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sábado, 16 de noviembre de 2013

Capitulo 77





Dos años después.






-¿Estás nerviosa? -Pregunta Andrea-
-Un poco si la verdad -Dije mientras me tocaba el pelo- No puedo creer que la boda sea de aquí un mes y nos queda muchísimo por preparar... -Suspiré-
-Bueno, para eso estamos tus damas de honor -Dijo Marta- Sabes que nos encantaría ayudarte, pero te emperras de hacerlo tu sola.
-Lo se, pero es algo que quiero hacer yo -Suspiré- Me lo debo a mi misma.
-Pero no podrás con todo -Dijo María-
-Mira, hacemos una cosa, si no puedo, me ayudáis ¿Vale?
-Que cara tienes -Dijo Eunice riendo- Para eso dejanos ayudarte ya, si tarde o temprano nos pedirás ayuda.
-Callaos -Ordené- Os pondré los vestidos más horteras del mundo -Amenacé-
-Oh, no por favor -Dramatizó Clara- no pasaré por ese ridículo.. -Todas rieron-
-Es broma. -Dije- Anda, es aquí -Dije mientras abría la puerta-


Entramos en la tienda, veía a las chicas nerviosas y me lo contagiaban. Entramos y sin decir nada, nos llevaron donde los vestidos. Para las damas de honor, habíamos elegido unos vestidos azul cielo, era de palabra de honor, aferrado al cuerpo hasta las caderas, una vez que llegaban a las caderas caía hasta el suelo. Era liso completamente y el pelo lo llevarían recogido.


-Los vestidos de dama de honor los ha elegido mi madre -Les dije cuando cogí uno de ellos- Espero que os guste -Las miré- Sinceramente son preciosos
-Dejate de charlas y enseñánoslo! Estamos impacientes por verlos -Dijo Andrea-
-Está bien... -Saqué de la bolsa negra el vestido, con cuidado de no arrugarlo y las miré-
-Oh dios mío -Dijeron todas a la vez-
-¿Que pasa? -Pregunté un poco asustada- ¿No os gusta?
-Oh, diablos Míriam, claro que nos gusta. -Dijo Eunice-
-Es precioso -Dijo Marta mientras lo cogía-
-¿Nos quedará bien? -Preguntó María-
-Por eso estáis aquí tontitas -Sonreí- cada una os probaréis el vestido y os lo arreglarán -Sonreí-
-¿Y tu? -Preguntó Clara y sonreí-
-Yo nada -Mentí-


Las chicas se fueron a probarse los vestidos encantadas, salieron en nada, se miraron en el espejo que había en ese largo salón y vinieron las modistas a acabar de darles unos toques. Mientras ellas estaban en su mundo, enamoradas y encantadas del vestido, yo fui a probarme el mío. Sinceramente no sabía como era, confié plenamente en mi madre. Y os preguntaréis ¿En tu madre? Pues claro que si. Se puede decir que en estos dos años, me llevo bien con ella, hasta conseguí poderla llamar “mamá”.
Entré donde me dijeron que tenían el vestido y, me quedé maravillada con él. Era precioso. El vestido era largo, con una cola enorme, tenía escote de corazón y los brazos, pecho y espalda solo había una tela transparente de encaje blanco, lo que significaba que tendría que ir sin sujetador, las mangas eran largas.
Salí del probador y me quedé en aquel enorme salón mirándome al espejo. No podía creerme que en cuestión de días me casaría con Álvaro. Desde que me pidió matrimonio, se puede decir que nuestra relación se había echo más fuerte. Casi no discutíamos y estábamos más melosos que nunca. Estaba tan embobada mirándome en el espejo, que no me di cuenta que las chicas me estaban mirando. Las miré a través del espejo y me limpié las lagrimas y las sonreí.


-No me puedo creer que me vaya a casar -Murmuré-
-Estás preciosa amiga -Dijo Marta-
-Dios, el vestido es precioso. -Dijo Andrea-
-Te sienta fenomenal -Dijo Carla-
-Álvaro querrá arrancártelo cuando te vea con él -Dijo María y todas reímos-
-¿Os gusta tanto como os gusta a mi? -Todas asintieron-


Las modistas entraron y empezaron a retocar el vestido. Quisieron ajustármelo más en la barriga pero me negué.


-¿Porqué no quieres que te lo ajusten de la barriga? -Dijo Eunice y las miré-
-Pues, porque no sabemos si la barriga va a crecer mucho dentro de un mes. -Las miré-
-No seas paranoica Míriam, no tienes porqué engordar.
-Yo se lo que me digo -Sonreí- Si antes de la boda, me sigue quedando ancho, vendré. -Dije mirando a las modistas y estas asintieron- Perfecto. -Sonreí-
-Puede sacarse el vestido -Dijo una de las modistas- En cuanto lo tengamos preparado la llamaremos.
-Esta bien, muchas gracias -Sonreí-


Salimos de la tienda y las chicas decidieron ir a tomar algo, yo simplemente me negué.


-Diablos Míriam, ven con nosotras. -Dijo Marta-
-No chicas, de verdad. Me encantaría ir pero, tengo que acabar con los detalles de la boda y Álv... -No me dejaron acabar-
-Álvaro, Álvaro, Álvaro... Siempre Álvaro -Marta se cruzó de brazos- ¿Puedes dedicarnos un poco de tiempo a nosotras? Somos tus amigas. -Reprochó-
-Lo se, lo se pero... -Volvió a cortarme-
-Pero nada, Míriam. Joder, siempre haces lo mismo. Solo centras tu atención en Álvaro y a las demás ¿que? -Se la notaba enfadada-
-No digas eso -Susurré-
-Es la pura verdad -Soltó Andrea- ni siquiera te has dado cuenta de que... -La interrumpí-
-De que ¿que?
-Joder, ni siquiera te has dado cuenta de que estoy embarazada! -Gritó Marta a los cuatro vientos y me quedé helada. La miré y clavé mi vista en su barriga. Tenía razón, esta se encontraba más rellenita-
-Marta -La miré- yo...
-Marta nada... -Me miró con ¿desprecio? ¿dolor?-
-No me mires así -Desvié mi vista al suelo-
-¿Y como quieres que te mire? Dime. Ni siquiera te has dado cuenta. Pero... -Soltó una carcajada- ¿Como te vas a dar cuenta si solo piensas en Álvaro y casi no cuentas con nosotras? Pensé que eramos amigas... -Las miré a todas-
-Y lo somos. -Afirmé-
-¿Segura? Ni siquiera nos has preguntado como estamos, ni siquiera te has preocupado por nosotras. Estás tan centrada en la boda que ni siquiera te has dado cuenta que Carla no se habla con David, o que por fin Carlos le ha pedido a Andrea que se vaya a vivir con ella... ¡No sabes nada! -Empezó a gesticular con los brazos-
-No es mi culpa -Susurré-
-¿Que no es tu culpa? -Carcajeó- ¿Entonces de quien es la culpa? ¿De Eunice? ¿De María? ¿De Carla? ¿De Andrea? ¿Mía? -Todas estábamos calladas- Paso de perder el tiempo reprochándote cosas. Vete, corre, vete con tu amado. Paso de estresarme -Me miró y cogió aire- Al fin y al cabo, no quiero que me pase lo que te pasó a ti -Se llevó las manos a su barriga. Eso dolió-
-¡Marta! -Dijo María-
-Te has pasado -Suspiró Eunice-
-¿A caso no es verdad? -Las miró- Mucho que os quejáis y después no le decís las cosas a la cara. -Me miró- No se que haces aquí plantada. ¿Porque no te largas de una puñetera vez? Álvaro debe de estar esperándote.


María se separó de Marta. Mis ojos se aguaron. Realmente, lo que dijo Marta me tocó, y mucho. Me sequé las lágrimas antes de que cayeran, las miré por última vez y me fui de allí. Escuchaba el murmuro de las chicas mientras les echaban la bronca a Marta por la cosa desagradable que dijo. María salió en mi busca cuando eché a correr. Se que lo hice mal, se que no debí dejarlas de lado durante estos dos años, se que me he centrado más en mi relación que con ellas, pero.. ¿que iba a hacer yo? Un desliz de estos lo tiene cualquiera. Joder, me sentía realmente mal. Odiaba pelear con Marta, no me gustaba nada... La conocía desde que tenía uso de razón y nunca me gustó pelear con ella. Me senté en uno de los bancos que había por la calle e intenté cesar mi llanto.


-Míriam. -Murmuraron detrás de mi-
-¿Que quieres María? -Dije mirándola-
-No le hagas caso a Marta. -Dijo mientras se sentaba- Dijo una cosa horrible -Miró al suelo-
-Lo sé... Me lo podía esperar de las demás, pero de ella... Me dolió ¿Sabes? -La miré y me miró-
-Entiendo. Pero piensa en ella... Moría de ganas por decirte que estaba embarazada, no paraba de repetir que el día que te viera ella empezaría a tener barriga y que esperaba que te dieras cuenta -Soltó un suspiro-
-Soy una mala amiga -Me llevé las manos a la cabeza- Joder. ¿Como no me pude dar cuenta? Maldita boda.
-Eu, -Pasó su mano por mi pelo- No le eches la culpa a la boda. Te entiendo -Sonreí- Yo también paso más tiempo con Dani, casi no quedo con ellas. -Suspiró- Te entiendo perfectamente prima -Sonrió- No dejes que sus palabras te afecten. -Asentí- Anda, vamos... Te acompaño a casa -Volví a asentir-


No dijimos nada durante todo el trayecto. Caminábamos en silencio. Una vez que llegamos a casa me despedí de María, decidí entrar en casa, pero algo me echó para atrás y llamé a María.


-¡María! -Grité y esta se giró- Ven un momento -Ella vino-
-¿Que pasa? -Preguntó sonriente-
-Quieres... esto... hummm... -Suspiré- ¿Ayudarme con las tartas y las flores?
-Claro que si primis -Sonrió y me abrazó-
-Gra.. Gracias.


Entramos en casa, nos sentamos en el sofá y cogí el catalogo de los pasteles y el de las flores para el ramo y los puse encima de la mesa. Estuvimos mirando primero las tartas. Había un montón que nos llamaba la atención. Vimos uno, que a ambas nos encantó, era bastante sencillo, era blanco y llevaba unas rosas en el segundo piso y era de chocolate. Carlos seguro que se lamería los dedos. Y en cuanto al ramo, escogimos un ramo con orquídeas que era bastante bonito y lucía bien con el vestido. Acabamos más rápido de lo que esperaba, así que María aprovechó y cogió el álbum para las invitaciones. Estuvo mirando hasta que llegó al punto donde Álvaro y yo habíamos señalado un modelo que nos encantaba.


-Míriam, esta es preciosa -Señaló nuestra elección y sonreí-
-Me alegro de que te guste. A Álvaro fue la primera que le gustó -Sonreí- Es preciosa ¿verdad? -Asintió-
-¿Cuando las haréis?
-Tenemos que ir, a que las hagan -Suspiró-
-Tiene que ser ya, sinó...
-Si, lo se -Suspiré- Con tanto ajetreo que tenemos, casi no nos da tiempo.
-¿Quieres que vaya yo a encargarlas? -Me miró-
-¿Estas segura de que lo quieres hacer?
-¡Claro que si Míriam! -Sonrió con emoción- Me encantaría.
-Entonces, si no es una molestia, me sacarías un peso de encima -Suspiré-
-Encantada lo hago primis. -Dijo mientras se levantaba- Será mejor que me vaya. -Sonrió- Mañana voy a pedir que me las hagan en cuanto antes. -Asentí-
-Muchas gracias María. -La abracé-
-Para eso estamos, tonta -Sonreí-


María se fue. Álvaro había quedado con los chicos, así que estaba sola en casa con Nala. Me tiré en el sofá, no sabía que hacer y estaba frustrada por la “discusión” con Marta. “ Al fin y al cabo, no quiero que me pase lo que te pasó a ti” Esas palabras no paraban de repetirse una y otra vez en mi cabeza. ¿Como podía ser tan rastrera? ¿Como podía comparar mi aborto con ella?
Mi móvil vibró. Me levanté de mala gana, secándome las lágrimas, otra vez.


Siento lo que te he dicho hoy, se que me he pasado. No quise decir eso. No quise ser rastrera... Por favor, perdoname”


El mensaje lo había enviado Marta. ¿Se pensaba que lo arreglaría con un simple mensaje?


¿Crees que con un simple mensaje pidiendo perdón vas a arreglarlo? Estás muy equivocada y si. Has sido una rastrera. No me lo esperaba de ti”


Tardé en enviarle el mensaje. Tiré el móvil encima de la mesa y suspiré. Este volvió a vibrar.


Joder Míriam, te estoy pidiendo perdón. ¿A caso no te sirve?


A esta chica le falta un tornillo.

¿Crees que te voy a perdonar tan fácil? Tienes razón, no me he preocupado mucho por vosotras durante estos dos años, pero eso no te da el derecho de echarme en cara que tuve un aborto. No después de todo lo que he pasado.”

Volví a tirar el móvil a la mesa. Este volvió a vibrar y pasé completamente de él. Agarré la correa de Nala y la llamé. Esta vino corriendo. Le puse la correa y bajamos a bajo. Estuvimos paseando durante un buen rato hasta que decidí volver. Nada más entrar en casa, mi móvil empezó a sonar. “Marta llamando” La colgué. Por lo menos, me había llamado diez veces. Apagué mi móvil, solté a Nala y me dirigí a mi habitación. “Por favor Álvaro, llega ya.”
No se cuando, no se como, pero me quedé dormida. Me desperté sobresaltada, cuando escuché el timbre de casa. “¿Quien puede ser a estas horas? No creo que Álvaro se dejase las llaves en casa”



jueves, 7 de noviembre de 2013

Capitulo 76





Cuando Marta me abrazó, me llevó delante de la mesa, donde encendieron las velas. “Antes de soplar pide un deseo querída” Dijo mi abuela con emoción. ¿Que deseo iba a pedir yo? Tenía todo lo que quería, tenía a mi familia, mis amigos y a Álvaro. Estaba completa. ¿Que más podía pedir?
Cerré los ojos. “No quiero separarme nunca más de Álvaro y de los míos” Abrí los ojos y soplé. Todos aplaudieron como locos y empezaron a gritar. Me sentaron en una silla, y cada uno me empezó a dar sus regalos. Blas y Eunice me compraron un vestido de color azul turquesa con un bolso de mano negro, bastante elegante. Carlos y Andrea me regalaron un peluche de una tableta de chocolate, un monedero grande, negro y un pañuelo azul turquesa. Hugo me regaló una sudadera vans. David y Clara optaron por hacerme un álbum de fotos de todos nosotros. Jo, me había encantado. Dani y María me regalaron un set de maquillajeMis abuelos me regalaron un conjunto de pendientes, collar y pulsera de Tous. Mi padre, como cada año, me regalaba unas converse. Desde que le dije de pequeña que me prometiera que cada cumpleaños que pasara conmigo, me regalase unas converse, sería la niña más feliz del mundo, pero, a estas alturas, tengo más converse que la zapateria. Marta se quedó la última, me entregó su regalo y la miré con gran incógnita. Era una caja enorme. Si yo me curraba los regalos, ella ya... vamos, se pasa.


-Tu vas a putear eh! -Dije mientras agarraba su regalo-
-Bueno, sabes que me gusta verte desesperada buscando tu regalo. -Alzó los hombros-
-Siempre igual -Suspiré- Nunca aprendes.
-Nope. -Rió-


Saqué la envoltura de su regalo. Y en efecto, allí había una gran caja, la abrí y estaba llena de confetis, papeles y gominolas y algún que otro chocolate.


-¡Eh! ¡Chocolate! -Dijo Carlos- Trae para aquí. -Estiró el brazo y le pegué-
-Ni se te ocurra robarme los chocolates rubio. -Le miré mal- Son míos
-Pero... Pero si tienes muchos -Puso puchero-
-Que no, que te he dicho que no.


Todos reían y Carlos se calló y se hizo el enfadado. Rebusqué y me encontré con una cosa blandita, la saqué y lo miré. Era el osito preferido de Marta, el que yo le devolví el día de su cumpleaños.


-¿Marta? -La miré- Q.. Que.. -Me quedé callada-
-Se que en tus manos ha estado bien, aunque lo hayas tenido olvidado -Sonrió- Busca el otro regalo, eso te lo explicará todo.


Asentí con la cabeza y, al meter la mano, saqué el otro regalo. Era cuadrado, y no pesaba nada. Lo abrí con ansiedad y me encontré con un marco de fotos. Eran cinco fotos, una en el centro y las otras cuatro en cada esquina. La foto del medio es una foto reciente, mientras que dos de ellas eran de cuando eramos unas mocosas y las otras dos “adolescentes”


-¡Eeeeh! -Dijo Blas- Dentrás del marco hay una nota. Tienes que leerla en voz alta.
-¿Que?! No, no. -Dijo Marta- Eso mejor que se quede en la intimidad. Por favor.
-Si, a saber lo que habrás escrito.
-Nada malo, lo juro, pero prefiero que te emociones cuando estés sola... ya sabes.
-¡Que la lea, que la lea! -Empezó a canturrear Dani y seguido por los demás-
-Está bien -Suspiré- A ver...

“Hola, querida amiga, hoy es tu cumpleaños y bueno, aquí estamos. Sabes que no se me dan bien estas cosas y que la inspiración en mi no crece, pero, no me cansaré nunca de decirte gracias, gracias por todo.
Primeramente, quiero darte las gracias por todo lo que me has dado, osea, por tu compañía, tu apoyo, tu comprensión y por tu presencia. Por brindarme todos esos momentos, en que nos hemos convertido en hermanas. Gracias por darme la oportunidad de tener a alguien como tú a mi lado, a alguien en quien poder confiar y poder divertirme. -Me tembló la voz- Quiero pedirte perdón por haberme ausentado, por no ser tan buena amiga como tu, por haberte faltado cuando más me necesitabas y por haberme enfadado por pequeñas cosas, pero... sabes como soy. Que un día me enfado y al otro estoy normal, que a los minutos me tienes pidiéndote perdón porqué, se que sin ti, yo no sería nadie. Siempre has sido y vas a ser como la hermanita que nunca tuve. Solo te pido, que te quedes a mi lado, que no me faltes nunca. Te quiero mucho amiga”


No pude evitar abrazarme a ella y llorar. Vale que a lo mejor no haya sido una nota muy emotiva, pero se perfectamente que ella no es de escribir y, le valoro muchísimo que haya echo esto por mi.


-No me voy a separar nunca de ti. ¿Me escuchas? -Le dije y ella asintió- Te quiero muchísimo.
-¡Que se besen! ¡Que se besen! -Canturreó Carlos y Álvaro y Hugo le pegaron una colleja-
-Gracias por todo chicos... -Sonreí mientra me secaba las lágrimas-
-Anda ¿Porque no hacemos un don't stop the party? -Dijo David mientras abrazaba a Clara-
-No estaría mal. -Dijo Blas-
-Por mi bien -Dijeron Dani y María a la vez-
-Nosotros nos iremos al hotel -Dijo mi padre- Mañana nos iremos, así que, disfrutar de la noche ¿vale?
-Está bien papá -Besé su mejilla-
-Una cosa, antes de iros. -Dijo Álvaro llamando la atención de todos- Bueno... eh... todavía falta mi regalo -Dijo mientras se sonrojaba-
-¿Te acabas de sonrojar? -Pregunté- No me lo puedo creer.
-Si bueno... eh... -Carraspeó- A ver, se que es un poco precipitado. ¿Sabes que te quiero verdad? -Asentí- Bueno, pues.. Yo quería decirte que... Eres el amor de mi vida Míriam, quiero pasar cada minuto, cada segundo a tu lado. Quiero hacerme mayor y envejecer contigo. Quiero ser yo quien despierte a tu lado todos los días, quiero ser yo quien te despierte, quiero ser yo quien te ame, quien te haga reír... Quiero ser tu último. Se que hemos tenido problemas -Se acercó a mi- Todos por mi culpa, y, estoy muy arrepentido de ellos. Te has alejado de mi, te has ido de mi lado, sentí que te perdía, sentí que ya no te tendría a mi lado. -Suspiró y me miró- Es cierto todo eso de que te das cuenta cuando vale una persona para ti una vez que la pierdes. Daría mi vida por ti, sin importar el resto.
-Vete al grano Álvaro, estamos ansiosos -Dijo Carlos-
-Como siempre, rompiendo el momento bonito, eres un palurdo -Dijo Dani y le pegó una colleja. Todos reímos-


Álvaro se levantó un poco los pantalones, se agachó apoyando todo el peso en una pierna, con una mano cogió mi mano y con la otra se la metió en el bolsillo, sacando una pequeña caja azul oscura de terciopelo. Oh dios mio. Dime que no es lo que creo que es. Miré a Marta y esta estaba abrazada con Hugo, mirándonos demasiado... ¿Emocionada? Volví a mirar a Álvaro, abrió la caja y dejó ver un precioso anillo con un diamante chiquitillo. Dios, creo que me voy a caer, me voy a desmayar. Me flaquean las piernas.


-Míriam... -Dijo mientras sacaba el anillo- ¿Quieres casarte conmigo?


Me miró a los ojos, lentamente se levantó. No sabía que hacer, ni que decir. ¡Pero di algo tonta! ¿Que hago? ¿Que digo? ¿Quiero casarme? Si, claro que quiero, pero no todavía, no quiero que me mal interprete, pero yo ahora no quiero casarme... Tengo que acabar la universidad... Dios, porque estás quieta. Tienes la mirada de todos, incluso la de él encima tuya y no dices nada.
Le miré y, una sonrisilla tonta se me escapó, seguida de un par de lágrimas.


-Si -Susurré-
-¿Que has dicho? -Preguntó mi abuela y la fulmine-
-Si, si, si. -Me eché encima de él- Claro que quiero. -Le besé-
-Oh, dios. Por un momento temí que le dijera que no -Dijo mi padre y todos rieron-
-Te quiero -Pegó su frente a la mía-
-Yo te quiero más, amor -Volvimos a besarnos y me puso el anillo-




domingo, 3 de noviembre de 2013

Capitulo 75





Se que no tengo que ser rencorosa, que a lo mejor se habrán olvidado de mi cumpleaños, pero... ¿Que todo el mundo se haya olvidado de mi cumpleaños? O vivo en un día que no es el mío, o es que realmente no le importo a casi nadie.
Suspiré resignada. Entramos en casa y me dejé caer en el sofá. Rápidamente, Nala vino hacia nosotros y subió al sofá, mientras movía la cola con entusiasmo. Me senté en el sofá y la cogí. ¿Como una cosita tan pequeña podía enamorarte en un día?


-Habría que sacarla -Dijo Álvaro mientras cogía su correa- Lleva todo el día encerrada, pobre.
-Si.. Anda trae -Dije mientras estiraba el brazo para que me diera la correa-


A Nala no es que le gustase mucho estar atada, ya que cada vez teníamos guerra para ponerle la correa. Después de tantos intentos, lo logré. Me levanté del sofá con pesadez y salimos. Álvaro pasó su brazo por mi cuello y me acercó a él. Llegamos a un parque y soltamos a Nala. Nos sentamos en un banco.


-¿Que crees que estarán haciendo los chicos? -Pregunté después de un largo silencio-
-No lo se. ¿Porque lo preguntas? -Dijo mientras besaba mi mejilla-
-Por nada, curiosidad. -Intenté sonreír- No se nada de ellos desde hace un par de días, me tienen preocupada.
-Sabes como son, seguro que cada uno estará con sus parejas ajenos de todo... Ya sabes... -Besó mi frente-
-En fin... -Suspiré-
-¿Estas bien? -Dijo mientras se separaba-
-Si, claro... ¿Como no voy a estar bien? Te tengo a ti, aquí a mi lado. -Le miré- No te vayas nunca de mi lado, por favor. -Supliqué-
-¿Crees que me voy a ir? Eres lo mejor que me ha pasado en la vida. -Acarició mi mano- Me he separado de ti dos veces, y esas dos veces, sentía que me moría... Eres mi vida Míriam. No quiero que te largues, no quiero volver a perderte, me niego rotundamente... “Sin ti no soy nada” -Canturreó y sonreí-
-Te amo -Besé sus labios-
-Y yo amor. Y he estado pensando una cosa... -Se calló-
-Vaya, ¿Tu pensando?
-¡Oye! -Me dio un mini empujón- Había pensado en que, ya que hemos vuelto, en que nos han visto juntos por ahí y subí aquella foto en twitter tuya y de Nala... En volver a hacerlo oficial -Le miré-
-Sabes que oficial ya es. No veo la necesidad de ponerlo en twitter, vamos... no se, pero si tu quieres yo no me negaré -Acaricié su mejilla-
-Entonces... ¿Me dejas hacerlo?
-Que si pesado, si es lo que quieres...
-¡Yupi! -Le miré y solté una carcajada-
-Eres como un niño pequeño.
-Puede ser, pero los niños pequeños no hacen esas cosas tan malas de esta mañana -Besó mi nariz-
-Eres un cochino -Le pegué en el hombro-


Álvaro sacó su móvil, puso la cámara, me acercó a él. Apoyé mi espalda en su pecho y el apoyó su barbilla en mi hombro, estiro el brazo, me dio un beso en la mejilla y cerré los ojos, sonriendo como una niña pequeña. Echó la foto. Dejó otro beso en mi mejilla, me separé de él y tecleó rápido algo, que ni siquiera vi. Fui en busca de Nala y nos fuimos hacia casa.

-Ah, quiero que esta noche te pongas el vestido que te he regalado -Dijo Álvaro mientras se apoyaba en el marco de la puerta-
-¿Para que? ¿Vamos a salir? -Dije mientras me empezaba a sacar mis pantalones-
-Miriam, no hagas eso -Dijo mientras se mordía el labio inferior- Y si, vamos a salir
-¿Es obligatorio? -Bufé-
-Si. -Se cruzó de brazos-
-Está bien. -Me puse el pantalón del pijama-
-¿No crees que es un poco, demasiado, corto? Todavía hace un poco de frío.
-Sip, pero tengo calor -Le guiñé el ojo-
-¿Quieres guerra? -Me miró sorprendido-
-¿La quieres tu? -Dije mientras me saqué la camiseta y me acerqué a él-
-Cada día me sorprendes más. -Me agarró de la cintura-
-Mmm ¿Eso es bueno no? -Dije mientras mordía su labio inferior-
-No hagas eso -Gruñó-
-¿El que? -Comencé a retroceder- ¿Esto? -Volví a mordele el labio-
-Controlate.
-¿Yo? Si no estoy haciendo nada -Susurré en su cuello- Venga, no te hagas el duro, sabes que quieres. -Dejé besos por su cuello-
-Si no te digo que no, pero tienes que prepararte, a las nueve tenemos una reserva... -Le miré-
-Oh, vamos Álvaro. -Llevé una de sus manos a mi culo- Lo deseas tanto como yo -Susurré-


Álvaro soltó un gruñido. Le empotré contra la puerta. Otro gruñido. Esto no me iba a salir bien. Agarré el cuello de su camiseta y le llevé hasta la cama, una vez allí, le tiré y me senté encima de él. Me quedé mirándolo y me mordí el labio.


-Debería estar prohibido que fueras tan condenadamente sexy ¿Sabias? -Dije mientras pasaba mis manos por debajo de su camiseta-
-Y debería estar prohibido que tu seas tan condenadamente sexy. Sabes que pierdo el control cuando tu lo tomas -Intentó levantarse pero no le deje-
-No, no bonito. Nada de eso.
-Oh, vamos... -Dijo mientras ponía sus manos en mis caderas-
-Para nada bonito -Le besé-


Dejé que se incorporase, le saqué la camiseta, recorrí su cuello, dejándole una gran marca, me mataría cuando se la viera. Moví mis caderas, hacia delante y atrás. Álvaro gruñó. Me encantaba cuando hacia eso. Volví a repetirlo. Álvaro se desesperaba, lo notaba en sus besos. Por última vez, volví a repetirlo. Tumbé a Álvaro, besé sus labios y me levanté.

-¿Donde te crees que vas? -Me miró-
-¿Yo? A la ducha -Le guiñé un ojo-
-No pensarás dejarme... así. -Se señaló-
-Uhh, dejame pensar... -Pasé mi mano por mi pelo- Si, te vas a quedar así. Lo siento. -Me encerré en el baño-
-¿Y que hago yo ahora? -Gritó-
-¡Lo que te de la gana! -Grité desde el baño-

No pude contenerme la risa, la cara de Álvaro fue digna de una foto. Me duché más rápido de lo que me esperaba. Me enrosqué la toalla y conecté el secador me peine con lentitud, y con la misma lentitud me sequé el pelo. Cuando ya estaba seco, salí hacia la habitación. Álvaro estaba estirado en la cama, cotilleando su Iphone. Me puse la ropa interior y bajé a la planta baja para buscar el vestido. Lo miré nuevamente. Era perfecto. Todo esto era perfecto.

-¡Míriam! -Gritó Álvaro-
-Que quieres
-Tu padre al teléfono.

Agarré la caja y subí las escaleras lo más rápido que pude, entré en la habitación y cogí mi móvil.


-¿Hola? -Me limité ha decir.-
-Hija -Dijo mi padre con un punto de ternura-
-Hola pa, ¿Que querías?
-¿A caso no puedo hablar con mi hija?
-Claro que si papá -Solté una risita- Pero es raro que me llames a estas horas...
-Acabo de venir de un viaje con Cloe. Sabes lo pesada que es... -Bufó-
-Me imagino. -Nos quedamos callados-
-Siento no haberte llamado esta mañana.
-Tranquilo, no pasa nada -Mordí mi labio para que no cayeran mis lágrimas. Jo, le echaba mucho de menos- Te echo mucho de menos Pa.
-Lo se mi amor, yo también. -Suspiró- Feliz cumpleaños vida -Dijo con un tono melancólico- Desearía tenerte aquí para poder estirar esas orejitas.
-¡No! -Grité- No, por favor... Eres un bruto. ¿Sabes lo que duele eso?
-Imagino, pero es tradición.
-Cuando me veas, no te acordarás.
-Que te lo crees tu, igual, nos vemos antes de lo esperado... -Hubo un silencio- Auch, Cloe! Vigila lo que haces, bruta. -Reí-
-Eres un caso papá. -Miré a Álvaro- Te quiero mucho. -Bajé mi vista al suelo-
-Y yo a ti mi niña. Estudia mucho y ya sabes.. utiliza protección.
-¡Papá! -Grité un poco escandalizada-
-¿Que? Ya sabes... por vuestro bien..
-Si papá, si... adiós.
-¿Como que adiós? ¿Y tus abuelos que? ¿Eh? -Dijo mi abuela- Hay que ver lo poco que nos quieres.
-No digas eso Abue... Si yo te quiero muuuucho.


Miré a Álvaro y me hizo unas señales para que me sentara con él. Abrió las piernas y me senté entre ellas, apoyé mi espalda en su pecho y Álvaro empezó a pasar sus dedos por mi brazo, haciéndome cosquillas. Puse el altavoz, de manera que estuvimos hablando un largo rato los dos con mis abuelos. Decidimos colgar, ya que como no nos empezáramos a preparar no llegaríamos a la sorpresa de Álvaro. No sabía que era y me mataba la curiosidad. Me vestí y me hice un moño, alto. Me maquillé, no mucho, pero me maquillé, me puse labial rojo y me eché colonia. Entré en la habitación y Álvaro estaba vestido con un traje negro. Demasiado sexy. Guardé mi cartera, el labial, el móvil y las llaves en el mini bolso. Me calcé los tacones y me puse la americana.


-Se que odias que te vende los ojos, pero necesito hacerlo -Le miré-
-Álvaro...
-Tranquila, que lo de esta tarde no pasará -Soltó una carcajada-
-Eres realmente malo, y con ese traje estás condenadamente sexy.
-Lo se. Y tu estás condenadamente fabulosa con ese vestido tan sexy que, si fuera por mi, no estaría en estos momentos puestos en tu cuerpo.
-¿Quieres quedarte con las ganas? ¿Otra vez? -Dije sonriendo-
-Malvada.

Bajamos y antes de subirnos al coche, me vendó los ojos. Me puse nerviosa. Estuvimos un buen rato en el coche, le preguntaba donde íbamos o si quedaba mucho para llegar, pero no decía nada. De un momento a otro, Álvaro paró el coche. “Ahora es cuando me deja aquí tirada en medio de la nada por ser una pesada y por dejarle con las ganas” pensé. Abrió la puerta y me ayudó a salir, todo estaba en silencio. Álvaro me cogió por la cintura, y empezamos a andar. Una puerta se abrió, todo seguía en silencio. Me soltó.

-¿Álvaro?
-Estoy aquí tranquila.
-Por favor, destapame los ojos, me va a dar algo como sigas así... -Suspiré-
-Tranquila, ahora te los destapo, un segundo..
-Oye, si me has traido a un lugar vete tu a saber donde, con los ojos tapados, espero que ni me violes ni me mates... -Escuché unas risas- Esto no tiene gracia -Me crucé de brazos-
-Oh, por favor, callate ya ¿si? Vas a joder la sorpresa.


Vale, ok. ¿Quieres que me calle? Ya me callo. Noté que me sacaba la venda. Todo estaba a oscuras. Las luces se abrieron de golpe, cegándome.


-¡Sorpresa! -Gritaron-


Abrí los ojos, y... Allí estaban todos, vestidos elegantes, rodeando el pastel, con una pancarta y globos al rededor del suelo. Casi, me echo a llorar, tuve que morder mi labio para evitarlo.
Papá, Cloe, los abus, Marta, Hugo, Carlos, Blas, David, María, Ariadna, Andrea, Eunice, Clara, Dani, Andrés y Ana estaban allí. Jo. Me iban a hacer llorar. Álvaro me abrazó.


-Se que llevas mal todo el día porque ninguno de los pelmazos te ha felicitado. -Me dio la vuelta- El melón tuvo la genial idea de hacerte sufrir, y hacer ver que no se acordaban de tu cumpleaños, así estarían más tranquilos para preparar todo esto.
-¿A quien llamas tu melón? ¿Eh? -Dijo Carlos- Anda, deja de acapararla. Ven aquí enana -Me tendió sus brazos-
-¿Enserio ha sido idea tuya? -Pregunté asombrada-
-Sip, aunque no te lo creas, a veces tengo buenas ideas. -Me sonrió y le abracé- Feliz cumpleaños enana -Me besó la frente-
-Gracias -Sonreí-


Pasaron uno por uno a felicitame, Marta se quedó la última.


-Me siento la peor mejor amiga del mundo, quise llamarte para felicitarte -Mordió su labio inferior- Pero me sacaron el móvil -Suspiró-

-Gracias -La miré- Gracias por estar conmigo todos estos años y por no fallarme. -La abracé- Eres la mejor amiga que me ha podido tocar en este mundo. -Intento de no llorar fallido-