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viernes, 28 de marzo de 2014

Capitulo 5 ST





La señora se levantó y vino hacia mi. Me abrazó igual que lo hizo ella.

-Hija mía, no vuelvas a darme estos sustos... Mi corazón ya está viejo y un ataque de estos, nuevamente, no lo soportaría.
-Lo siento.
-Tranquila hija. -Me acarició el pelo- Yo soy tu abuela. Abu solías llamarme. -Sonrió-
-Entiendo. Entonces -Desvié la mirada hacia el otro señor- tu eres mi abuelo?
-Así es querida. -Sonrió- Como ves no estoy para muchos trotes. Anda, ven a darle un achuchón a este viejo trasto.

Sin pensarlo dos veces le abracé. Mi corazón latía demasiado rápido y mi estado emocional se podría describir que estaba por las nubes. Tenía familia.

-¿Es que no piensas decirle nada a tu padre o que? -Preguntó el chico moreno-
-Claro. -Dudé-

Me acerqué a él y le abracé. Olía a colonia, una colonia que se me hacía demasiado familiar. Enterré mi rostro en su cuello e inspiré su olor.


-Papá, papá. -Grité- Quiero que me balancees, quiero tocar las nubes, como Heidy. -Dije mientras intentaba columpiarme- Venga papá. Empuja más fuerte -Volví a gritar-
-Te podrías caer cariño. -Dijo con una voz dulce-
-Venga papá, por favor -Hice pucherito-


-Te dije que te ibas a caer. ¿Porqué no me escuchas cuando te hablo? -Habló con cierto enfado-
-Lo siento papi -Lloré- lo siento. -Me abracé a él-
-Tranquila cariño, solo ha sido un rasguño. Perdóname por regañarte, pero no quiero que te hagas daño.
-Eres el mejor papi del mundo -Besé su mejilla- Y hueles muy bien. -Me sonrojé-


Una lágrima cayó por mi mejilla. ¿Eran ciertos esos recuerdos? Papá notó que lloraba y me separó de él.

-Se que soy feo, pero no llores. -Reí-
-No seas tonto... -Limpié mis lágrimas- Hueles muy bien -Susurré-

Papá se tensó, y me achuchó contra él, soltando un sollozo.

-Oh, mi niña... mi preciosa niña -Acarició mi pelo- Ojala pase rápido este infierno.
-Te quiero papi. -Susurré-
-Mi bebé. -Volvió a sollozar-
-Ya, no llores más. -Me separé de él- Gracias por haber venido -Sonreí-
-No des las gracias, no puedo dejarte sola, no en estas condiciones. -Besó mi frente-

Me acurruqué en el pecho de mi padre. La noche pasó volando. Todos hablábamos y mis abuelos me contaban historias de cuando era pequeña. Papá me estrechaba contra él y me susurraba muchas veces que me quería y que él haría lo posible para que recuperase todos los recuerdos que me pertenecían. Lindo ¿Verdad?

Se hizo tarde. Mis abuelos y mis padres se fueron de casa, llevándose con ellos a la pequeña perrita que teníamos. Ayudé a Álvaro a recoger todo. No volvimos a hablar desde la discusión de esta tarde. No quería verle, no quería tocarle, no quería dormir con él. Así que, cogí mi pijama y mi almohada y me fui al cuarto de invitados. Allí por lo menos estaría mejor.

No dormí en toda la noche. No podía dejar de pensar en mi padre y en lo bien que me había sentido al tenerle cerca. Sentía como mi corazón se saldría de mi pecho en cualquier momento. Estaba feliz, feliz porque sabía que tenía padres, feliz porque sentía que, a parte de él, tenía a más gente que me quería a mi lado, feliz porque sabía, que yo quería muchísimo a mi padre. Lo sabía, lo notaba.

Sentía como papá era, algo así como, mi héroe, mi ejemplo a seguir, mi amigo y confidente. Era extraño que sintiera todo eso, pero lo sentía. Sentía gran admiración hacia él. Sentía que, sin él, yo no sería nada.

Entre tanto pensamiendo, me quedé dormida en cuanto menos me lo esperé.

Me desperté el día siguiente, sudada y con la respiración accelerada. Otra vez. Otra vez había soñado con la pelea. Con aquella horrible pelea. ¿Porqué no podía soñar otra cosa? ¿Porqué tenía que soñar eso? Solo me hacía daño. Esa pesadilla me hacía mucho daño.

Me levanté y fui al baño, a lavarme la cara para despejarme. Entré en la habitación de la pequeña y la vi, estaba tranquila, moviendo sus pequeñas manos y con los ojos abiertos. La cogí con cuidado y me senté en el balancín. La pequeña movía la cabeza desesperada por comer

Bajé a la cocina y preparé su biberón con un poco de dificultad, ya que la tenía a ella en mis brazos. Cuando le acerqué el bibe, se enganchó a él desesperada. La miraba. La contemplaba. Miraba como chupaba de él y escondía su cara con su pequeña mano, como si la estuviera intimidando. Solté un grito, cuando intenté volver a ponerle el bibe, no controlé donde tenía el dedo y me mordió. A pesar de que no tuviera dientes, me dolió.

-Maldita, no muerdas tan fuerte -Susurré-

Él se asomó por la puerta, asustado.

-¿Que ha pasado?
-Nada -Respondí seca-
-No hubieras gritado si no fuera nada.
-Solo me mordió el dedo. ¿Contento? -Le miré- Ahora vete.

Él asintió y se fue. Así, sin más. ¡Quien le entiende!

Cuando la niña acabó de comer, la dejé de nuevo en la cuna. Dormida. ¡Quiero ser un maldito bebé!


*



Habían pasado dos meses. Desde esos dos meses, no he vuelto a recordar nada más. Desde esos dos meses, sueño con la misma pelea. Las cosas entre él y yo estaban frías desde la pelea. Él no paraba en casa casi nunca, vete a saber que hará. Nos hablamos lo necesario.

Desde el día que decidí dormir en el cuarto de invitados no he vuelto a dormir más en la habitación con él. ¿Para que? Si no recuerdo nada.

Àlex me llamaba un día de la semana para quedar con él. Me sentía cómoda con él. Demasiado para mi gusto ya que, a pesar de todo, tenía un respeto por él solo por el echo de que estaba casada con él.

Àlex hacía que me sintiera en las nubes. Despertaba cosas en mi. Hacía que me sintiera nerviosa cuando le iba a ver, hacía que mis manos sudasen y temblasen. Hacía que tartamudeara. Me sentía bien a su lado, me sentía segura.

Sentía que la historia se volvía a repetir. Y la verdad es que no tenía ni idea de porqué lo sentía. Pero no iba a detenerme. Me gustaba estar con Àlex. Me hacía sentir bien y segura a su lado.

Hoy, como cada día de la semana, Àlex me había llamado, me había dicho para quedar e ir a tomar algo. Como de costumbre, él no estaba en casa y yo estaba con la niña. Obviamente le dije que si, así que preparé a la pequeña, preparé su carrito y fui hasta donde había quedado con él.

Al llegar, Àlex ya estaba allí, sentado en el banco esperándome. Me acerqué a él con cuidado y tapé sus ojos.

-¿Quien soy? -Pregunté con una voz más afinada-
-Dejame pensar... la chica hermosa con la que he quedado.
-¡Has acertado! -Solté una risita-
-Por fin has llegado. -Sonrió-
-Lo siento, pero he tenido que preparar a la peque -Sonreí-
-Es preciosa -Dijo mirándola.- Es igual que tu
-Bueno, no se que decirte -Solté una pequeña carcajada-

Àlex llevaba el carrito de la pequeña, mientras que yo iba a su lado, contemplándolos con admiración. ¿Como un chico, que apenas conocía de hacía dos meses, hacía que me sintiera segura a su lado? Simplemente, era algo mágico.

Nos sentamos en la terraza de un bar. Àlex pidió por ambos y nos quedamos hablando de todo un poco. Entre risa y risa, no pude evitar fijarme en una melena morena que se me hacía bastante familiar.

La pareja de esa mesa se levantó, dejándome ver el rostro de esa persona. Sin duda, era él. Sonreía nada mas mirar a la chica. Pasó su mano por detrás del cuello y la apoyó en su hombro, acercándola a su cuerpo. Algo en mi interior despertó. Me sentía enfadada o indignada, no supe reconocerlo.

Él desvió la mirada hacia nosotros y se soltó de la chica, está le miró extrañada y miró hacia nosotros. Él le susurró algo en el oído y ambos se fueron. Sentía como si me hubieran dado una patada en el estomago. Me sentía como si hubieran pisoteado mi corazón. ¿Porqué me sentía así?

-¿Que te pasa? -Preguntó Àlex sacándome de mi burbuja-
-Eh? Nada, no me pasa nada -Intenté sonreír-

Pasamos toda la tarde riendo en esa terraza. Sinceramente pasar el rato al lado de Àlex era lo mejor que podía hacer. Cuando se hizo tarde me acompañó a casa. Como siempre, se despedía con un abrazo. Fui a darle un beso en la mejilla, cuando este giró su cara y nuestros labios se rozaron.

Noté como mis mejillas ardían. Noté como se puso colorado en menos de un segundo.

-Lo siento... -Agachó la cabeza-
-No lo sientas. -Dije sin pensar-

Àlex levantó su cabeza y con cuidado, se fue acercando a mi, hasta que nuestras frentes se juntaron.

-Sabes? Hacía mucho tiempo que no sentía tus labios. -Rozó su nariz con la mía-
-Ni siquiera se como se sienten tus labios sobre los míos -Susurré-
-Eso lo puedo arreglar cariño.

Poco a poco se acercó hasta mi. Nuestros labios chocaron. El beso era extremadamente lento. Dentro de mi, se había montado una fiesta entre las mariposas y los cohetes artificiales. Pasé mis manos al rededor de su cuello, acercándolo más a mi mientras que él rodeaba mi cintura con sus brazos, atrayéndome a su cuerpo. Me separé de él cuando necesité coger aire.

-Tal y como los recordaba -Lamió sus labios-
-Idiota -Golpeé su hombro y solté una pequeña carcajada- Tendría que entrar ya -Suspiré-
-Será lo mejor. No quiero que la pequeña se enferme.
-¿Me llamarás?
-Cuando quieras. -Dijo mientras rodeó mis caderas con sus brazos- Buenas noches Míriam.

Juntó sus labios con los míos y se marchó como alma se lleva el diablo. Me quedé embobada mirando como se iba. Porque era perfecto? Porque lo sentía así?

Entré a la casa. Dejé el carrito a un lado y cogí a la pequeña, que se había dormido después de haberle dado la toma. Subí con cuidado su habitación y la dejé en la cuna. Cuando giré para irme, solté un pequeño grito. Llevé las manos directamente a mi corazón.

-Tu eres idiota o que? -Susurré- Me has asustado.
-No pretendía asustarte. -Murmuró seco-
-Que te pasa? -Le miré-
-Nada, solo quería ver a mi hija. -Se acercó a su cuna-
-Pues ahí está. Se durmió después de que le diera la toma.
-Porque te la has llevado? -Se giró para verme-
-No iba a dejarla sola en casa -Respondí seca-
-Podrías haberme llamado.
-Para que? Últimamente estás muy ocupado, ni siquiera pasas tiempo con tu hija... Para que iba a ponerte un peso más encima? Seguro que a esa chica le molestaría.
-No le hubiera molestado.
-Paso de discutir. -Me fui del cuarto-
-Que hacías con Àlex?
-Eso a ti desde cuando te importa?
-Te recuerdo que estamos casados?
-Te recuerdo que no recuerdo nada? Estoy echa un lío. Llegas tu y me plantas una vida feliz, con una casa, un cuento de hadas, una hija... Te has parado a pensar alguna vez como me siento? No recuerdo nada. No recuerdo como te conocí, como empecé a hablar contigo, lo que hacía contigo, no recuerdo quienes son mis amigos, no recuerdo los nombres, no se quien soy. -Estallé en llanto- Porque simplemente no me dejas en paz? Me da igual que mi antigua yo hubiera estado casada contigo, me da igual lo que fuera antes. Esa Míriam ya no está. Se fue. Se murió. Porque no lo entiendes? Yo... Yo ni siquiera se si te amo.



Error. Fue un error haber dicho eso.

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MI BELLA TRAICIÓN CAPITULO OCHO!             http://areyouwannamakemyday.blogspot.com.es/2014/03/capitulo-8.html




@smileerauryn




sábado, 22 de marzo de 2014

Capitulo 4 ST






Entré en la cocina y busqué mis medicamentos. Me tomé algo para el dolor de cabeza y me quedé sentada en la mesa de la cocina. Apoyé los codos encima de la mesa y escondí mi cara entre mis manos.

-¿Estas bien? -Levanté la cara para verle-
-Si... solo me he levantado con dolor de cabeza. -Suspiré-
-¿Segura? ¿Quieres que llame a la enfermera?
-¡Te he dicho que estoy bien! -Alcé un poco el tono de voz-
-Vale, vale.
-Lo siento. -Pasé las manos por mi pelo- Es que, me he levantado con dolor de cabeza y con una sensación algo rara en el pecho.
-¿Y eso?
-He... he soñado con algo raro.
-¿Quieres contarme?

Le miré por un par de segundos. ¿Porqué no? Al fin y al cabo, él se ha echo responsable de mi y se preocupa por mi.

-Soñé... soñé que estaba en una habitación de un hotel, con un chico. Iba en ropa interior y ese chico me dijo que me pusiera ropa porque no quería que los demás me vieran sin -Arrugué las cejas- el chico me decía que era suya y que solo él me podía ver así. Después... no sé. Estaba peleando con él o eso parecía y para acabar la conversación yo le decía que le quería -Suspiré- y ahí me levanté.

Me fijé en su cara, en sus ojos. Tenía un pequeño brillo y una sonrisa. Se acercó a mi y me abrazó. Al principio me quedé rígida, no sabía que hacer y no sabía porqué me abrazaba, pero al poco tiempo le abracé y escondí mi cara en su cuello. Inspiré su colonia. Eso me tranquilizaba.

-Eso es una buena señal Míriam.
-¿A que te refieres?
-Eso... -Suspiró- A ver... Ese chico era yo Míriam.
-¿Que? -No entendía-
-Ese día, nosotros estábamos en Italia, habíamos quedado para comer con mi hermana y yo te dije eso. -Mordió su labio inferior-
-¿Quieres decir que....? -Me callé-
-Lo que has soñado, ha sido un pequeño recuerdo.

Llevé las manos a mi boca. Noté como las lágrimas resbalaban por mis mejillas. Sin pensar, me abalancé contra él y lo acerqué a mi. ¡Por fin había recordado algo! Aunque fuera una pequeña parte, había recordado.

*



Esa misma noche, volví a soñar con lo mismo. Las mismas palabras y aún no lograba ponerle cara al chico, aunque él me dijo que era él. Estaba feliz, por fin había conseguido recordar algo, por más mínimo detalle que fuera.

A la mañana siguiente, fue todo con la misma rutina. Darle el bibe a la niña, acostarla y mirar la televisión. Estaba agobiada, necesitaba salir, tomar el aire. Así que aproveché que Álvaro estaba echando la siesta y me preparé lo más rápido y silencioso que pude. Cogí el supuesto teléfono que era mío y mis llaves y salí de allí.

Empecé a caminar por las calles. No sabía donde me dirigía, pero necesitaba estar fuera de esa casa.

Me acerqué a una heladería, tenía antojo de un helado de leche merengada con canela, así que no dudé en ir. Pedí la tarrina y me senté en una mesa a comerlo con tranquilidad.

-¿Que haces aquí tan sola? -Preguntó un chico moreno con el pelo corto y un poco rizado-
-Perdón, ¿te conozco?
-¿Ya no te acuerdas de mi? Se que ha pasado mucho tiempo pero...
-Oh, lo siento... Yo... -Hice una mueca- Tuve un accidente hace un mes y... no recuerdo nada.
-¿Y eso? ¿Y estás bien?
-Si, como puedes ver, estoy bien. -Sonreí-
-¿Puedo sentarme? -Le miré-
-No tengo ningún problema -Sonreí- ¿Y tu eres...?
-Àlex, Àlex Monner. -Sonrió-
-Àlex -Murmuré- Lo siento, pero no se quien eres -Miré la tarrina de mi helado-
-Tranquila -Agarró mi mano y rozó mi anillo- ¿Te has casado? -Levanté los hombros-
-Se supone que si. -Hice una mueca-
-¿Con Álvaro?
-Álvaro... -Susurré- Es el chico de barba y ojos verdes? -Àlex asintió- Oh, entonces si, por lo que se sí.

El chico hizo una mueca. Me quedé mirándolo. La verdad, es que no estaba nada mal. Levantó su vista y me miró. ¿Porqué me sentía nerviosa? ¿Porqué me temblaban las manos? ¿Porqué me sudaban?

-Entonces... ¿Que haces aquí? -Preguntó él-
-Pues, he salido de casa para ir a dar una vuelta. Estaba muy agobiada de estar en casa todos los días -Suspiré-
-Me enteré de que tuviste una hija.
-Mmm, si -Sonreí- Es preciosa, aunque no recuerde nada -Rodé los ojos- A veces, esta situación me supera. -Apoyé mi espalda en el respaldo del sillón-
-¿Porqué?
-Pues, porque él no me deja hacer nada. Soy amnésica, pero no corta, puedo hacer cosas por mi misma, puedo salir de casa sin perderme, o eso creo. Pero es que si no me deja intentarlo nunca lo sabré. -Suspiré-
-Él haría cualquier cosa por ti Míriam. Entiendele. Yo haría lo mismo.
-Cambiemos de tema, dejemos de hablar de mi. Hablame de ti, o de nosotros. ¿De que nos conocemos?
-Íbamos al mismo colegio en Jaén, yo me mudé a Barcelona porqué me cogieron en un casting para hacer un papel en una serie y nos reencontramos en el centro comercial. -Sonrió- Te ayudé cuando Álvaro, por decirlo de alguna manera, pasó de ti.
-¿Pasó de mi? -El chico asintió- ¿A que te refieres?
-Tuviste un aborto y Álvaro y tu os gritabais cada vez que hablabais y te fuiste a Jaén. Allí nos reencontramos.

¿Porque sentí que en mi interior se había roto algo cuando dijo que Álvaro y yo nos llevábamos mal? ¿Porqué se rompió al decir que había perdido un bebé? Que horrible sensación.

-¿Míriam? -Me zarandeó-
-¿Que? ¿Eh? Perdón. -¿Cuando me puse a llorar? Sequé las lágrimas- Lo siento, últimamente estoy muy sensible..
-No debería haber dicho eso...
-Tranquilo -Sonreí como pude- Bueno, yo... debería irme ya, antes de que se me haga oscuro.
-Claro... ¿Podemos volver a vernos? -Dijo mientras se levantaba-
-Claro, supongo que tienes mi teléfono ¿No?
-Si no lo has cambiado, si.
-No, no lo he echo -Sonreí- Me encantaría volver a verte...
-Àlex.
-Si, eso, Àlex. Lo siento, pero es que no retengo los nombres.
-No pasa nada. -Acarició mi mejilla y sentí como una corriente invadía mi cuerpo- Te llamo.

Se acercó a mi y besó mi mejilla, cerca de mis labios.

Àlex se giró y se fue, dejándome allí plantada como una idiota. Me llevé la mano a mi mejilla, justo donde él me besó. ¿Porque sentí todo eso?

Empecé a caminar regreso a casa. Ni siquiera iba atenta por donde iba, mis pies caminaban solos. Cuando me quise dar cuenta, estaba ya delante de la puerta de casa. Solté un suspiro y abrí la puerta.

-¿Se puede saber donde coño estabas? -Gritó él- Te he estado llamando y no me lo cogías. ¿Que demonios te ocurre?! -Volvió a gritar-
-No me grites. -Elevé la voz- Solo he ido a dar una vuelta. ¿Que pretendes? ¿Que me quede encerrada en esta casa como una puta inválida? Porque te recuerdo que no lo estoy.
-¡No me alces la voz! -Volvió a gritar-
-¿O qué? ¿Me vas a gritar todos los putos días hasta que vuelva a cansarme y me largue? ¿Eh? -Grité-
-C-Como...
-Tengo contactos Álvaro. -Dije ya más calmada-
-Míriam -Se acercó a mi-
-No. -Di un paso atrás- No me toques, ni te atrevas. -Le miré- Iré a ver a la pequeña.

Sin decir nada más, subí las escaleras. Ganas de llorar no me faltaban, pero esta vez no dejé que salieran. Mientras subía las escaleras escuché un gran golpe. Supongo que él le habría dado a algo.

Entré a la habitación de la niña. Me recalqué en la cuna y acaricié su mejilla. La niña emitió un par de quejidos y abrió un poco los ojos. Sonreí al verla. Era preciosa.

Con cuidado la agarré y me senté en la tumbona.

-Creo que eres lo mejor que me ha pasado en mi vida. -Dije mientras la acariciaba- ¿Sabes? Esto será una pequeña anécdota cuando seas mayor. Siento no ser yo, siento no saber que debo hacer, siento haber estado separada de ti durante tanto tiempo. Espero que puedas perdonarme. -Besé su frente-

La niña se quedó dormida entre mis brazos. Me levanté con cuidado y me dirigí a la habitación de huéspedes. Dejé a la niña con cuidado y a un lado puse una almohada para que no se cayera al suelo, al otro lado, me estiré yo. Me quedé mirándola y haciéndole mimitos en su pequeña y rosada mejilla. Era adorable y me daban ganas de comérmela. Poco a poco, me quedé dormida.

-¡Todo esto ha sido tu culpa! -Gritó- ¡Si no te hubieras movido, si no hubieras cargado con tantas cosas, ahora no estaríamos aquí, tendríamos a nuestro bebé con nosotros, ha sido tu culpa!
-¡Ya vasta! -Grité- Estoy cansada de que me eches la culpa. ¿Como puedes culparme? Te crees que esto es fácil para mi? Porque no lo es. ¡Te necesito Álvaro, te necesito y tu lo único que haces es echarme la culpa por el aborto! ¿Pero de que coño vas? -Grité- Estoy harta. HARTA. Harta de ti, harta de tus exigencias, harta de que me eches la culpa, harta de que seas tan frío conmigo.
-¡Maldita la hora que te dejé embarazada! -Gritó y pateó la mesa, asustándome- ¿Como puedes ser tan irresponsable? ¿eh? Te dijeron que tuvieras cuidado, te dijeron que estuvieras en reposo. ¡Puta cabezota! -Gritó-
-¡Vete a la mierda! -Grité con todas mis fuerzas-
-¡Bien, me voy! Estoy cansado. Cansado de todo esto. Mañana me voy de gira.
-¿Y cuando pensabas decírmelo? ¿Eh? ¿A caso ya no cuento en esta relación? ¿A caso no tienes en cuenta como me siento o si te necesito? Eres un puto egoísta Álvaro.
-Dejame en paz ¿Quieres? Cuando vuelva de la gira no quiero verte aquí.
-¡Bien, porque aquí no estaré cuando regreses maldito bastardo! -Grité con todas mis fuerzas mientras le cerraba la puerta en las narices-


Perdoname, nunca quise decirte lo que te dije. Solo estaba enfadado. Siento no haberte dicho que me iba. No hace falta que te vayas de casa, al fin y al cabo, está en nombre de los dos.

Te quiero. Álvaro”

Arrugué la nota y la tiré a la basura. Maldito bastardo. No me encontará aquí cuando me vaya. Decidido.


Me levanté asustada, desorientada. La niña no se encontraba a mi lado y yo estaba completamente sudada a causa del sueño. ¿Se supone que fue una de nuestras peleas? Dios, fue horrible.

Me levanté de la cama y fui a la habitación de la niña, pero allí no estaba. Bajé rápido al comedor y escuché unas voces venir del comedor.

-Entonces... ¿Mi hija no recuerda nada?
-No, absolutamente nada.
-¿Que pasó Álvaro? -Preguntó una voz-
-Verás, cuando le dieron el alta, nos fuimos a comer, después de comer decidimos irnos a casa. Y todo pasó muy rápido -Su voz se quebró- un camión chocó contra nuestro coche, por el lado donde iba Míriam. Leire salió ilesa, y yo con un par de rasguños, pero Míriam fue quien salió más mal, llevó un golpe en la cabeza muy fuerte... -Se calló-
-Hay dios, mi niña. -Susurró una mujer-

Tomé el coraje que debía de tener y bajé al salón. Más que coraje fue curiosidad. Curiosidad por saber quien eran los que estaban allí, curiosidad por saber que eran míos.

Entré en el salón y los cinco se callaron de golpe. Una mujer morena, idéntica a mi se levantó y me estrujó entre sus brazos. Sentí algo raro en mi interior y las ganas de llorar volvieron a mi.

-Oh hija, no sabes el susto que nos has dado. -Sollozó-
-Perdona pero...
-Soy Marian. -Llevó las manos a mis mejillas y las acarició con suavidad- Tu madre.



Me quedé helada. ¿Ella era mi madre? Pero si aparentaba mucho menos, parecía que apenas acababa de cumplir los cuarenta. Desvié la mirada y me fijé en los tres que estaban sentados en el sofá. Un chico moreno, también de la edad de mi... ¿madre? Y dos personas mayores. ¿Quien serían?





@smileerauryn.



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martes, 18 de marzo de 2014

Capitulo 3 ST







A la mañana siguiente, desperté por culpa de los rayos de sol que me daban en toda la cara. Me desperecé y me levanté. Tomé algo de ropa y me metí en el baño. Me quedé inspeccionando un rato donde estaban las cosas y como funcionaba la ducha. Cuando más o menos lo averigüe, me metí en la ducha. Oh, mi cuerpo se relajó nada más al notar como las gotas de agua recorrían mi cuerpo. Me tiré como un cuarto de hora debajo de la ducha.

Al salir, me sequé y me coloqué mi ropa interior. La puerta del baño se abrió, dejando paso a un cuerpo que solo llevaba la ropa interior. Solté un grito y rápidamente me giré. Podía haberme quedado mirándolo ya que se supone que es mi marido y que ya le había visto muchas veces así, pero había algo en mi que me hacía sonrojar.

-Lo siento -Dijo saliendo por la puerta-

Acabé de vestirme, me peiné y salí del baño. Al entrar a la habitación me encontré con que él ya estaba vestido y sentado en la cama. Cuando se percató de mi presencia, se levantó. Se le notaba nervioso.

-Siento si te he incomodado. Son manías que tengo y no recordaba que tu... ya sabes. -Suspiró- Lo siento.
-Tranquilo, está todo bien -Sonreí- Mientras no aparezcas desnudo todo bien -Solté una pequeña carcajada-
-Me alegra escuchar tu risa. -Sonrió- Hacía tiempo que no la escuchaba. -Solo pude sonrojarme- Anda, vamos a desayunar mientras la pequeña no despierta.

Solo limité a asentir con la cabeza y a seguirle. Bajamos hacia la cocina. Él me pidió que me sentara en la mesa mientras preparaba el desayuno. Quise protestar pero casi me fulmina con la mirada. Él me hizo el desayuno; tostadas con mermelada y un zumo de naranja.

-Por cierto -Dijo él mientras le daba un mordisco a su tostada- Los chicos van a venir esta tarde -Le miré asustada- Tranquila, solo son nuestros amigos. No tienes porqué sufrir.
-Pero... ¿Ellos saben que yo no...?
-Si, tranquila que lo saben -Sonrió algo triste- Por eso quieren venir. Quieren ver a ver si estando todos juntos puedes recuperar algo de memoria.
-No se yo... -Suspiré- Si hasta ahora no he recuperado la memoria, tras mirar las miles de fotos que hay en esta casa... ¿Como se supone que la recuperaré mirándolos a ellos? Sinceramente lo dudo.
-Por intentar no pasa nada, princesa.

“Princesa”. Oh, algo en mi interior se removió. Era tan tierno y tan cuqui que me daban ganas de lanzarme a él y darle besos. Pero no, no podía. Simplemente no podía.

Se escucharon unos llantos. Él salió corriendo hacia la habitación de la niña y al cabo de unos minutos bajó. Me miró y yo simplemente asentí. Me separé un poco de la mesa y me la puso en los brazos con mucha delicadeza. La niña se veía más tranquila.

-Es su hora de comer. -Le miré-
-¿Puedo darle yo de comer? -Mordí mi labio-
-Claro -Sonrió- Ahora mismo te preparo el biberón y tu misma se lo das. ¿Puedes ir a buscarla?

Asentí con una sonrisa. Me encaminé escaleras arriba para ir a buscarla. La pequeña lucía un pequeño body de color blanco con ositos amarillos. Se veía hermosa.

La agarré con cuidado y la mecí un poco intentando calmarla.

-¿Que pasa? -Dijo él mientras entraba en la habitación-
-Es hermosa. -Sonreí-

Me quedé embobada mirando como la niña chupaba del bibe. Tenía su manita encima de este y con la otra tapaba su cara. A veces, le tocaba la mejilla para que se despertara, ya que hacía dos o tres tomas y se quedaba dormida. Él nos miraba, no apartaba el ojo de nosotras y esa sonrisa... por dios.

-¿Ves? No es tan malo. -Le sonreí-

Cuando la niña no quiso más, él la agarró y se la puso en su pecho y le empezó a dar pequeños colpecitos en la espalda. Se estuvo rato largo así. Le miraba desconcertada. ¿Porque le daba golpecitos? Cuando la niña echó el eructo, él dejó de darle en la espalda y sonrió.

-Buena chica, ahora, a dormir.

La meció durante un largo rato y volvió a subir a la habitación para dejarla en la cuna. Volvió a bajar y me miró. Mientras él la acostaba, aproveché para limpiar la mesa y fregar los platos.

-No tenías porqué hacerlo.
-Vuelvo a decirte que tengo amnesia y no estoy inválida ¿vale? -Protesté- Ya tienes bastante con la niña.
-¿La niña? -Soltó una carcajada- Se llama Leire. L-E-I-R-E -pronunció-
-No me acuerdo de los nombres. -Hice una mueca-

Nos quedamos en un silencio incómodo. Suspiré y me fui a sentar en el sofá. Me sentía extraña, como que no pertenecía en este lugar. Me sentía como si estuviera invadiendo su privacidad.

Pasé toda la tarde tirada en el sofá, no tenía nada que hacer y él no me dejaba hacer nada. El timbre sonó y me levanté para ir a abrir la puerta. Cuando la abrí, dos chicas se me tiraron encima.

-Te hemos echado de menos. -Susurró una chica rubia-
-No vuelvas a darnos estos sustos -Riñó la morena-

Cuando se separaron, me quedé mirándolos. ¿Quien eran?

-Esto... -Me quedé en silencio-
-A veces son un poco tontas -Dijo un chico de ojos azules-

Me los quedé mirando. ¿Quienes eran? Una de las chicas llevaba una caja bastante grande. Me hice a un lado y les dejé pasar. Todos tomaron asiento y en un rato él bajó.

-Oh chicos, ya habéis llegado -Sonrió-
-Esto es más grabe de lo que creía. -Comentó uno de los chicos rubios-
-Si -Suspiró-
-Eso podemos arreglarlo -Dijo la rubia agitando la caja-
-¿Eso que es? -Él se acercó a la chica-
-Pues una caja.
-Te has lucido -Dijo uno de los rubios-
-¡Callate quieres?! -Gritó la rubia-

Mientras ellos hablaban y discutían, yo me quedaba mirándolos. Cada uno de los chicos era muy apuesto, y por lo que pude deducir, las chicas eran sus parejas. Pero lo que me tenía intrigada era que hacían ahí.

-¿Recuerdas algo? -Preguntó la morena. De pronto, todos callaron-
-Esto, yo... -Callé y negué con la cabeza-
-Tranquila, no pienso dejar que te quedes así -Dijo mientras mecía al niño que llevaba en brazos-
-¿Y como lo piensas hacer? -Levanté la ceja-
-No se, pero algo se nos ocurrirá.
-De momento, recurrimos a las fotos. -Dijo la otra morena-
-¿Más fotos? -Bufé- He visto todas las fotos que hay en esta casa y nada... ¿Porqué pensáis que ver fotos con vosotros me hará recordar algo? -Levanté una ceja-
-Míriam... -Dijo uno de los rubios.-
-¿Qué? -Bufé-
-Solo miralas ¿Vale? Puede que al verlas no recuerdes nada, pero así sabrás lo que pasó -Dijo el moreno de ojos marrones-
-¿De que me sirve saber lo que pasó si no recuerdo?
-Deja de poner peros y miralas. -Dijo la chica rubia que llevaba la caja-

Rodé los ojos. Me tendieron la caja y con mucho cuidado la abrí. Había un montón de fotos mías con ellos. Miré y miré y miré y nada. Nada de nada.

-Esta fue la primera vez que fuimos de excursión con el colegio -Dijo la morena-
-Yo soy... -Dije señalando a la niña más pequeña de las dos-
-Así es. -Sonrió- Eramos como hermanas -Me miró-
-Ohh.

Estuve mirando fotos durante un largo rato, pero, al ver que no era capaz de recordar ni siquiera una pizca de lo que me pasó, me rendí. Cerré la caja y me levanté. Todos se callaron de repente y yo básicamente les ignoré. Salí corriendo y me encerré en la habitación. ¿Que se suponía que debía hacer? ¿Porque me entran ganas de llorar?

Me lo permití. Las lágrimas empezaron a caer por mi cara, una detrás de otra, sin pausa pero sin prisa. Me lancé a la cama y lloré. Lloré hasta quedar dormida.

¿Que se supone que debo de hacer? ¿Se supone que debo quedarme aquí? ¿Que tal si me voy? Nope, no puedo irme... ¿Donde iría sino? Agggg. Odio esta situación. Me odio a mi. Odio todo.

Soñé. Soñé que estaba con un chico, en una habitación. Era como si en realidad hubiera sido verdad, como si hubiera sucedido.

-¿No puedes ponerte algo encima? -Me preguntó- Me estás provocando. -Se mordió el labio y le miré divertida-
-Mmmm, no, iré a cenar así. ¿Que te parece?
-Pues que estás realmente sexy pero... -Dijo mientras se acercaba a mi- así solo puedes ir conmigo, cuando estemos los dos solos.
-¿Seguro? -Levanté una ceja-
-Si, no quiero que los italianinis estos se fijen en ti.
-Egoísta -Me crucé de brazos-
-No lo soy, pero lo que es mío, es mio. -Dijo mientras me acercaba a su cuerpo y solté una pequeña carcajada-
-Me tengo que vestir. -Dije separándome de él- Si no, vamos a llegar tarde.
-Bueno, no pasa nada entonces. -Sonrió- Nos podemos quedar aquí y disfrutar el uno del otro.
-No seas bobo ¿Quieres?


-Tendría que estar prohibido que una mujer como tu se pusiera eso. -Dijo aseñalándome- Vas demasiado sexy. -Dijo acercándose-
-¿Si? Tampoco es para tanto bobo. -Enrollé mis brazos en su cuello-
-Tu eres sexy de por si. Da igual lo que te pongas. -Me besó-


-Oh, venga. ¿Te has enfadado? -Dije mientras le sacaba el carmín-
-No.
-Si
-No. -Volvió a gruñir-
-Si.
-Que no.
-Te quiero. -Me miró-
-Eso no se vale.
-¿Porque? -Sonreí-
-Porque yo te quiero aún más. -Me besó-


Desperté del sueño. ¿Que se supone que era eso?

Me levanté con una sensación extraña en el cuerpo. El dolor de cabeza estaba presente.



Me puse en pie y bajé al salón. Mi corazón latía rápido. ¿Con quien se supone que he soñado?

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@SmileerAuryn