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domingo, 10 de agosto de 2014

Capitulo 15 ST







Después de haberle rechazado, nos quedamos estirados encima del colchón, mirando como el sol se ocultaba y como salían las estrellas. Él tenía un brazo por debajo de mi cabeza, nuestras piernas estaban enredadas, mientras ambos mirábamos hacia el cielo.

El silencio se hacía entre nosotros y no era, para nada, incómodo. Sus dedos recorrían cada parte de mi brazo, haciendo que mi piel se erizase.

-¿Sabes la historia del sol y la luna? -Negué con la cabeza- Cuando el sol y la luna se encontraron por primera vez, ambos se enamoraron perdidamente el uno del otro, a partir de ese momento, ambos vivían un gran amor. Cuando ellos se conocieron, el mundo no existía y, el día que Dios decidió crearlo, los separó. Dios decidió que el sol iluminaría las mañanas y la luna las noches, así, ambos estarían destinados a vivir separados. Tanto al sol como a la luna les invadió una gran tristeza y se dieron cuenta que nunca se volverían a encontrar. La luna fue quedándose cada vez más angustiada, a pesar del brillo que Dios le había otorgado, y quedándose sola. Al mismo tiempo, el sol había ganado el título de 'Astro Rey', pero eso no le completaba. Dios, vio todo el sufrimiento que ambos poseían, les llamó y habló con ellos.

“No debéis estar tristes, los dos poseéis un brillo propio, tu, luna, iluminarás las noches más frías y calientes, encantarás a los enamorados y serás la protagonista de hermosas poesías. –Dijo imintando una voz grabe– En cuanto a ti, sol, llevas ese título porque serás el más importante de los astros, iluminarás la tierra durante el día y proporcionarás calor al ser humano y tu simple presencia hará a las personas más felices” –Hizo una pausa. Me apretó contra sus brazos–

–La luna se puso mucho más triste de lo que estaba, por culpa de su terrible destino, y lloró amargamente, en cambio, el sol, al verla sufrir tanto, decidió que no podría dejar de entristecerse más, ya que tendría que darle fuerzas y ayudar a aceptar lo que Dios había decidido. Sol, decidido a darlo todo por su amada, habló con Dios. “Señor, ayuda a luna por favor, ella es mucho más frágil que yo, no soportará la soledad...”

–¿Y que pasó? –Pregunté mientras me acurrucaba contra su cuello–

–Pues, Dios decidió ayudarla, creando entonces, las estrellas, para que le hicieran compañía a cada una de sus noches. Pero, luna siempre que estaba muy triste, recurría a las estrellas, que hacían todo lo posible para consolarla, pero casi nunca lo podían conseguir. El sol finge ser feliz y la luna no consigue disimular su tristeza. El sol arde de pasión mientras que la luna vive en las tinieblas de su añoranza. Cuando luna es feliz, consigue ser llena, pero cuando es infeliz es menguante y cuando es menguante ni siquiera es posible apreciar su brillo. –Tomó un respiro– Hasta que un día, Dios decidió que ningún amor en este mundo fuese imposible, ni siquiera el de la luna y el del sol, fue entonces, cuando él creó el eclipse. Ambos viven esperando ese instante, esos raros momentos en que fueron concedidos y que tanto cuesta que sucedan. Cuando veas el cielo, y mires que el sol cubre a la luna, es porque se acuesta sobre ella y empiezan a amarse.

–Es una historia muy bonita –Dije mientras paseaba mis dedos por su pecho–
–Es una simple leyenda –Besó mi coronilla–

Amor imposible. Eso es lo que yo sentía cuando le veía, o eso creía, porque, cuando más pretendía amarlo, menos me salía. Estaba segurisima de que, mi antigua yo, lo amaba con todas sus fuerzas, pero, había algo en mi que no podía o no me permitía amarle.

Tal vez sea la inseguridad que llevo dentro. Se que, debo confiar el él, no me hará nada malo. Por más que yo lo sepa, no soy capaz de amarlo y eso, me mata. Me mata porque sé que él está sufriendo, sufriendo por mi, por mi memoria. Y, nada me haría más feliz que sentir y corresponderle lo que él siente por mi.

Desvié la mirada hacia su rostro. Él estaba mirando las estrellas, que esta noche acompañaban a la luna. ¿Como se sentiría él al respeto? ¿Tendrá la mínima esperanza de que yo pueda recordar algo? ¿Será capaz de luchar por el amor que un día nos tuvimos?

Su rostro estaba serio, y sus ojos estaban clavados en el cielo. Llevé una mano a su rostro, y acaricié la barba con suavidad. Él, desvió la mirada hacia mi, e intentó sonreír, pero, solo consiguió hacer una mueca.

–¿Estás bien? –Logré preguntar–
–Tan solo estaba pensado. –Murmuró–
–¿Puedo saber en qué?
–Tan solo son chorradas –Dijo mientras sacudía su cabeza–

Me quedé mirándolo, se que algo le preocupaba y que no me lo quería decir, pero tampoco podía obligarle a contarme si él no quería. Me acerqué un poco a su rostro. Él miraba atento mis movimientos. Rocé mis labios con los suyos, mientras agarraba sus mejillas entre mis manos. Jugué con el roce de nuestros labios, hasta que él, desesperado, los juntó. Acariciaba sus mejillas, mientras que él juntaba nuestros cuerpos y nuestros labios jugaban y encajaban entre ellos.

Estoy echa una bola de confusión. No estoy preparada para esto, no para volver a amarle, pero, a la vez, cuando está cerca de mi, siento mis nervios a flor de piel, las manos me sudan, el corazón va a mil y las mariposas aparecen, igual que cuando me besa. En un simple beso, podía sentir como si fuera a explotar, tenía fuegos artificiales dentro de mi, un zoológico, una estampida de elefantes, como lo queráis llamar. Pero, a la vez, siento que puedo con esto, que puedo hacer lo que me plazca, sin sentir que seré juzgada.

Salí de mis pensamientos, cuando noté su mano recorrer mi espalda, acariciándola. No lo pensé ni un segundo y me puse encima suyo. Agarró mi cintura y, como pudo, se sentó, apoyando su espalda en la pared. Una de sus manos volvió a meterse debajo de mi camiseta mientras la otra se dirigía hacia mi culo y me apretaba aún más contra él. Me sentía nerviosa cada vez que su mano rozaba el cierre de mi sujetador. Saqué su camiseta de entre sus pantalones y recorrí su pecho con mis manos. Nuestros labios seguían jugando. Lamió mi labio inferior y poco a poco abrí un poco más la boca, dejándole espacio para su lengua. Acaparó mi boca en cuestión de segundos. Nuestras lenguas jugaban mientras nuestras manos recorrían el cuerpo del otro. Comencé a moverme lentamente sobre él, sacando más de un gruñido desde lo más interior de él. Mordió mi labio inferior, y solté un pequeño gemido.

Dirigí mis manos hacia el primer botón, desabrochandolo. Poco a poco, llegué al final y le saqué la camisa. Me tumbó sobre el colchón, abrí mis piernas para que pudiera acomodarse bien, y se estiró encima mío, dejando que todo el peso cayera sobre sus codos. Mis labios fueron devorados por los suyos. Llevó sus manos hasta la costura de mi camiseta. Levanté mis brazos para facilitarle la salida de esta.

Poco a poco nos fuimos deshaciendo de nuestra ropa. Ambos nos encontrábamos en ropa interior. Yo encima de él, nuevamente. Le quería dentro de mi. Nuestros cuerpos estaban lo más pegados posible. Sus manos recorrían mis muslos, parándose al borde inferior de mis braguitas, las corrió hacia un lado y acarició con suavidad mi zona íntima. Solté un gemido. Él paró.

–¿Estás segura? –Se separó de mi–
–Por favor –Supliqué–
–No quiero que luego te arrepientas –Le miré–
–Se que estoy echa un lío, pero no me lo tengas en cuenta, por favor. Realmente quiero esto. –Suspiré– Se que antes te he dicho que no quería hacerlo, que sería una cualquiera y todo eso. –Le miré– Como ya he dicho, estoy echa un lío, y esto a lo mejor no solucionará nada en mi loca cabeza, pero, es lo que ahora deseo. Lo que ahora quiero. Por favor.

Hizo una mueca, sabía que a lo mejor esto para él, le daría esperanzas, pero es que ahora mismo, no puedo responderle.

Su mano volvió a acariciar mi parte íntima. Dimos un giro, él quedó encima mío. Bajó dando besos desde mi cuello, hasta la cinturilla de mis braguitas. Besó mi parte intima y yo, alcé mis caderas, facilitando la salida de las braguitas.

–Vete al grano Álvaro.

Este soltó una carcajada. Se deshizo de su bóxer mientras yo me deshice de mi sujetador. Unió sus labios con los míos con tranquilidad y me recostó sobre el. En menos de lo pensado, ambos ya estábamos sudorosos, con la respiración agitada y gimiendo al compás.

Mis uñas se clavaron en su espada cuando sentí mi cuerpo agitarse, así, llegando a tocar el cielo con mis propias manos. Álvaro dejó caerse encima mío, con cuidado. Cuando ambos recuperamos la respiración, se tumbó a mi lado, apoyé mi cabeza en su pecho y nos tapó con la fina sábana que cubría el colchón.

Al día siguiente cuando desperté, Álvaro me tenía completamente atrapada. Nuestras piernas estaban entrelazadas y la sabana solo nos cubría de caderas hacia abajo, uno de sus brazos estaba en mi espalda, acercándome a él y su otra mano reposaba encima de mi culo. Mi brazo derecho rodeaba su pecho a la vez que tapaba el mío. No pude evitar sonreír al vernos así.

Me quedé un rato contemplándole.


- Uy lo siento! No he mirado por donde iba - Dijo una voz realmente sexy-
-No perdona, ha sido mi culpa, la gente... me ha distraído... - Sonreí.-

*

-¿Le conoces?
-Tía! Es uno de los integrantes de Auryn!!
-¿Eh? ¿Enserio? -Dije como si no supiera nada-
-Tía... No me escuchas cuando hablo... ahora puedes decir que te has chocado con Álvaro y él te ha contestado muy amable.

*

- Veo que el destino nos vuelve a juntar - Dijo una voz medio reconocida - 

*

  • ¿Porque eres tan mala conmigo?
    -No lo se. Me gusta ser mala - Reí-
    -Que mona
*

- Gordita, por favor, escúchame - Miré a Marta y puse el altavoz -
- Que quieres
    -Lo siento. Lo siento. Perdóname. Yo no quise...

*

- ¿Podemos hablar? 
- No hay nada de que hablar 
- Venga... 
    -Que no Álvaro, no quiero hablar. - Los ojos se me llenaron de lágrimas -

*

  • ¿Estoy fea? Mejor me voy a cambiar - Dije mientras me giraba para ir a la habitación -
    - ¡No! no, no - Le miré - Estás preciosa amor. - Todos los chicos silbaron - 

*


-Me va a matar por esto -Miré a las chicas-
-¿Te han dicho alguna vez que eres una gran actriz? -Dijo Eunice-
-Si -Reí- En diez minutos está aquí -Suspiré- No se si estoy preparada
-Sube arriba y acaba de arreglarte anda. Cuando llegue nos encargamos nosotras.

*

-Amor, yo... te tengo que contar algo -Escupió-
-¿Algo malo? -Dije rápidamente y tragué saliva. Álvaro asintió-
-Si

*

-Estuve con otra. -Escupió y los ojos se me abrieron-
-Que.... -Susurré-
-Yo... Joder... Yo te quiero Míriam -Me cogió la mano y yo se la aparté. Me quedé mirándolo a Álvaro se le caían las lágrimas- Dime algo... por favor.

*


-Yo sin ti me muero... -Susurró-

*

-No puedo... -Susurré- No puedo perdonarte -Me mordí el labio inferior-
-¿Que? -Susurró-
-Que no puedo perdonarte. -Volví a susurrar y me levanté- No puedo perdonarte. -Miré hacia un lado. Sabía que lo que estaba apunto de decir, iba a doler, tanto a mi como a él- Yo.. Yo no puedo estar más contigo. -Cogí aire- No quiero... no quiero estar más contigo -Me sequé las lágrimas-

*

Me separé de Álvaro de un salto. ¿Que había sido eso?

¿Que pasa? –Murmuró asustado– ¿Estas bien? ¡Míriam estás sangrando! –Se alarmó–

Recuerdo llevarme la mano a la nariz, de nuevo. Quedarme mirando mi mano fijamente y segundos después. Nada. 




¡Esto se acabaaaaaaa! :) 


@MiriamGarrido_

viernes, 1 de agosto de 2014

Capitulo 14 ST






POV MÍRIAM.


El viernes llegó, y tal como llegó, se fue.

Tan solo faltaban cinco minutos para las nueve y aún me quedaba recogerme el pelo. Después de tanto drama en que ponerme, opté por un vestido negro, largo, de media manga y con un escote decente.

Leire hoy no estaba muy fina, no dejaba de llorar cada dos por tres y, lloraba aún más cuando la dejaba en el moisés.

El timbre sonó. Oh, dios, salvación. Corrí hacia la puerta y la abrí. Allí estaba él, con su barba de siempre, con su camisa negra con las mangas remangadas hasta el codo y los dos primeros botones desabrochados y llevaba puestos sus pantalones vaqueros.

-Suerte que llegas. La niña no ha dejado de llorar en todo el día y solo falta peinarme. ¿Puedes cogerla un momento y acabo de arreglarme?
-Claro -Sonrió-

Besé su mejilla como agradecimiento y subí corriendo las escaleras. Me senté en mi tocador y empecé a hacerle el moño con mucha paciencia. Cuando lo tuve listo, me eché un poco de colonia, me calcé en mis tacones y puse lo esencial en el bolso de mano.

-Ya estoy. ¿Nos vamos?

Él asintió. Se levantó del sofá y dejó a la niña en el carro y salió hacia afuera con ella. Cerré la casa con llave y nos dirigimos hacia su coche. Mientras yo plegaba el carrito, él se encargaba de poner bien la sillita en el asiento de atrás.

Llegamos a un bloque de pisos, Álvaro metió el carrito con cuidado dentro del ascensor y picó al segundo piso.

-¿Enserio no tenéis problemas por quedaros con la pequeña? -Preguntó Álvaro por tercera vez desde que habían abierto la puerta-
-Que no pesado. -Dijo el chico rubio- nosotros nos encargamos de todo, si pasa algo, ya llamaremos.
-Está bien.
-Disfruten de la noche -Dijo la chica morena-

Ambos asentimos. Álvaro cogió de mi mano y entrelazó sus dedos con los míos.

-¿A donde vamos?
-Arriba.

Le miré interrogante. ¿A que se refería con ir arriba?

Entramos en el ascensor y él picó el último botón. Cuando llegamos, se colocó detrás de mi y tapó mis ojos con sus manos.

-Cierra los ojos -susurró- no intentes ver nada, si no, no será una sorpresa.

Dejó un beso en mi cuello. Escuché como una puerta se abría y me empujó con cuidado para que avanzara.

-Voy a destaparte los ojos, cuando te diga, abre los ojos. ¿De acuerdo? -Asentí-

Poco a poco, sentí como sus manos se alejaban de mis ojos. Estos aún estaban cerrados.

Sus manos se posaron en mis caderas, acercándome a él.

-Puedes abrirlos, princesa. -susurró en mi oreja-

Abrí lentamente los ojos. Quedé realmente sorprendida.

El lugar era muy espacioso. Habían pétalos de rosas esparcidos por el suelo. Había un colchón en el suelo, con una manta cubriéndola, también llena de pétalos. A su lado, había una pequeña mesa con dos velas en el centro y un par de cojines en el suelo.

-Álvaro... esto es hermoso. -Me giré a mirarlo-
-¿Te gusta?
-Me gusta. -Sonreí y besé su mejilla-
-Pues espero que te guste la comida que he echo.
-¿Has cocinado tu? -arqueé una ceja-
-Sip, pero no te esperes que sea algo del otro mundo.

Él me indicó que me sentase en el suelo. Desapareció unos segundos, para volver con una placa de cristal. La dejó encima de la mesa y le miré curiosa.

-¿Has hecho espaguetis para nuestra cita? -levanté una ceja divertida-
-Es lo único que se hacer. -Agachó la cabeza-
-Que tierno. -puse mi mano sobre la suya- seguro que están buenos.
-Eso espero.


*


-¿Entonces dices que casi me echo a llorar porque te arañé la espalda? -Sentí como mis mejillas ardian-
-Sip, te pusise muy roja como ahora. Cuando los chicos se dieron cuenta, empezaron a molestarte y tu solo escondiste la cabeza en mi cuello. Justo como ahora.

Solté una pequeña carcajada.

-Me da muchísima rabia no recordar nada. -hice una mueca contra su cuello-
-Poco a poco todo llegará. ¿Si?
-Ajam... cuéntame algo más.
-¿Que quieres que te cuente? -Preguntó mientras acariciaba mi pelo-
-Mmm, ¿como me pediste que me casara contigo?
-Ems, si, me acuerdo. -soltó una risita- fue el día de tu cumpleaños. -dijo mientras seguía acariciando mi pelo- esperé a que todos te dieran los regalos, entonces, simplemente me arrodillé, te solté el verso y aceptaste.
-¿Te acuerdas de lo que me dijiste?
-Si
-¿Podrías repetirmelas? -le miré y el asintió-
-¿Sabes que te quiero verdad? Eres el amor de mi vida Míriam, quiero pasar cada minuto, cada segundo a tu lado. Quiero hacerme mayor y envejecer contigo. Quiero ser yo quien despierte a tu lado todos los días, quiero ser yo quien te despierte, quiero ser yo quien te ame, quien te haga reír... Quiero ser tu último. Se que hemos tenido problemas -Se acercó a mi- Todos por mi culpa, y, estoy muy arrepentido de ellos. Te has alejado de mi, te has ido de mi lado, sentí que te perdía, sentí que ya no te tendría a mi lado. -Suspiró y me miró- Es cierto todo eso de que te das cuenta cuando vale una persona para ti una vez que la pierdes. Daría mi vida por ti, sin importar el resto.


Por un momento, sentí un leve mareo, una opresión en el pecho. Si. Recordaba esas palabras. Ese momento.


-Una cosa, antes de iros. -Dijo Álvaro llamando la atención de todos- Bueno... eh... todavía falta mi regalo -Dijo mientras se sonrojaba-
-¿Te acabas de sonrojar? -Pregunté- No me lo puedo creer.
-Si bueno... eh... -Carraspeó- A ver, se que es un poco precipitado. ¿Sabes que te quiero verdad? -Asentí- Bueno, pues.. Yo quería decirte que... Eres el amor de mi vida Míriam, quiero pasar cada minuto, cada segundo a tu lado. Quiero hacerme mayor y envejecer contigo. Quiero ser yo quien despierte a tu lado todos los días, quiero ser yo quien te despierte, quiero ser yo quien te ame, quien te haga reír... Quiero ser tu último. Se que hemos tenido problemas -Se acercó a mi- Todos por mi culpa, y, estoy muy arrepentido de ellos. Te has alejado de mi, te has ido de mi lado, sentí que te perdía, sentí que ya no te tendría a mi lado. -Suspiró y me miró- Es cierto todo eso de que te das cuenta cuando vale una persona para ti una vez que la pierdes. Daría mi vida por ti, sin importar el resto.
-Vete al grano Álvaro, estamos ansiosos -Dijo Carlos-
-Como siempre, rompiendo el momento bonito, eres un palurdo -Dijo Dani y le pegó una colleja. Todos reímos-


Álvaro se levantó un poco los pantalones, se agachó apoyando todo el peso en una pierna, con una mano cogió mi mano y con la otra se la metió en el bolsillo, sacando una pequeña caja azul oscura de terciopelo. Oh dios mio. Dime que no es lo que creo que es. Miré a Marta y esta estaba abrazada con Hugo, mirándonos demasiado... ¿Emocionada? Volví a mirar a Álvaro, abrió la caja y dejó ver un precioso anillo con un diamante chiquitillo. Dios, creo que me voy a caer, me voy a desmayar. Me flaquean las piernas.


-Míriam... -Dijo mientras sacaba el anillo- ¿Quieres casarte conmigo?


Me miró a los ojos, lentamente se levantó. No sabía que hacer, ni que decir. ¡Pero di algo tonta! ¿Que hago? ¿Que digo? ¿Quiero casarme? Si, claro que quiero, pero no todavía, no quiero que me mal interprete, pero yo ahora no quiero casarme... Tengo que acabar la universidad... Dios, porque estás quieta. Tienes la mirada de todos, incluso la de él encima tuya y no dices nada.
Le miré y, una sonrisilla tonta se me escapó, seguida de un par de lágrimas.


-Si -Susurré-
-¿Que has dicho? -Preguntó mi abuela y la fulmine-
-Si, si, si. -Me eché encima de él- Claro que quiero. -Le besé-


-¿Princesa? ¿Princesa, te encuentras bien? ¿Me escuchas? -me zarandeó-
-Yo... yo..
-Ey, ey. -llamó mi atención- te sangra la nariz.

Se separó de mi, levantándose del colchón a por unos pañuelos de papel. Limpió con cuidado la sangre que caía de mi nariz.

-¿Estas bien?
-Lo recuerdo Álvaro.

Él me miró extrañado.

-¿Que recuerdas princesa?
-Recuerdo como... como me pediste que me casara contigo. -sentí como un par de lágrimas caían por mis mejillas- lo recuerdo Álvaro.

Me estrujó contra su pecho. Empezó a repartir besos por toda mi cara, acabando en mis labios.

No tardé en responder el beso. Me acomodé encima de él, poniendo cada pierna a un lado, quedando a horcajadas. Sus manos recorrieron mi espalda y se quedaron en mis caderas. Rodeé su cuello con mis brazos y entrelacé mis manos con su pelo, tirando de el levemente. Álvaro soltó un jadeo sobre mis labios.

Poco a poco, me acostó en esa cama, encima de los pétalos. Sus manos bajaron hasta mis muslos y poco a poco, subió mi vestido hasta mi cadera, y su mano se quedó en mi culo. Lo apretó, haciendo que mi cuerpo se levantase para querer estar aún más cerca de él. Tan cerca que, no entendía, porque me asustaba.

-Para... para, por favor. -Dije mientras me separaba de él-

Álvaro se separó de mi, y arrugó las cejas.

-¿Que pasa?
-Yo.. Yo... todo esto... creo que... -me quedé callada-
-Princesa, ¿estas bien?

Temblé, cuando tocó mi mejilla como si esta se fuera a romper.

-Siento que vamos demasiado rápido. -Solté- se que lo que pasó el otro día. Se que, puedo parecer una desesperada en busca de sexo, pero... esto va demasiado rápido. Quiero decir, yo no se si soy así, o si no soy así. Pero, realmente, no me siento preparada pera esto. ¡Es que ni siquiera yo me entiendo! -Alcé la voz-
-Eh, eh... tranquila. -Me acurrucó contra su pecho- Yo no tengo prisa. Olvida lo del otro día. Te dije que si iba a carecer de sexo, lo carecería, solo para volver a conquistarte. Realmente me importa poco el sexo.
-Pero se que abra algún día que lo necesites y tengo miedo de que puedas recurrir a otra persona. -Suspiré-
-No lo haré. -acarició mi mejilla-
-¿Como puedes estar tan seguro?
-He cometido muchos errores contigo en esta relación. No pienso cometer ninguno mas. Quiero estar contigo, solamente contigo, y si eso implica que no vamos a hacer el amor, pues... no haremos el amor. Mi prioridad es que tu estés bien, y que logres recordarme. Quiero que me quieras igual como te quiero yo. Quiero que logres recordar todo lo que hemos pasado juntos. Como ya te he dicho, quiero envejecer contigo.  



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¿Me podéis hacer un favor? ¿Si? Es simple. Solo necesito que entréis aquí https://evenenough.blogspot.com/. Es un enlace que acabo de hacer de una novela que se me acaba de ocurrir. No estáis obligadas a leerla, para nada. No tiene nada que ver con Auryn (aviso). Es una historia trágica, o eso quiero hacer. Tan solo necesito que os paséis por ese link, que la leais y que escribáis vuestro comentario respeto si queréis que suba el prólogo o no. Porfiiiii, no os cuesta nada. Besitoooos! 



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@MiriamGarrido_