-Álvaro! -Gritó María- ¿Sabes
donde está mi prima?
-¿Qué? Yo que se... ¿Porqué?
-Porque desde que se ha despedido
de Àlex no la he visto más y en casa no está, la estoy llamando al
móvil y no lo coge. Encimas se ha puesto a llover.
-Mierda. Voy a salir a buscarla
-Dijo levantándose del sofá-
Si, me había ido hacía un buen
rato, después de que Àlex se fuera y después de que hablase con Rocío y David. Necesitaba espacio, necesitaba
tiempo, necesitaba tranquilidad y sobre todo necesitaba estar sola.
Eché a caminar por las calles de Madrid, sin rumbo alguno. Llegué
hasta el parque del retiro, después de estar andando horas y horas,
me quedé sentada en unas escaleras. ¿Porque mi vida tiene que ser
tan complicada? ¿Porque me tiene que pasar todo a mi? ¿Àlex o
Álvaro? ¿Álvaro o Àlex? ¿O ninguno? ¿Debo olvidarlos? ¿Debo
quedarme? ¿Debo irme? Millones de preguntas pasaban por mi mente
igual que millones de gotas me empapaban pero no me importaba,
necesitaba estar sola. Pasó tiempo, cuando decidí largarme de
allí, para no caer enferma. Me levanté y al girarme me topé con
unos ojos verdes, perfectamente reconocibles.
-Míriam... por fin te encuentro.
-¿Que haces aquí?
-He venido a buscarte -Sonrió- Nos
tienes a todos preocupados. ¿Porque te has ido sin despedirte?
-Necesitaba pensar -Miré hacia un
lado-
-¿En que? Si se puede saber.
-En ti. -Dije sincera- En Àlex y
en lo que tengo que hacer con cada uno de vosotros.
-¿Y a que conclusión has llegado?
-Que tu estás aquí y él no, que
Àlex volverá con Joana y yo no voy a poder hacer nada y... que no
quiero perder al amor de mi vida por un simple capricho -Dije sin
dejar de mirarlo ni un solo segundo- ¿Porque todo es tan difícil
Álvaro? ¿Porque la vida me pone tantos obstáculos? ¿Porque no
puedo ser feliz de una vez sin ningún tipo de complicación?
-No lo se. Pero yo quiero superar
todas las pruebas que nos anteponga la vida junto a ti. No quiero
volver a separarme de ti jamás. Te lo prometí y se que no cumplí,
pero esta vez, no te voy a prometer nada porque lo voy a hacer. No
dejaré que nada ni nadie se interponga entre nosotros. Te amo
Míriam, te amo con todo mi ser y sin ti yo no sería nada.
Le miré. Se hizo un silencio, para
mi asombro agradable. Cuando quise darme cuenta, estaba debajo de su
paraguas, abrazándolo y llorando como una niña desesperada. Le
echaba muchísimo de menos, quería estar a su lado pasase lo que
pasase. Él era mi mundo. Él era la persona que más amaba de toda
la tierra. Si, estoy segura, quiero estar con él y solo con él.
Álvaro me abrazó, y puso su chaqueta encima mío ya que me había
puesto a tiritar. Normal, llevaba horas debajo de la lluvia.
-¿Porque me la das? No quiero que
cojas frío.
-No me importa resfriarme Míriam
-Me miró- Llevas horas debajo de la lluvia, puedes resfriarte.
-A mi eso me da igual. Joder, vas
en manga corta y hace frío... -Le miré-
-No me reproches, anda, ven. -Pasó
un brazo por detrás de mi cuello y me acercó a él- ¿Como se te ha
ocurrido salir con la que está cayendo?
-Cuando salí no estaba lloviendo
-Miré al suelo- Necesitaba estar sola y pensar -Suspirar-
-¿Y te ha servido de algo
empaparte?
-La verdad es que no, tengo toda la
ropa pegada a mi y me está dando mucho asco -Saqué la lengua- Deseo
llegar a casa y cambiarme.
-Te quiero -Soltó de la nada-
Me quedé mirándolo. La verdad es que empaparme no ha servido de nada, soy una tonta y seguro que al día siguiente me enfermaría como nunca.
No pude evitar morderme el labio, le tenía delante, le tenía allí. Sin duda, él era mío y solo mío. Me abalancé sobre él, haciendo que él tirara el paraguas al suelo y me abrazara. Pegué mi frente con la de él y no lo dudé ni un segundo. Le besé. Le besé como si no hubiera mañana, como si fuera el último día de la tierra, como si nos fuéramos a morir minutos después.
-Yo también te quiero -Dije cuando me separé de él-
Fuimos caminando en silencio y
abrazados. Álvaro se encogía por el frío y me sentía mal. Aunque
estuviéramos en principios de Marzo, todavía hacía un poco de
fresco. No podía creer que me hubiera estado buscando todas estas
horas que he estado perdida, no podía creer que le tuviera por fin a
mi lado.
Suelto un par de estornudos seguidos, esto es realmente malo. Siento pesadez en mis parpados y siento que, mi cabeza, estallará en cualquier momento. Por fin, hemos llegado. Álvaro abre la puerta y cierra el paraguas.
Me saco su chaqueta y la cuelgo en el perchero, estaba un poco empapada pero se salvaba.
-Dios, Míriam! -Dije María
viniendo hacia mi- No vuelvas a irte así nunca, estás chorreando!
-Si.. yo.. lo siento -Miré hacia
el suelo y noté un leve mareo-
-¿Te encuentras bien? -Dijo María
preocupada-
-Enana, no vuelvas a irte así
nunca más ¿Vale? -Dijo Carlos entrando al comedor-
-Lo siento, necesitaba estar sola
-Levanté los hombros y cerré los ojos-
-Será mejor que te vayas a dar una
ducha de agua caliente -Dijo Álvaro- Deberás estar helada. -Dijo
una vez detrás mía-
-Si... esto... -Me quedé callada y
todos me miraron-
No me acuerdo de lo que pasó, solo
recuerdo que mis piernas temblaron y escuché como alguien gritaba y
me cogía. Me sentía helada, pesada, enferma...
Levanté con pesadez un ojo, tenía
sueño, me sentía realmente cansada. Cuando pude ver, vi que no
estaba en mi habitación. Se me hacía desconocido el lugar donde
estaba. Moví la cabeza hacia un lado y hacia el otro. Vi que Álvaro
estaba acurrucado en un sofá, dormido. ¿Se habría quedado conmigo?
Pude reconocer que estaba en una
habitación de hospital. ¿Que hacía allí? Intenté levantarme,
pero el cuerpo me pesaba y me entró una leve tos y que hizo que
Álvaro se despertase asustado.
-No vuelvas a asustarme de esa
manera -Dijo levantándose y apoyándo su mano en mi frente- Sigues
con fiebre.
-¿Que hago aquí?
-Ayer, te desmayaste por culpa de
la fiebre. ¿Porque no me dijiste que te encontrabas mal? Me has echo
pasar un mal trago.
-Lo siento, no quería...
-Shh -Dijo poniendo un dedo en mi
boca- Vasta de lamentarlo ¿Vale? Lo importante es que estás
despierta y los médicos lograron bajarte la fiebre. Aunque todavía
tienes.
-Siento como si me hubieran dado
una paliza. -Dije mientras me echaba hacia un lado de la cama- Anda,
estírate conmigo, ese sillón tiene pinta de ser muy incómodo.
-Y lo es.. tengo la espalda echa
una mierda -Dijo mientras se estiraba- Casi me da algo cuando te
desmayaste -Dijo mientras acariciaba mi pelo- Suerte que estás bien,
no podía soportar la idea de perderte.
-No me vas a perder Álvaro... Voy
a estar a tu lado, siempre
-Lo se, y yo estaré a tu lado,
siempre. Anda, duerme un rato que se te están cerrando los ojitos.
-Dijo besando mi frente-
-No quiero... -Apoyé mi cabeza en
su pecho-
-Anda, hazlo -Acariciaba mi pelo-
Estaré aquí cuando te despiertes.
Asentí levemente y me dormí. Y
era cierto lo que dijo, al despertarme le vi a mi lado, dormido.
Tenía un brazo suyo encima de mi cadera y su cabeza apoyada en mi
cabeza. Levanté un poco la cabeza y le besé la mejilla y la nariz .
Álvaro juntó las cejas y abrió poco a poco los ojos.
-Buenas tardes dormilón -Sonreí-
-Mmmm, buenas tardes -Dijo con una
voz ronca-
-¿Sabes una cosa? Echaba mucho de
menos despertarme a tu lado y escuchar esa voz ronca -Volví a besar
su mejilla-
-Y yo echaba de menos despertarme
con tus besos -Me acarició la mejilla- ¿Como te encuentras?
-Bien, ya no siento tanta pesadez
como antes. -Puse una mano en su pecho-
-Me alegro que ya te sientas bien
-Dijo dándome un beso en la frente y me miró- Te quiero. -Sonreí-
-Yo también te quiero.