Que no pesado. -Dijo el chico rubio- nosotros nos encargamos de todo, si pasa algo, ya llamaremos.
-Está bien.
-Disfruten de la noche -Dijo la chica morena-

Ambos asentimos. Álvaro cogió de mi mano y entrelazó sus dedos con los míos.

-¿A donde vamos?
-Arriba.

Le miré interrogante. ¿A que se refería con ir arriba?

Entramos en el ascensor y él picó el último botón. Cuando llegamos, se colocó detrás de mi y tapó mis ojos con sus manos.

-Cierra los ojos -susurró- no intentes ver nada, si no, no será una sorpresa.

Dejó un beso en mi cuello. Escuché como una puerta se abría y me empujó con cuidado para que avanzara.

-Voy a destaparte los ojos, cuando te diga, abre los ojos. ¿De acuerdo? -Asentí-

Poco a poco, sentí como sus manos se alejaban de mis ojos. Estos aún estaban cerrados.

Sus manos se posaron en mis caderas, acercándome a él.

-Puedes abrirlos, princesa. -susurró en mi oreja-

Abrí lentamente los ojos. Quedé realmente sorprendida.

El lugar era muy espacioso. Habían pétalos de rosas esparcidos por el suelo. Había un colchón en el suelo, con una manta cubriéndola, también llena de pétalos. A su lado, había una pequeña mesa con dos velas en el centro y un par de cojines en el suelo.

-Álvaro... esto es hermoso. -Me giré a mirarlo-
-¿Te gusta?
-Me gusta. -Sonreí y besé su mejilla-
-Pues espero que te guste la comida que he echo.
-¿Has cocinado tu? -arqueé una ceja-
-Sip, pero no te esperes que sea algo del otro mundo.

Él me indicó que me sentase en el suelo. Desapareció unos segundos, para volver con una placa de cristal. La dejó encima de la mesa y le miré curiosa.

-¿Has hecho espaguetis para nuestra cita? -levanté una ceja divertida-
-Es lo único que se hacer. -Agachó la cabeza-
-Que tierno. -puse mi mano sobre la suya- seguro que están buenos.
-Eso espero.


*


-¿Entonces dices que casi me echo a llorar porque te arañé la espalda? -Sentí como mis mejillas ardian-
-Sip, te pusise muy roja como ahora. Cuando los chicos se dieron cuenta, empezaron a molestarte y tu solo escondiste la cabeza en mi cuello. Justo como ahora.

Solté una pequeña carcajada.

-Me da muchísima rabia no recordar nada. -hice una mueca contra su cuello-
-Poco a poco todo llegará. ¿Si?
-Ajam... cuéntame algo más.
-¿Que quieres que te cuente? -Preguntó mientras acariciaba mi pelo-
-Mmm, ¿como me pediste que me casara contigo?
-Ems, si, me acuerdo. -soltó una risita- fue el día de tu cumpleaños. -dijo mientras seguía acariciando mi pelo- esperé a que todos te dieran los regalos, entonces, simplemente me arrodillé, te solté el verso y aceptaste.
-¿Te acuerdas de lo que me dijiste?
-Si
-¿Podrías repetirmelas? -le miré y el asintió-
-¿Sabes que te quiero verdad? Eres el amor de mi vida Míriam, quiero pasar cada minuto, cada segundo a tu lado. Quiero hacerme mayor y envejecer contigo. Quiero ser yo quien despierte a tu lado todos los días, quiero ser yo quien te despierte, quiero ser yo quien te ame, quien te haga reír... Quiero ser tu último. Se que hemos tenido problemas -Se acercó a mi- Todos por mi culpa, y, estoy muy arrepentido de ellos. Te has alejado de mi, te has ido de mi lado, sentí que te perdía, sentí que ya no te tendría a mi lado. -Suspiró y me miró- Es cierto todo eso de que te das cuenta cuando vale una persona para ti una vez que la pierdes. Daría mi vida por ti, sin importar el resto.


Por un momento, sentí un leve mareo, una opresión en el pecho. Si. Recordaba esas palabras. Ese momento.


-Una cosa, antes de iros. -Dijo Álvaro llamando la atención de todos- Bueno... eh... todavía falta mi regalo -Dijo mientras se sonrojaba-
-¿Te acabas de sonrojar? -Pregunté- No me lo puedo creer.
-Si bueno... eh... -Carraspeó- A ver, se que es un poco precipitado. ¿Sabes que te quiero verdad? -Asentí- Bueno, pues.. Yo quería decirte que... Eres el amor de mi vida Míriam, quiero pasar cada minuto, cada segundo a tu lado. Quiero hacerme mayor y envejecer contigo. Quiero ser yo quien despierte a tu lado todos los días, quiero ser yo quien te despierte, quiero ser yo quien te ame, quien te haga reír... Quiero ser tu último. Se que hemos tenido problemas -Se acercó a mi- Todos por mi culpa, y, estoy muy arrepentido de ellos. Te has alejado de mi, te has ido de mi lado, sentí que te perdía, sentí que ya no te tendría a mi lado. -Suspiró y me miró- Es cierto todo eso de que te das cuenta cuando vale una persona para ti una vez que la pierdes. Daría mi vida por ti, sin importar el resto.
-Vete al grano Álvaro, estamos ansiosos -Dijo Carlos-
-Como siempre, rompiendo el momento bonito, eres un palurdo -Dijo Dani y le pegó una colleja. Todos reímos-


Álvaro se levantó un poco los pantalones, se agachó apoyando todo el peso en una pierna, con una mano cogió mi mano y con la otra se la metió en el bolsillo, sacando una pequeña caja azul oscura de terciopelo. Oh dios mio. Dime que no es lo que creo que es. Miré a Marta y esta estaba abrazada con Hugo, mirándonos demasiado... ¿Emocionada? Volví a mirar a Álvaro, abrió la caja y dejó ver un precioso anillo con un diamante chiquitillo. Dios, creo que me voy a caer, me voy a desmayar. Me flaquean las piernas.


-Míriam... -Dijo mientras sacaba el anillo- ¿Quieres casarte conmigo?


Me miró a los ojos, lentamente se levantó. No sabía que hacer, ni que decir. ¡Pero di algo tonta! ¿Que hago? ¿Que digo? ¿Quiero casarme? Si, claro que quiero, pero no todavía, no quiero que me mal interprete, pero yo ahora no quiero casarme... Tengo que acabar la universidad... Dios, porque estás quieta. Tienes la mirada de todos, incluso la de él encima tuya y no dices nada.
Le miré y, una sonrisilla tonta se me escapó, seguida de un par de lágrimas.


-Si -Susurré-
-¿Que has dicho? -Preguntó mi abuela y la fulmine-
-Si, si, si. -Me eché encima de él- Claro que quiero. -Le besé-


-¿Princesa? ¿Princesa, te encuentras bien? ¿Me escuchas? -me zarandeó-
-Yo... yo..
-Ey, ey. -llamó mi atención- te sangra la nariz.

Se separó de mi, levantándose del colchón a por unos pañuelos de papel. Limpió con cuidado la sangre que caía de mi nariz.

-¿Estas bien?
-Lo recuerdo Álvaro.

Él me miró extrañado.

-¿Que recuerdas princesa?
-Recuerdo como... como me pediste que me casara contigo. -sentí como un par de lágrimas caían por mis mejillas- lo recuerdo Álvaro.

Me estrujó contra su pecho. Empezó a repartir besos por toda mi cara, acabando en mis labios.

No tardé en responder el beso. Me acomodé encima de él, poniendo cada pierna a un lado, quedando a horcajadas. Sus manos recorrieron mi espalda y se quedaron en mis caderas. Rodeé su cuello con mis brazos y entrelacé mis manos con su pelo, tirando de el levemente. Álvaro soltó un jadeo sobre mis labios.

Poco a poco, me acostó en esa cama, encima de los pétalos. Sus manos bajaron hasta mis muslos y poco a poco, subió mi vestido hasta mi cadera, y su mano se quedó en mi culo. Lo apretó, haciendo que mi cuerpo se levantase para querer estar aún más cerca de él. Tan cerca que, no entendía, porque me asustaba.

-Para... para, por favor. -Dije mientras me separaba de él-

Álvaro se separó de mi, y arrugó las cejas.

-¿Que pasa?
-Yo.. Yo... todo esto... creo que... -me quedé callada-
-Princesa, ¿estas bien?

Temblé, cuando tocó mi mejilla como si esta se fuera a romper.

-Siento que vamos demasiado rápido. -Solté- se que lo que pasó el otro día. Se que, puedo parecer una desesperada en busca de sexo, pero... esto va demasiado rápido. Quiero decir, yo no se si soy así, o si no soy así. Pero, realmente, no me siento preparada pera esto. ¡Es que ni siquiera yo me entiendo! -Alcé la voz-
-Eh, eh... tranquila. -Me acurrucó contra su pecho- Yo no tengo prisa. Olvida lo del otro día. Te dije que si iba a carecer de sexo, lo carecería, solo para volver a conquistarte. Realmente me importa poco el sexo.
-Pero se que abra algún día que lo necesites y tengo miedo de que puedas recurrir a otra persona. -Suspiré-
-No lo haré. -acarició mi mejilla-
-¿Como puedes estar tan seguro?
-He cometido muchos errores contigo en esta relación. No pienso cometer ninguno mas. Quiero estar contigo, solamente contigo, y si eso implica que no vamos a hacer el amor, pues... no haremos el amor. Mi prioridad es que tu estés bien, y que logres recordarme. Quiero que me quieras igual como te quiero yo. Quiero que logres recordar todo lo que hemos pasado juntos. Como ya te he dicho, quiero envejecer contigo.  



_________________________


¿Me podéis hacer un favor? ¿Si? Es simple. Solo necesito que entréis aquí https://evenenough.blogspot.com/. Es un enlace que acabo de hacer de una novela que se me acaba de ocurrir. No estáis obligadas a leerla, para nada. No tiene nada que ver con Auryn (aviso). Es una historia trágica, o eso quiero hacer. Tan solo necesito que os paséis por ese link, que la leais y que escribáis vuestro comentario respeto si queréis que suba el prólogo o no. Porfiiiii, no os cuesta nada. Besitoooos! 



https://evenenough.blogspot.com/


@MiriamGarrido_

lunes, 7 de julio de 2014

Capitulo 13 ST





POV ÁLVARO


Para cuando subió, ella se encontraba con mi camisa y con la niña en brazos, dándole el biberón.

-Esta niña come más de lo que habla -Suspiró- Esta noche no ha aguantado nada, se ha comido como cuatro bibes y aún seguía teniendo hambre.
-¿Quieres que le de yo? -Pregunté, ella asintió-

Al sacarle el biberón de la boca de la niña, comenzó a llorar desesperadamente. La puse entre mis brazos, con delicadeza y tomé el biberón, poniéndolo en su boca.


-Tienes que dejar que la leche llene toda la tetilla y que no haga burbuja. Las burbujas son malas para ella, le llena el estómago y después no para con el hipo.

Asentí levemente y me fijé en darle bien el bibe. La pequeña Leire, miraba hacia todos los lados, mientras succionaba de la tetilla. Ella había heredado mis ojos, sin duda. Ese clásico verde que, solo las personas especiales teníamos. Aunque, nariz y boca era igual que su madre. Sin duda, al día de mañana, tendría que apartar a todos los críos babosos que se acercasen a ella.

-¿En que piensas? -Dijo sacándome de mis pensamientos-
-¿Eh? No... em, es solo que... es preciosa. -Dije mientras observaba a mi comilona hija-
-Si -Suspiró- Temo a que sea una rompecorazones. -Dijo mientras se sentaba en la cama y apoyaba su cabeza en mi hombro-
-Para eso estaré yo, para cuidar que eso no pase.
-Tampoco hay que ser tan estrictos.
-¿Que no? Por favor, has visto que ha heredado mis ojos? Eso hará que un montón de chicos se fijen en ella, a parte de que, es igualita que su madre. Y su madre, es un bellezón, así que, creo que optaré por encerrarla en una torre a mil metros de altura y nosotros nos encargaremos de darle clases.
-¿Eres tonto? -Dijo, mientras me daba una colleja- La niña hará lo que le de la gana, y listo. A parte, ya habrá tiempo para castigarla, ahora, solo hay que observar como crece y admirarla.
-Niña, ¿a quien saliste tan comilona? -Dije una vez que se acabó el biberón-

Subí a la pequeña Leire a mi hombro y, con cuidado, le daba palmas en la espalda, hasta que eructo. Ambos nos estiramos en la cama y dejamos a la niña entre medio de nosotras.

-¿No sería mejor traer la cuna a esta habitación, así la niña dormiría con nosotros?
-¿Y que nos escuche cuando a ti te entren ganas de... ya sabes, hacer eso? -Subió las cejas- Ni de coña. Está bien en su cuarto.
-Pero puede sentirse sola
-Pero podemos traumarla y no quiero que le tenga pánico al sexo porque sus padres lo hacían con ella en la habitación.
-Bueno, solo era una idea -Hice puchero- No hace falta que me comas.
-Y no te como. -Acarició mi mejilla- Es solo que es una idea disparatada, tal vez, más adelante podríamos replantearlo.
-Quizás.
-Por cierto... ¿Marta donde está?
-Ems, pues salió ayer por la noche con Hugo y el bebé. Creo que habían quedado para hablar como harán para turnarse a la niña o algo así.
-Ojalá se arreglen. Lo que menos necesita un bebé es que sus padres estén separados.
-Si...


Ambos nos quedamos callados, mirando a la pequeña que no paraba de mover los brazos y las piernas con euforia. Míriam de vez en cuando le tocaba la barbilla y la pequeña sonreía. Definitivamente, era la niña de mis ojos. Las amaba. A las dos.


**


El día había pasado volando. A la hora de comer, decidí que era mejor irme. Al despedirme, besé sus labios lentamente, disfrutando del beso. Ella sonrió y besó mi mejilla antes de cerrar la puerta. Habíamos acordado que, mientras intentaba enamorarla seguiría viviendo en casa de Dani y María, pero que podía ir cuando quisiera a verlas, incluso me permitía pasar algunas noches con ella.

-¿Se puede? -Preguntaron desde el otro lado de la puerta-
-Claro, pasa.

Una cabellera marrón entró en la habitación. Me senté en la cama, dejándole espacio para que se sentara.

-¿Como ha ido?
-Bien. -Sonreí-
-¿Si?
-Ajam. -Afirmé-
-No seas así, explícame.
-Está bien -Bufé- Cuando salí de aquí, fui a comprar un ramo de rosas, llegué allí, hablamos, pasaron cosas y volvimos a hablar. -Alcé los hombros-
-¿En que habéis quedado?
-En que, intentaré conquistarla y hacer lo posible para que recupere la memoria. Si en un largo tiempo, ella no siente nada y es capaz de recordar o no, la dejaré tranquila. Todo depende de ella.
-Sabes que si no logras hacerlo, sufrirás. ¿Verdad?
-Si, lo sé. -Suspiré- ¿Pero que quieres que haga? Tan solo ha pasado una semana desde que me fui y me siento como el mayor capullo de la historia. No quiero que las cosas se vuelvan a repetir. No quiero perderla y después pensar que podría estar a su lado si no hubiera sido tan gilipollas. -Suspiré- No voy a dejar de luchar por ella. Haré todo lo posible para que vuelva a enamorarse de mi. -Dije convencido-
-¿Y que piensas hacer?
-Supongo que lo típico. -Alcé los hombros- Ya sabes, llevarla a cenar, salir juntos a tomar un café, ir al cine... no sé.
-¿Cuando piensas empezar?
-¿Sinceramente? No lo se. No se ni lo que voy a hacer. -Pasé mis dedos entre mi pelo, tirando levemente de él-
-¿Necesitas ayuda? -Arqueó una ceja-
-¿Que podrías ofrecerme?
-Mmm, no sé, quizás una cena romántica y después la llevas a la playa...
-María, en Madrid no hay playa. -Solté una carcajada-
-Cierto... -Se sonrojó- Pues no sé, lo típico, llevala al cine y después vais a cenar. Sorprédela. Sabes lo mucho que le gustaba que la sorprendieras.
-Cierto, pero no tengo ideas.
-¡Ya sé! -Gritó-
-¿Que pasa por tu cabeza loca?
-¿Que te parece una cena, arriba en la terraza, a la luz de la luna y unas cuantas velas?

Abracé a María. Era una de las mejores ideas que había tenido hasta ahora.

-¡Eso es genial! Dios, no sabes cuanto te adoro.
-Lo sé. -Guiñó el ojo-

Se levantó sin decir nada y salió de la habitación. Yo me quedé pensando. ¿Que podría hacer para cenar? Tenía que sorprenderla. ¿Como haría que ella se sintiera a gusto a mi lado?

La puerta volvió a abrirse.

-¿Que haces aquí?
-Mira que eres pesado. ¿Como piensas subir arriba? Ni siquiera tienes la llave del tejado, idiota.
-Cierto.
-Anda, toma -Me lanzó la llave- Sabes que, allí arriba nadie sube... tendrás que limpiarlo.
-Lo sé -Suspiré- Será mejor que me ponga manos a la obra. -Me levanté y me estiré, haciendo crujir mi espalda.
-¿A estas horas?
-Sip
-Pero está anocheciendo Álvaro.
-No pasa nada, hay que aprovechar las noches de verano -Le guiñé el ojo-


Me dirigí hacia la cocina, cogí un saco de basura, la escoba y el recogedor. Subí las escaleras lo más rápido que pude, abrí la puerta y la cerré, metiendo las llaves en uno de mis bolsillos del tejano. Dejé las cosas en el suelo y encendí una de las luces que habían. Iluminaban super poco, pero algo haría.

Empecé a barrer toda la mierda que se encontraba acumulada. Normal que nadie subiera aquí arriba. ¡Estaba lleno de mierda! Literalmente. Todos los cartones y pinzas que habían por el suelo las tiré al saco. Nunca había visto tanto polvo y tanta tierra juntos en mi vida.

Me rendí. Había echo mucho por hoy. Cogí el saco, junto la escoba y el recogedor. Bajé al piso de Dani y María y dejé, en la puerta, los utensilios. Después, bajé a la calle y tiré la bolsa en el contenedor. Mañana sería un día muy largo de limpieza.


**


El despertador sonaba. Me levanté de un salto. Me vestí y fui a la cocina a desayunar algo. Hoy sin duda, sería un día muy largo.

Después de desayunar, volví a coger la escoba y el recogedor, junto con el cubo y la fregona. Subí arriba. Acabé de barrer lo que faltaba. Llené el cubo de agua, con el grifo podrido que había allí. Por un momento, pensé que no saldría el agua o que saldría sucia, pero no, sin ningún problemas salió.

Como buena ama de casa, dejé todo el patio impecable, la mierda había desaparecido y el suelo se veía muchísimo más limpio que anteriormente. Deberían pagarme por eso. ¡Lo que tengo que hacer para tener a Míriam a mi lado!

Tendría que llamarla y decirle que me reserve un día.

-¿Hola? -Dijeron al lado de la otra línia.
-Hola princesa.
-¿Álvaro eres tu?
-Ajam.
-Oh, hola -Soltó una pequeña carcajada-
-¿Como estás?
-Bien -Se rió- Estoy aquí con la pequeña, deberías verla. ¡Me acaba de sonreír! -Mordí mi labio al escucharla con tanta emoción. ¿Porque es tan linda?-
-Lo que me estoy perdiendo -Suspiré-
-Dah, sabes que puedes venir aquí cuando quieras.
-Lo sé.
-En fin, ¿para que llamabas?
-Oh, si, cierto. Llamaba para decirte, si mañana tenías la noche libre.
-¿Mañana? Es viernes, ¿no?
-Sip
-Mmm, si, no tengo planes, de momento. ¿Porqué?
-Porque quería invitarte a cenar.
-¿A cenar? ¿Me estás pidiendo una cita? -Seguro que tendría una de sus cejas levantadas-
-Podría ser.
-Entonces, si es una cita si. -Rió por lo bajo- ¿Debo de ir muy arreglada?
-Para nada, solo debes ponerte guapa.
-¿Más de lo que soy o es que me acabas de llamar fea?
-Más de lo que eres princesa. -Sonreí- Mañana te paso a recoger a las 9. ¿Te va bien?
-Perfecto, pero... ¿con quien dejo a la niña? Marta no está. -Suspiró-
-Por ella no te preocupes. ¿Esta bien? Os paso a recoger a las 9 y dejamos a la pequeña en buenas manos.
-Perfecto.
-Entonces, hasta mañana.
-Si, hasta mañana.



Colgué. Tenía una sonrisa de bobo que no podía aguantármela. Me hacía tan feliz poder hablar con ella. 




@smileerauryn

domingo, 22 de junio de 2014

Capitulo 12 ST




POV ÁLVARO.


Después de que ella se fuera, fui a casa y como quien dice, reflexioné sobre lo hablado. La verdad es aque ella tenía razón, no iba a tirar todos estos años a la basura. No debía y no podía. Soy un completo gilipollas.

-Siento lo de esta mañana -Me disculpé con Dani y María-
-No te preocupes, pero sabes que Marta tienes razón.
-Dani tiene razón Álvaro, debes arreglarlo. -María acarició mi mano-
-Lo sé, lo sé tanto como se que Míriam no me perdonará así de fácil.
-Ella te necesita, sabes que lo hace. -Intentó sonreír-
-No es tan fácil María, se supone que debería estar a su lado en lo bueno y en lo malo. Lo juré y mira lo que estoy haciendo. Soy una mierda. -Suspiré-
-No seas idiota Bro. Ya la cagaste una vez, no lo hagas una segunda.
-Descansa por hoy y mañana ve a su casa, intenta arreglarlo. Se que ella te perdonará, tarde o temprano lo hará.

Asentí y la abracé. Subí a la que ahora era mi habitación y me tiré encima del colchón. Lo mejor será que luche por ella, antes de que el idiota de Àlex se la lleve. Antes de que me la saque.


*



A la mañana siguiente me arreglé, pasé por la floristería que había cerca de casa de Dani y pedí que me hicieran un ramo de rojas con alguna que otra blanca.

Cuando lo tuve ya en mis manos, salí dirección mi antigua casa. Estaba nervioso y las piernas me temblaban. Me sentía tonto al sentirme así. Cuando estaba delante de la casa, respiré hondo y toqué el timbre un par de veces.

Una Míriam dormida y con el pelo revuelto abrió la puerta. Se veía tan tierna.

-¿Que haces aquí? Todavía no he firmado los papeles, si es a lo que vienes. -Se apartó de la puerta y entró hacia dentro-
-No he venido a por los papeles.
-¿Entonces? ¿Vienes a por la niña? Acaba de dormirse después de darme la lata toda la noche. -Hizo un mohín-
-Tampoco vine a eso.
-¿Entonces?
-Esto... -Suspiré y cogí aire. Sin decir nada, estiré el brazo donde llevaba el ramo hacia ella-

Abrió la boca en una pequeña “o”. Miró el ramo, me miró y volvió a mirar el ramo.

-¿E-esto es para mi? -Asentí- ¡Oh dios mío! -Se llevó las manos a la boca y cogió el ramo- Son preciosas.

Se dirigió a la cocina, cogió un jarrón de cristal, lo llenó de agua y las puso allí. La miré enternecido. ¿Como podía ser tan hermosa? Sin duda, era un capullo por no verlo.

-Yo... bueno... -Rasqué mi nuca- Quería pedirte perdón.
-¿Perdón? ¿Porqué? -Arrugó las cejas-
-Amo cuando arrugas las cejas. -Susurré mientras pasaba una mano por su ceño fruncido- Vine a pedirte perdón porque soy un cobarde de mierda. Se que prometí cuidarte en la salud y en la enfermedad, lo juré, y como una mierda que soy no soy capaz de cumplirlo. Estoy dejándote ir contra mi voluntad, no quiero perderte, no otra vez. -Acaricié su mejilla- Eres lo más bonito que la vida me ha podido dar, incluyendo a la pequeña Leire. Y no dejaré que entre nosotros se interponga el estúpido de Àlex. No pienso pasar por eso, no de nuevo. Perdoname. -Dije mientras chocaba nuestras frentes-
-Estás muy equivocado si piensas que de un día para el otro te voy a perdonar. -Suspiró- Las rosas... ha sido un detalle hermoso, pero no puedo. -Se separó- Te pedí que no me dejaras, te dije que eras el único en ese momento que estaba conmigo, el único en quien confiaba y aún así te marchaste. No sabes lo mal que lo he pasado, no sabes lo mal que me has echo sentir. Dime, ¿Como se supone que me debo de tomar, si de un día para el otro me entero que soy amnésica, que tengo un marido, que vivo con él y es el único que se ha ganado mi confianza y, aún así, termina largándose porque dice que no lo soporta más? ¿Crees que a mi me hace gracia esto? ¿O que es un juego? Porque sinceramente, estás muy equivocado. -Vi en sus ojos lágrimas- Eras el único y tu... tu... -Su voz tembló- me abandonaste, dejaste de luchar por mi. ¿Porqué?
-Soy un capullo, lo sé. Pero estoy aquí, estoy aquí para ayudarte. Pienso hacer lo imposible para que recuperes tu antigua vida, para que salgamos adelante.
-Me enviaste los papeles del divorcio -Dijo dolida-
-Rómpelos, quemalos... haz con ellos lo que quieras. Pero ahora más que nunca, estoy dispuesto a luchar por ti, haré que te enamores de mi como lo estabas, haré que vuelvas a confiar en mi. Seremos la familia que siempre soñaste. Te lo juro, mi amor.

Pude ver como esas lágrimas que se guardaba por ellas, salían poco a poco, resvalando por sus mejillas. Pasé las yemas de mis dedos secándolas y la apreté contra mi cuerpo.

-Solo te estoy pidiendo una oportunidad. Si ves que, en un tiempo, no consigues enamorarte de mi, entonces, me daré por vencido. Me retiraré y tu podrás ser feliz con quien quieras. Pero solo te pido eso, solo te pido que me des una oportunidad de enamorarte, por favor.

Míriam se me quedó mirando, mordió su labio inferior y pasó su mano por debajo de su nariz. Suspiró y se aferró en mi pecho, escondiendo la cabeza en el.

-Si te doy otra oportunidad... ¿prometes no volver a fallarme?
-Lo prometo princesa. Cuando tu digas vasta, yo me iré y te dejaré en paz.
-¿Y si se me sacan las ganas de seguir en adelante, pero quiero que sigas a mi lado? -Preguntó mientras agarraba mi camiseta entre sus puños-
-Estaré aquí contigo.
-¿Y si no recuerdo nada, pero me enamoro de ti?
-Entonces, te explicaré todas las veces que quieras nuestra historia.
-¿Y si engordo? -Ambos reímos-
-Entonces, amaré cada kilo de más que tengas. No pienso abandonarte de nuevo princesa. Estaré contigo, siempre.
-¿Lo prometes?
-Tu antigua yo, diría que prefiere más echos que palabras.
-Entonces, demuéstramelo. Demuéstrame que te quedarás contigo.
-Seguiré contigo hasta que te salgan arrugas por todos los lados y tengas el pelo blanco. Seguiré contigo hasta que utilices bastón y necesites de mi ayuda para moverte. Seguiré contigo hasta que mi corazón deje de latir.


Escuché un sollozo por su parte y, como auto reflejo, la apretujé más hacia mi pecho. Ella rodeó mis caderas y me apretó hacia ella. Juraría que, en cualquier segundo, ambos nos romperíamos a causa de la fuerza que utilizábamos.

-Te quiero princesa. Haré todo lo posible para que salgamos adelante. Dejaré de trabajar si hace falta. -Besé su coronilla- Haré todo lo imposible por ti.
-Deja de hablar tanto y demuéstramelo. Demuéstrame todo lo que estás diciendo y, solo entonces, te creeré.
-Está bien, princesa.

Besé la comisura de sus labios y la abracé una última vez.

-Será mejor que me vaya. -Susurré-
-Quedate. -Se aferró a mi-
-Princesa, tengo que hablar con Dani y María.
-No, por favor, quedate, quedate. Solo por hoy. Por favor.

Me quedé embobado mirando sus ojos. Esos pequeños ojos marrones, que brillaban con toda su intensidad.

-Está bien, me quedaré.
-¡Bien! -Empezó a dar saltitos-

No pude evitar soltar una carcajada y volver a abrazarla. La necesitaba tanto conmigo...

-Te necesito -Susurré-

Agarré sus mejillas, y no dudé ni un segundo en rozar sus labios con los míos. Ella automáticamente cerró los ojos y sonrió. La adoraba tanto. Jugué un poco con sus labios, hasta que ella me agarró por la nuca y los juntó. Se sentía tan bien besarla...

Rodeé su cadera con mis brazos y dejé mis manos en el bajo de su espalda, mientras ella enredaba sus manos en mi cuello y tiraba suavemente de mi pelo. Oh dios, estaba seguro que no podría controlarme.

Instintivamente, empecé a caminar, hasta dejar la espalda de Míriam apoyada en la pared. Ella me acercó mas hacia su cuerpo. Bajé una de mis manos hacia su culo. Al ver que, ella no reprochaba, bajé la otra. La apreté contra mi, sintiéndola cerca, sintiéndola gemir encima de mis labios. La obligué a enroscar sus piernas en mi cintura, mientras caminaba hasta el marmol de la cocina. La apoyé con delicadeza y, poco a poco, fui besando desde sus labios hasta la curva de su cuello. Allí me entetení a dejarle besos y marcándola. Ella era mía. Sola mía.

Gemía y se movía debajo mío, sacándome de mis casillas. Metió sus manos por debajo de mi camiseta, subiéndola cuidadosamente. Me separé de ella y sacó mi camiseta. La tiró al otro lado de la cocina.

-Sería mejor... que.. siguiéramos... arriba. -Susurró entre besos-

Solo me limité a sentir. Volví a agarrarla de sus nalgas y como pude, subí las escaleras, mientras me deshacía de su camiseta del pijama. Míriam desenroscó sus piernas de mis caderas y se apoyó en el suelo. Agarró mi mano y nos metió en nuestra antigua habitación. Una vez que cerró la puerta, me acorraló entre la pared y ella. Yo, no me podía quejar. Empecé a dirigirme hacia la cama, puse una mano en su baja espalda y, cuando sus piernas chocaron contra el bordillo de la cama, ya estiré con cuidado. Bajé dándole besos por la clavícula, mientras mis manos paseaban libremente por su cuerpo, hasta llegar a la cinturilla de su pantalón. Lo bajé con cuidado, mientras iba dejando besos por sus cortas y delgadas piernas. Volví a besarla y no se en que momento, ella se encontraba encima de mi.

Mis manos se encontraban apretando sus nalgas, con total libertad, mientras ella estaba inclinada encima de mi, besando y marcando mi cuello. Sus caderas se movían de arriba a bajo, provocándome. Sentía dolor, necesitaba liberarme, necesitaba sacarme los pantalones.

Por un segundo, ella me estuvo mirando. Sus manos se dirigieron hacia mi pantalón, desabrochando el cinturón y el botón. Levanté un poco las caderas para que pudiera sacarlo mejor. Una vez fuera, suspiré. Esto era otra cosa. Míriam volvió a colocarse encima de mi, frotando nuestras partes íntimas, mientras apoyaba sus manos en mi pecho.

-Como... Como sigas asi... mhhh. No podré seguir. -Dije con dificultad-

Ella mostró una sonrisa pícara y se levantó de encima mío. Sus manos fueron hasta donde estaban colocadas sus braguitas y, lenta y provocadoramente se las sacó. Quedó delante mía, completamente desnuda. Me acerqué a ella y la tiré encima de la cama, provocando que ella soltara un grito y estallara a carcajadas. Sus carcajadas eran música para mi.


Después de que soltara la carcajada, recorrí con mis manos cada centímetro de su cuerpo, mientras me encargaba de chupar y morder con delicadeza uno de sus pezones. Poco a poco, fui descendiendo, hasta llegar a su sexo. Metí uno de mis dedos en la boca y lo dirigí hacia su entrada y, lentamente lo introduje. Míriam soltó un gemido. Mientras bombeaba lentamente el dedo en su interior, con mi lengua jugaba con su clítoris. Podía sentir como ella se retorcía debajo de las sábanas. Introducí un segundo dedo, y ella, se aferró a las sábanas, arrugandolas bajo sus puños. Sus gemidos era música para mis oídos.

En un momento, noté como sus paredes se contraían, como su cuerpo se agitaba, como su cuerpo se contraía a la vez que gritaba mi nombre. Aflojó su agarre de las sábanas. Estiré la mano hasta llegar a una de las mesitas de noche que se encontraban al lado de la cama, abrí el primer cajón y saqué un condón.

-¿C-Como sabías que estaban ahí? -Preguntó con la voz entrecortada-
-Porque yo los dejé ahí -Le guiñé el ojo-

Ella se sonrojó y me sacó el condón de las manos. Lo abrió con cuidado y me miró. Bajé mis calzoncillos, hasta dejarlos reposando en el suelo. Ella, se sentó y, con delicadeza lo puso, aunque tuve que ayudarla. Besé sus labios y la estiré lentamente en el colchón. Estuvimos besándonos hasta que entré en ella. Dios, seguía tan apretada como siempre. Al principio, las embestidas eran lentas y pausadas, hasta que las hacía bruscas y rápidas. Míriam enredó sus piernas alrededor de mis caderas, para así, poder tener más acceso en ella. Sus uñas se clavaron en mi piel. Seguí embistiendo, estaba cerca, necesitaba liberarme, necesitaba sentirla conmigo, hacerla mía de nuevo.

Tras un par de embestidas más, estaba al límite. Ella besaba y mordía mi cuello, hasta que me liberé, podría haber parado, pero sabía que ella no había llegado aún. Con la poca fuerza que me quedaba, le di un par de embestidas como las últimas. Fuertes y lentas. Hasta que sentí sus paredes contraerse y se dejó ir.

Esperé un poco a salir de ella. Se sentía tan bien, la sentía mía. Al salir, ambos soltamos un suspiro. Me estiré a su lado y la apretujé contra mi cuerpo.

-No sabes, cuanto necesitaba hacerte mía. -Susurré en su oreja-

Ella solo soltó una leve carcajada y se giró, mirándome.

-¿esto será siempre así? -Preguntó-
-¿Así como, princesa? -Pregunté mientras apartaba mechones rebeldes de su pelo, hacia detrás de su oreja-
-¿Será siempre sexo?
-No siempre. Yo no solo quiero sexo de ti Míriam. Te quiero conmigo, para toda la vida. Haré que vuelvas a enamorarte de mi y, si hace falta, careceré de sexo.
-Pero... yo no quiero que carezcas de sexo. -Dijo mientras se montaba encima mío-
-¿Acabamos de acabar y ya necesitas otra ronda? -Pregunté divertido-
-Mmm, puede que aún me queden ganas de seguir. -Movió sus caderas-
-Ohhh, por dios. ¡No hagas eso!
-¿Porqué? ¿Que sucede? -Preguntó en una sonrisa burlona-
-¿Que sucede? ¿Que sucede?! Sucede que, como sigas moviéndote así, te follaré de tal manera que no podrás levantarte ni de la cama.
-Tentada estoy de probarlo -Guiñó un ojo-



Me incorporé para besarla, cuando escuchamos unos llantos. Míriam suspiró y se apartó de encima mío. Agarró sus braguitas y salió de la habitación.



@smileerauryn