Dos años después.
-¿Estás nerviosa? -Pregunta Andrea-
-Un poco si la verdad -Dije mientras me
tocaba el pelo- No puedo creer que la boda sea de aquí un mes y nos
queda muchísimo por preparar... -Suspiré-
-Bueno, para eso estamos tus damas de
honor -Dijo Marta- Sabes que nos encantaría ayudarte, pero te
emperras de hacerlo tu sola.
-Lo se, pero es algo que quiero hacer
yo -Suspiré- Me lo debo a mi misma.
-Pero no podrás con todo -Dijo María-
-Mira, hacemos una cosa, si no puedo,
me ayudáis ¿Vale?
-Que cara tienes -Dijo Eunice riendo-
Para eso dejanos ayudarte ya, si tarde o temprano nos pedirás ayuda.
-Callaos -Ordené- Os pondré los
vestidos más horteras del mundo -Amenacé-
-Oh, no por favor -Dramatizó Clara- no
pasaré por ese ridículo.. -Todas rieron-
-Es broma. -Dije- Anda, es aquí -Dije
mientras abría la puerta-
Entramos en la tienda, veía a las
chicas nerviosas y me lo contagiaban. Entramos y sin decir nada, nos
llevaron donde los vestidos. Para las damas de honor, habíamos
elegido unos vestidos azul cielo, era de palabra de honor, aferrado
al cuerpo hasta las caderas, una vez que llegaban a las caderas caía
hasta el suelo. Era liso completamente y el pelo lo llevarían
recogido.
-Los vestidos de dama de honor los ha
elegido mi madre -Les dije cuando cogí uno de ellos- Espero que os
guste -Las miré- Sinceramente son preciosos
-Dejate de charlas y enseñánoslo!
Estamos impacientes por verlos -Dijo Andrea-
-Está bien... -Saqué de la bolsa
negra el vestido, con cuidado de no arrugarlo y las miré-
-Oh dios mío -Dijeron todas a la vez-
-¿Que pasa? -Pregunté un poco
asustada- ¿No os gusta?
-Oh, diablos Míriam, claro que nos
gusta. -Dijo Eunice-
-Es precioso -Dijo Marta mientras lo
cogía-
-¿Nos quedará bien? -Preguntó María-
-Por eso estáis aquí tontitas
-Sonreí- cada una os probaréis el vestido y os lo arreglarán
-Sonreí-
-¿Y tu? -Preguntó Clara y sonreí-
-Yo nada -Mentí-
Las chicas se fueron a probarse los
vestidos encantadas, salieron en nada, se miraron en el espejo que
había en ese largo salón y vinieron las modistas a acabar de darles
unos toques. Mientras ellas estaban en su mundo, enamoradas y
encantadas del vestido, yo fui a probarme el mío. Sinceramente no
sabía como era, confié plenamente en mi madre. Y os preguntaréis
¿En tu madre? Pues claro que si. Se puede decir que en estos dos
años, me llevo bien con ella, hasta conseguí poderla llamar “mamá”.
Entré donde me dijeron que tenían el
vestido y, me quedé maravillada con él. Era precioso. El vestido
era largo, con una cola enorme, tenía escote de corazón y los
brazos, pecho y espalda solo había una tela transparente de encaje
blanco, lo que significaba que tendría que ir sin sujetador, las
mangas eran largas.
Salí del probador y me quedé en aquel
enorme salón mirándome al espejo. No podía creerme que en cuestión
de días me casaría con Álvaro. Desde que me pidió matrimonio, se
puede decir que nuestra relación se había echo más fuerte. Casi no
discutíamos y estábamos más melosos que nunca. Estaba tan embobada
mirándome en el espejo, que no me di cuenta que las chicas me
estaban mirando. Las miré a través del espejo y me limpié las
lagrimas y las sonreí.
-No me puedo creer que me vaya a casar
-Murmuré-
-Estás preciosa amiga -Dijo Marta-
-Dios, el vestido es precioso. -Dijo
Andrea-
-Te sienta fenomenal -Dijo Carla-
-Álvaro querrá arrancártelo cuando
te vea con él -Dijo María y todas reímos-
-¿Os gusta tanto como os gusta a mi?
-Todas asintieron-
Las modistas entraron y empezaron a
retocar el vestido. Quisieron ajustármelo más en la barriga pero me
negué.
-¿Porqué no quieres que te lo ajusten
de la barriga? -Dijo Eunice y las miré-
-Pues, porque no sabemos si la barriga
va a crecer mucho dentro de un mes. -Las miré-
-No seas paranoica Míriam, no tienes
porqué engordar.
-Yo se lo que me digo -Sonreí- Si
antes de la boda, me sigue quedando ancho, vendré. -Dije mirando a
las modistas y estas asintieron- Perfecto. -Sonreí-
-Puede sacarse el vestido -Dijo una de
las modistas- En cuanto lo tengamos preparado la llamaremos.
-Esta bien, muchas gracias -Sonreí-
Salimos de la tienda y las chicas
decidieron ir a tomar algo, yo simplemente me negué.
-Diablos Míriam, ven con nosotras.
-Dijo Marta-
-No chicas, de verdad. Me encantaría
ir pero, tengo que acabar con los detalles de la boda y Álv... -No
me dejaron acabar-
-Álvaro, Álvaro, Álvaro... Siempre
Álvaro -Marta se cruzó de brazos- ¿Puedes dedicarnos un poco de
tiempo a nosotras? Somos tus amigas. -Reprochó-
-Lo se, lo se pero... -Volvió a
cortarme-
-Pero nada, Míriam. Joder, siempre
haces lo mismo. Solo centras tu atención en Álvaro y a las demás
¿que? -Se la notaba enfadada-
-No digas eso -Susurré-
-Es la pura verdad -Soltó Andrea- ni
siquiera te has dado cuenta de que... -La interrumpí-
-De que ¿que?
-Joder, ni siquiera te has dado cuenta
de que estoy embarazada! -Gritó Marta a los cuatro vientos y me
quedé helada. La miré y clavé mi vista en su barriga. Tenía
razón, esta se encontraba más rellenita-
-Marta -La miré- yo...
-Marta nada... -Me miró con
¿desprecio? ¿dolor?-
-No me mires así -Desvié mi vista al
suelo-
-¿Y como quieres que te mire? Dime. Ni
siquiera te has dado cuenta. Pero... -Soltó una carcajada- ¿Como te
vas a dar cuenta si solo piensas en Álvaro y casi no cuentas con
nosotras? Pensé que eramos amigas... -Las miré a todas-
-Y lo somos. -Afirmé-
-¿Segura? Ni siquiera nos has
preguntado como estamos, ni siquiera te has preocupado por nosotras.
Estás tan centrada en la boda que ni siquiera te has dado cuenta que
Carla no se habla con David, o que por fin Carlos le ha pedido a
Andrea que se vaya a vivir con ella... ¡No sabes nada! -Empezó a
gesticular con los brazos-
-No es mi culpa -Susurré-
-¿Que no es tu culpa? -Carcajeó-
¿Entonces de quien es la culpa? ¿De Eunice? ¿De María? ¿De
Carla? ¿De Andrea? ¿Mía? -Todas estábamos calladas- Paso de
perder el tiempo reprochándote cosas. Vete, corre, vete con tu
amado. Paso de estresarme -Me miró y cogió aire- Al fin y al cabo,
no quiero que me pase lo que te pasó a ti -Se llevó las manos a su
barriga. Eso dolió-
-¡Marta! -Dijo María-
-Te has pasado -Suspiró Eunice-
-¿A caso no es verdad? -Las miró-
Mucho que os quejáis y después no le decís las cosas a la cara.
-Me miró- No se que haces aquí plantada. ¿Porque no te largas de
una puñetera vez? Álvaro debe de estar esperándote.
María se separó de Marta. Mis ojos se
aguaron. Realmente, lo que dijo Marta me tocó, y mucho. Me sequé
las lágrimas antes de que cayeran, las miré por última vez y me
fui de allí. Escuchaba el murmuro de las chicas mientras les echaban
la bronca a Marta por la cosa desagradable que dijo. María
salió en mi busca cuando eché a correr. Se que lo hice mal, se que
no debí dejarlas de lado durante estos dos años, se que me he
centrado más en mi relación que con ellas, pero.. ¿que iba a hacer
yo? Un desliz de estos lo tiene cualquiera. Joder, me sentía
realmente mal. Odiaba pelear con Marta, no me gustaba nada... La
conocía desde que tenía uso de razón y nunca me gustó pelear con
ella. Me senté en uno de los bancos que había por la calle e
intenté cesar mi llanto.
-Míriam. -Murmuraron detrás de mi-
-¿Que quieres María? -Dije mirándola-
-No le hagas caso a Marta. -Dijo
mientras se sentaba- Dijo una cosa horrible -Miró al suelo-
-Lo sé... Me lo podía esperar de las
demás, pero de ella... Me dolió ¿Sabes? -La miré y me miró-
-Entiendo. Pero piensa en ella... Moría
de ganas por decirte que estaba embarazada, no paraba de repetir que
el día que te viera ella empezaría a tener barriga y que esperaba
que te dieras cuenta -Soltó un suspiro-
-Soy una mala amiga -Me llevé las
manos a la cabeza- Joder. ¿Como no me pude dar cuenta? Maldita boda.
-Eu, -Pasó su mano por mi pelo- No le
eches la culpa a la boda. Te entiendo -Sonreí- Yo también paso más
tiempo con Dani, casi no quedo con ellas. -Suspiró- Te entiendo
perfectamente prima -Sonrió- No dejes que sus palabras te afecten.
-Asentí- Anda, vamos... Te acompaño a casa -Volví a asentir-
No dijimos nada durante todo el
trayecto. Caminábamos en silencio. Una vez que llegamos a casa me
despedí de María, decidí entrar en casa, pero algo me echó para
atrás y llamé a María.
-¡María! -Grité y esta se giró- Ven
un momento -Ella vino-
-¿Que pasa? -Preguntó sonriente-
-Quieres... esto... hummm... -Suspiré-
¿Ayudarme con las tartas y las flores?
-Claro que si primis -Sonrió y me
abrazó-
-Gra.. Gracias.
Entramos en casa, nos sentamos en el
sofá y cogí el catalogo de los pasteles y el de las flores para el ramo y los puse encima de la mesa. Estuvimos mirando primero las
tartas. Había un montón que nos llamaba la atención. Vimos uno,
que a ambas nos encantó, era bastante sencillo, era blanco y llevaba
unas rosas en el segundo piso y era de chocolate. Carlos seguro que
se lamería los dedos. Y en cuanto al ramo, escogimos un ramo con
orquídeas que era bastante bonito y lucía bien con el vestido.
Acabamos más rápido de lo que esperaba, así que María aprovechó
y cogió el álbum para las invitaciones. Estuvo mirando hasta que
llegó al punto donde Álvaro y yo habíamos señalado un modelo que
nos encantaba.
-Míriam, esta es preciosa -Señaló
nuestra elección y sonreí-
-Me alegro de que te guste. A Álvaro
fue la primera que le gustó -Sonreí- Es preciosa ¿verdad?
-Asintió-
-¿Cuando las haréis?
-Tenemos que ir, a que las hagan
-Suspiró-
-Tiene que ser ya, sinó...
-Si, lo se -Suspiré- Con tanto ajetreo
que tenemos, casi no nos da tiempo.
-¿Quieres que vaya yo a encargarlas?
-Me miró-
-¿Estas segura de que lo quieres
hacer?
-¡Claro que si Míriam! -Sonrió con
emoción- Me encantaría.
-Entonces, si no es una molestia, me
sacarías un peso de encima -Suspiré-
-Encantada lo hago primis. -Dijo
mientras se levantaba- Será mejor que me vaya. -Sonrió- Mañana voy
a pedir que me las hagan en cuanto antes. -Asentí-
-Muchas gracias María. -La abracé-
-Para eso estamos, tonta -Sonreí-
María se fue. Álvaro había quedado
con los chicos, así que estaba sola en casa con Nala. Me tiré en el
sofá, no sabía que hacer y estaba frustrada por la “discusión”
con Marta. “ Al fin y al cabo, no quiero que me pase lo que te
pasó a ti” Esas palabras no paraban de repetirse una y otra
vez en mi cabeza. ¿Como podía ser tan rastrera? ¿Como podía
comparar mi aborto con ella?
Mi móvil vibró. Me levanté de mala
gana, secándome las lágrimas, otra vez.
“Siento lo que te he dicho hoy, se
que me he pasado. No quise decir eso. No quise ser rastrera... Por
favor, perdoname”
El
mensaje lo había enviado Marta. ¿Se pensaba que lo arreglaría con
un simple mensaje?
“¿Crees que con un simple mensaje
pidiendo perdón vas a arreglarlo? Estás muy equivocada y si. Has
sido una rastrera. No me lo esperaba de ti”
Tardé
en enviarle el mensaje. Tiré el móvil encima de la mesa y suspiré.
Este volvió a vibrar.
“Joder Míriam, te estoy pidiendo
perdón. ¿A caso no te sirve?
A esta chica le
falta un tornillo.
“¿Crees que te voy a perdonar tan
fácil? Tienes razón, no me he preocupado mucho por vosotras durante
estos dos años, pero eso no te da el derecho de echarme en cara que
tuve un aborto. No después de todo lo que he pasado.”
Volví a tirar el
móvil a la mesa. Este volvió a vibrar y pasé completamente de él.
Agarré la correa de Nala y la llamé. Esta vino corriendo. Le puse
la correa y bajamos a bajo. Estuvimos paseando durante un buen rato
hasta que decidí volver. Nada más entrar en casa, mi móvil empezó
a sonar. “Marta llamando” La colgué. Por lo menos, me
había llamado diez veces. Apagué mi móvil, solté a Nala y me
dirigí a mi habitación. “Por favor Álvaro, llega ya.”
No se cuando, no se
como, pero me quedé dormida. Me desperté sobresaltada, cuando
escuché el timbre de casa. “¿Quien puede ser a estas horas? No
creo que Álvaro se dejase las llaves en casa”