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domingo, 26 de enero de 2014

Capitulo 84. FINAL TEMPORADA




Cuando desperté, me encontré con un par de ojos verdes mirándome.

-Buenas tardes dormilona.
-Mmmm, buenos días -Me apreté más a él- ¿Y la niña?
-Está calmada -Sonrió- Disfrutemos mientras esté así.

Solo me limité a asentir y seguí con la cabeza apoyada en su pecho. Álvaro me acariciaba la espalda, de arriba a abajo y eso me relajaba, demasiado. Sentía que mis ojos se volvían a cerrar cuando la puerta se abrió y pasaron dos personas, demasiado alegres.

-Holaaaaaaa -Gritó Carlos-
-Shhhhh, la niña está durmiendo melón -Dijo Álvaro-
-Ups, lo siento -Soltó una carcajada- ¿Como estás? -Susurró y me miró-
-Dentro de lo que cabe, bien -Sonreí- Aunque estoy cansadisima.
-Ya nos ha contado Álvaro -Dijo Andrea y se acercó a la cuna- La niña es preciosa chicos. -Nos miró-
-Bueno, como quieres que no sea hermosa, si sus padres somos preciosisimos. -Dijo Álvaro y le pegué en el estomago. Se calló de golpe- Maldita -Susurró-
-Te quiero -Le guiñé el ojo-
-En fin, nosotros veníamos a ver a la niña -Carlos hizo una mueca- Pero veo que está dormida.
-Hace nada más que un par de horas se durmió.
-Que pena -Andrea hizo un mohín- Se le ve tan tranquila...
-Eso es porque está dormida, cuando llora no hay quien la pare... -Suspiró Álvaro- Bueno, si, Míriam, peo nadie más.
-Normal. -Dijo Carlos y se nos quedó mirando-
-¿Porque nos miras? -Pregunté-
-Es que, me cuesta de creer que por fin las cosas os vayan bien -Sonrió- Con la de problemas que habéis tenido...
-La verdad es que si, nos cuesta un poco -Respondí y abracé a Álvaro- Pero merece la pena haber pasado por eso, si no, a lo mejor, ella no estaría aquí.

Desvié la vista hacia la cuna y, la pequeña Leire abrió sus pequeños y achinados ojos. Álvaro y yo nos quedamos como bobo mirándola, igual que Carlos y Andrea.

-¿Puedo cogerla? -Dijo Andrea con nerviosismo-
-Claro que si -Sonreí- Solo ten cuidado con la cabeza.


Andrea se acercó lentamente a la cuna y la cogió con delicadeza. Cuando la tuvo entre sus brazos, la meció un poco y sonrió. Se veía tan tierna con el bebé en brazos... Carlos se puso a su lado y le agarró de la mano. Leire apretó su dedo y pude ver como Carlos hacía una mueca. Nos miró y sonrió.

-Con la tontería, no puedo esperar a que nazca nuestro pequeño. -Dijo Carlos mientras abrazaba la cintura de Andrea-
-¿Lo sabes? -Preguntó Álvaro-
-Sip, se lo dije ayer. -Sonrió Andrea-
-¿Y como te lo tomaste?
-Pues, en principio, me quedé en shock, pero después empecé a pensar y a echar cuentas y bueno... Sus tetas la delatan.
-¡Oye! -Gritó Andrea-
-Emm, si os teneis que pelear, por favor, darme a mi pequeña -Les miré-
-No vamos a pelear Míriam -Dijo Andrea- Lo que pasa, que al señorito, le jode que no le deje tocar estas monstruosidades que tengo por pechos. -Carlos suspiró-
-Tiene razón... Me tiene castigado sin sexo... ¡Sin sexo! Eso es igual o peor que si me castigan sin chocolate... ¡Me volveré loco! ¡Majareta!
-Melón, ya lo eres. -Dijo Álvaro y los tres reímos-


Pasamos la tarde entre risas y visitas y más visitas. Cuando parecía que ya íbamos a estar solos, por fin, entraron los padres de Álvaro.

-Buenas. -Dijeron los dos al mismo tiempo-
-Hola. -Saludamos-
-¿Como estáis? -Preguntó la madre de Álvaro-
-Cansada. -Dije sin rodeos- No hemos parado de recibir visitas en toda la tarde -Solté una mini carcajada- La niña esta muy solicitada.
-Oh, pero mira que nieta más preciosa que tengo -Dijo el padre de Álvaro mientras la cogía- ¿Da mucha guerra?
-Un poco, nada más cuando tiene hambre.
-Bueno, en ese aspecto se parece a Álvaro. -Dijo su madre- No paraba de llorar cuando tenía hambre, hasta que no tenía el pecho en la boca, no se callaba. -Creo que vi un rubor por las mejillas de Álvaro y yo me mordí el labio-
-Si, si, hasta que no comía no dejaba de llorar. Como la niña sea igual, veréis -Dijo su padre y reímos-
-Creo que en ese aspecto no saldrá a mi...
-Crees mal... al medio día lloraba y lloraba y hasta que no le di de comer, no paró. Después se quedó tranquilita hasta que vinieron Carlos y Andrea.
-Se sentirá observada la pobre.
-Si, yo creo que si... será el centro de atención de todo el mundo. Que disfrute mientras pueda... -Dije-


Nos quedamos un rato hablando con los padres de Álvaro, hasta que tuve que darle de comer a Leire. Ellos se despidieron y nos dijeron que vendrían mañana. Cuando acabé de darle de comer a la niña, Álvaro la cogió en sus brazos y la meció un rato, mientras le cantaba una canción, hasta que se quedó dormida. Poco rato después me trajeron la cena.

Había pasado una semana desde que di a luz. Hoy, en teoría, me daban el alta por la tarde. Álvaro y yo empezamos a recoger todas las cosas que teníamos en la habitación y Álvaro se encargaba de llevarlas al coche para que no estorbasen en el medio. Leire estaba despierta, así que aproveché y la saqué de la cuna y la vestí con su ropita. Me senté en la butaca con Leire en brazos.

-Vamos princesita, pronto estaremos en casa y perderemos de vista este lugar tan feo, ya lo verás. Te encantará tu habitación. ¿Sabes porque? Porque papi y mami la hicieron con mucho amor para ti -Besé su frente- Eres lo mejor que me podía haber pasado en la vida, a parte de tu padre. Leire. Mi niña. Mi princesa.

Álvaro no tardó poco en llegar. Como siempre, con su Iphone en mano y haciéndonos fotos. Teníamos todo listo y yo ya estaba preparada para cuando el doctor pasase y me diera el alta. Las horas pasaban muy lentas.

Un ruido en la puerta nos hizo mirarla. Esta se abrió lentamente y entró un muchacho joven, vestido con un pijama verde y una bata blanca con una carpeta. Se nos quedó mirando y sonrió. Nos explicó que ya podíamos irnos, pero que yo tenía que estar en reposo como mínimo una semana. Firmé el alta y nos fuimos. Bajamos al coche. Coloqué la silla de Leire detrás del asiento de Álvaro y la até bien, para que no se escapara. Álvaro ya se había sentado y abrochado el cinturón. Rodeé el coche y me monté. Salimos del hospital y mientras íbamos camino a casa, íbamos hablando de todo un poco. Paramos a comer en un restaurante, ya que yo estaba muerta de hambre y me apetecía un montón comer algo basura. Comida rica. Nos paramos en un McDonald's, pedímos lo que queríamos comer, Álvaro pagó y esperamos mientras nos hacían las hamburguesas. Nos pasamos todo el mediodía allí en el Mac, hablando, comiendo y dándole de comer a la pequeña que estaba hambrienta. Tenía a Leire entre mis brazos, cuando un par de chicas se acercaron a nosotros.

-Hola, perdón que interrumpamos... -Dijo una de las chicas- Pero, os hemos estado viendo desde hace un rato, y tu cara nos suena un montón...
-Eres tonta -Susurró la chica que tenía al lado y se acercó a su oreja. Le susurró algo y la chica abrió los ojos y se sonrojó-
-Oh... em... Esto... ¿Álvaro, verdad?
-Em... Si.. -Arrugó las cejas y las miró-
-Nos... Nos podríamos echar una foto contigo? Bueno, más bien ella, ella es quien os seguia... em... esto... ¿Auryn? -La otra chica asintió- Pues eso... ¿Podemos? -Álvaro se las quedó mirando y les sonrió-
-Oh, claro.

Se levantó y se puso entre ellas. Una de las chicas, que no había dicho nada en todo el rato hizo la foto y luego me miró y volvió a mirarlas. Asintió con la cabeza y las chicas agradecieron a Álvaro por hacerse la foto y se fueron.

-Me he sentido realmente incómodo. Hacía tiempo que no me pedían foto -Suspiró-
-Bueno, a lo mejor te tendrás que acostumbrar que habrá gente que te seguirá reconociendo por la calle -Alcé los hombros-
-Si, tienes razón... -Suspiró- ¿Ya estás de comer?
-Voy a reventar. -Bufé- hacía taaaanto que no comía así de bien... -Álvaro me miró y soltó una carcajada-
-Míriam, llevas una semana en el hospital... No ha pasado tanto tiempo -Le fulminé con la mirada-
-Come tu la asquerosa comida del hospital... encima todo era pescado... ¿Es que a caso me han visto como un pez globo? -Inflé los morros-
-Hija mía -Dijo Álvaro dirigiéndose a Leire- Tu madre parece una niña pequeña a veces... Creo que tu serás más madura que ella.
-Que te den Álvaro. ¿Podemos irnos? Estoy cansada.
-A sus ordenes madamme.

Nos levantamos y Álvaro llevaba el carrito de Leire mientras yo la llevaba en brazos a ella. Álvaro desbloqueó el coche y empezó a guardar el carrito, mientras yo ponía a Leire en la silla. Esta se había quedado frita. Fuimos rumbo a casa.

Todo pasó muy rápido. Mi vida paso por delante en nada más y nada menos que en cinco segundos. Sentimos un golpe contra el coche. Álvaro intentando salir de él, la niña llorando y yo no es que me sintiera con fuerzas de hacer nada. Veía borroso. Estaba desorientada. De pronto, todo se volvió negro y creo, que caí en la inconsciencia.





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    jueves, 16 de enero de 2014

    Capitulo 83



    Cuando había dilatado ya los diez centímetros, me llevaron al paritorio. Incorporaron un poco la camilla y pusieron mis piernas a cada extremos de la cama levantándolas. Las enfermeras o las matronas o lo que fueran, entraron todas enseguida, seguidas de Álvaro, que se había puesto como un pijama azul con la mascarilla. Se puso a mi lado y me dio la mano mientras que con la otra se dedicaba a apartarme los pelos de la cara. La ginecóloga entró y se puso entre mis piernas. Que mal suena, por dios. Miró todo lo que tenía que mirar y me sonrió.

    -Esto casi ya está. En breves te tocará empujar. ¿Quieres que te pongamos la epidural? -Asentí- Está bien.

    Sacaron una aguja demasiado larga para mi gusto, me incorporaron y miré a Álvaro un tanto asustada. Agarré su mano. Tenía pánico a las agujas. Noté como me pinchaban y apreté más su mano. Dios, me iban a matar. Me volvieron a recostar y la ginecóloga volvió a ponerse entre mis piernas.

    -Te voy a tener que decir que empujes. Parece que el bebé quiere salir ya...

    Miré a Álvaro con miedo y él asintió. Empecé a apretar. Dios mío del amor hermoso. ¡Que dolor! Apreté con todas mis fuerzas la mano de Álvaro y este, pobre, apartaba el pelo de mi frente y dejaba pequeños besos en ella. No se cuanto estuve apretando, parecían horas y no podía evitar dejar de gritar.

    -Juro por mi vida que la próxima vez que quieras tener un hijo, te corto lo de allí abajo. -Grité desesperada-
    -Tranquila amor... -Besó mi frente-
    -Empuja un poco más, la cabeza ya está saliendo.
    -No puedo... No puedo... -Sollocé- Duele mucho. -Solté un grito-
    -Venga, queda poco. -Alentó la médica- 1... 2... 3....

    Empujé con toda mi fuerza, pero no había manera, la niña no quería salir. Estaba desesperada, dolía demasiado. ¿Porque no pude recurrir directamente a la cesárea? Maldigo mi vida y maldigo al órgano reproductor de Álvaro. Empujé, empujé y volví a empujar.

    -Dios no puedo más. -Abrí los ojos y veía todo borroso. Parpadeé un montón de veces y seguía viéndolo igual-

    La ginecóloga insistía en que debía empujar, por el bien de las dos. Sentí las manos de Álvaro en mis dos mejillas y juntó nuestros labios.

    -Ya has oído. Tu puedes, eres fuerte Míriam. Empuja. Cuanto antes esté afuera, antes dejarás de sufrir.

    Volví a asentir. Me sentía desorientada y mareada. Seguía las instrucciones de la ginecóloga. Empujé con toda mi fuerza un par de veces, hasta que sentí un alivio y un llanto. Álvaro besó mis labios. Las enfermeras arroparon a la niña y me la pusieron en los brazos. Es preciosa.

    -Es preciosa -Murmuró Álvaro-
    -Lo es. -Sonreí-

    Álvaro agarró a la niña, las enfermeras me atendieron, me estuvieron revisando hasta que de un momento a otro perdí la consciencia. Solo recuerdo un par de gritos, ruido por todos lados y como le dijeron a Álvaro que saliera del paritorio.

    Cuando me desperté, me sentía débil, me dolía todo. Tenía el cable del suero conectado a una vía en mi mano. Unos cables que conectaban a otros aparatos. Me sentía desorientada, no sabía donde me encontraba. Parpadeé un par de veces, hasta reconocer que estaba en una habitación blanca que olía a hospital. Giré mi cabeza al escuchar un siseo. Álvaro estaba sentado en el sofá, con la pequeña Leire en brazos, acunándola para que se durmiera.

    -Tienes que dormir princesa, tienes que dejar descansar a mami. -La acunó- No se encuentra muy bien ¿sabes? Así que tienes que estar tranquilita y dormida, así mami no se despierta.


    Álvaro empezó a cantarle una nana, y la pequeña empezó a cerrar sus ojos. Esa escena era demasiado tierna, cuanto daría por poder estar consciente del todo y que notara que estaba despierta. Se levantó y dejó a la niña en la cuna. Agarró mi mano y la besó. “Despiértate pronto princesa. No me asustes más de lo que ya estoy” susurró mientras apretaba mi mano. Solté un suspiro y lentamente abrí los ojos.

    -Estoy aquí. -Susurré-
    -¿Míriam? -Me miró y giré un poco la cara-
    -Aquí estoy... -Apreté su mano- Estoy bien.
    -Dios santo. -Se tiró encima mío- pensé que te perdía. ¿Como puedes hacerme una cosa así? Me has tenido acojonado.
    -Lo siento... -Volví a susurrar-
    -Tranquila, está bien... estás aquí. -Sonrió y acarició mi pelo-
    -¿Que me ha pasado?
    -Después de dar a luz, te desmayaste. -Frunció el ceño- Me diste un susto de muerte ¿sabes?
    -No era mi intención. Lo siento.
    -Basta de pedir perdón. Estás aquí y esto es lo que importa. -Juntó nuestras frentes y sonrió-
    -Te quiero. -Nos besamos-

    Al poco tiempo, la niña empezó a llorar. Álvaro bufó y la cogió en brazos, estuvo meciéndola durante un buen rato, pero no se calmaba. Le dije que me la tendiera y así lo hizo, la dejó con cuidado entre mis brazos y parece que se calmó un poco, aunque aún seguía con el llanto. Una bombilla se me encendió. Me aparté el camisón con cuidado y le di el pecho. Ella se aferró con ansias y empezó a chupar de él. Álvaro miraba y entrecerró los ojos.

    -Que viciosa. Eso solo puedo hacerlo yo. -Se cruzó de brazos y solté una pequeña carcajada-
    -Te tendrás que acostumbrar, estos ya no son tuyos. -Le guiñé el ojo y acaricié la mejilla de Leire- Tiene tu nariz. -Pasé el dedo por la nariz de Leire-
    -¿No suele ser al revés? -Le miré confundida- Digo, normalmente se parece más al padre, aunque siempre dicen que la nariz y la boca es de la madre... ya sabes -Rodó los ojos-
    -No tiene porqué ser así -Solté una carcajada e hice una mueca. Leire me había mordido- Eso no se muerde, mala.
    -¿Dolió? -Preguntó mientras se sentaba a mi lado-
    -No tienes ni idea... -Bufé-

    Nos quedamos embobados mirando como la niña comía. Tenerla entre mis brazos, era lo que más estaba deseando de estos nueve meses. Por fin la tenía entre mis brazos. Sin duda, era hija de Álvaro. Tenía su misma nariz, hasta me pareció verle los ojos verdes, pero, aún es demasiado temprano para darlo por echo.

    La niña, después de comer se quedó dormida. Álvaro la dejó en la cuna y volvió a sentarse a mi lado, en la cama. Rodeé su cintura con mis brazos y apoyé mi cabeza en su estómago.

    -¿Se puede ser más feliz? -Pregunté mientras metía una mano por dentro de su camiseta- Tengo a mi familia, tengo a mis amigos, tengo a la pequeña... te tengo a ti. Somos felices. ¿A caso se puede pedir más? -Le miré-
    -No lo se, pero lo único que quiero conservar son todos estos momentos en los que estamos así. -Me acarició el brazo- Eres mi vida Míriam. Mi razón de ser, mi media naranja. -Besó mi pelo- Me alegro de haberme chocado contigo en ese aeropuerto, me alegro de que no gritases como una fan loca, me alegro de haber coincidido en el hotel... Gracias a eso estás aquí.
    -Fue una locura que llamases a mi padre para pedirle permiso para irme a vivir a Madrid. -Recordé- ¿Que se te pasó por la cabeza en esos momentos?
    -No quería separarme de ti. Empezabas a gustarme y sabía que si lograba convencer a tu padre, algo bonito surgiría entre nosotros.
    -Me alegro de que siguieras esa intuición, porque si no fuera por ti, ahora no estaríamos aquí, juntos, y con una hermosa hija. -Acaricié su pecho-
    -¿Que piensas que hubiera sido de nosotros si tu padre hubiera dicho que no?
    -No lo se -Alcé los hombros- Quizás yo ahora mismo estuviera de nuevo con Andrés, o con algún otro haciendo vete tu a saber que tontería y no estaría en estos momentos aquí contigo. -Besé su pecho por encima de la camiseta- Te quiero Álvaro. Te quiero tanto que me da miedo a perderte. -Me aferré a él- Tanto que siento que por cualquier estupidez todo esto se irá al garete.
    -Shhhh, tranquila. -Me acunó- No pienso dejar que esto se vaya a la mierda por una tontería Míriam. Hemos estado separados mucho tiempo y todo ese tiempo para mi, fueron años. No puedo vivir sin ti, sin tu risa, sin tus besos de buena mañana, sin oler tu perfume, sin tu cuerpo... Simplemente no puedo. Eres como una droga para mi. Una droga demasiado adictiva. Eres mi mujer, juré protegerte y estar en las buenas y en las malas, y eso es lo que pienso hacer. Estaré contigo para lo bueno y para lo malo. No pienso volver a dejarte. Lo hice una vez, dos. Y nunca más.
    -Tengo miedo de que haya una tercera vez y sea la definitiva -Susurré-
    -No la habrá. Y si la hay, pienso hacer todo lo que esté a mi alcance para volver a recuperarte. No estoy dispuesto a volver a perderte, y mucho menos ahora. Envejeceremos juntos, veremos como nos arrugamos y juntos, sabremos cuidar a Leire. La veremos crecer, dar sus primeros pasos, sus primeros dientes, sus primeras palabras... No nos perderemos nada de ella y veremos como crece. Al igual que sus futuros hermanos. -Me separé de él-
    -¿Quieres tener mas hijos?
    -Claro. Tres concretamente.
    -Entonces... Los parirás tu ¿verdad? Porque yo no pienso pasar por ese dolor, otra vez...
    -Si pudiera hacerlo... -susurró y se echó a reír- Creo que aún sigues drogada.
    -No sigo drogada Álvaro. Lo digo de verdad. -Le miré sería-
    -Si, si, lo que digas amor. -Besó mi cabello- Será mejor que descanses un poco antes de que entren los chicos y se monte el alboroto. ¿Si?
    -Si... Será lo mejor -Bostecé-


    Cerré poco a poco los ojos. Me quedé dormida encima del pecho de Álvaro. Creo que, ambos nos quedamos dormidos, abrazados

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  • viernes, 10 de enero de 2014

    Capitulo 82





    Dos meses y medio después...


    El verano estaba llegando y con él mucha calor. Insoportable calor que tenía que aguantar con el maldito embarazo.
    Nos encontramos en la iglesia esperando a que Marta y Hugo llegaran con el pequeño Abel. Marta y Hugo habían decidido que el padrino del niño sería Dani y la madrina yo. La verdad es que no me importaba para nada ser su madrina. Nos encontrábamos todos sentados, bueno, casi todos. Andrea se había ido hacía dos meses y la verdad, es que no sabíamos si la volveríamos a ver. La gente empezó a entrar a la iglesia y Dani y yo nos fuimos hacia delante a esperar a los padres que, poco rato después entraron. Marta y Hugo se pusieron a un lado. Dani se puso al lado de Marta y yo al lado de Hugo. Marta sostenía a Abel que iba vestido de blanco. ¡Para comérselo!
    Y como cada bautizo, el coñazo. No me había enterado de nada, creo que me concentré más en las patadas que daba Leire que no en lo que decía el sacerdote, hasta que Hugo me dio un codazo y presté atención. Marta me dio a Abel y entre Dani y yo, con cuidado lo pusimos encima de la pica, mientras que el sacerdote se dedicaba a tirarle agua en la cabeza. La ceremonia fue lenta y aburrida. Cuando salimos, nos fuimos a un restaurante a hacer el banquete. Dani y yo, por obligación, nos tuvimos que sentar en la mesa donde estaban los padres. Jo, quería estar con Álvaro. Pero en fin, no me podía quejar.

    -¿Sabes algo de Andrea? -Susurró Dani y le miré-
    -Mmmm, puede..
    -¿Puedes decirme porque se ha ido? No lo entiendo.
    -Carlos y Andrea se pelearon hará ya tres meses -Suspiré- Andrea se fue porque Carlos la echó de casa.
    -Será capullo -Susurró-
    -No fue culpa de él.
    -¿Estas insinuando que Andrea...?
    -¿Que? No, claro que no -Suspiré- ¿Es que enserio no habéis hablado con Carlos?
    -He intentado, pero el jodio' no quiere hablar conmigo, siempre me cambia de tema -Suspiró-
    -Andrea vio una foto en twitter de Carlos y Alba abrazados y parecía que se estaban besando, entonces se lo reprochó a Carlos, Carlos e lo tomó mal, le preguntó si no confiaba en él, Andrea no dijo nada, Carlos le preguntó si ella le quería y esta estaba callada. Entonces Carlos exploto y puuuum, la echó de casa.
    -Respira mujer.... -Soltó una carcajada- Menudo par...
    -Lo peor es que Andrea esta embarazada y Carlos no lo sabe -Dani me miró con los ojos agrandados y me tapé la boca- ¡Mierda! Se me ha escapado -Me pegué en la frente- Seré lenguas, ostia puta.
    -¿Y piensa volver? ¿Carlos no sabe nada sobre el embarazo de Andrea? -Negué-
    -Nope, y no lo va a saber. Pobre de ti que le digas algo.
    -¿No está invitada al bautizo?
    -Si que lo está -Dijo Marta detrás nuestro- ¿Como no me lo habías contado antes?
    -Jodeeeeeer. -Susurré- No digáis nada... por favor -Les miré- Aquí el único que en teoría debería saberlo es Álvaro y a Álvaro se le escapó por eso lo se. -Suspiré-
    -Pues para contaros a vosotros cualquier secreto, antes se enteran los demás -Dijo Dani y le di una colleja-
    -Idiota... No pienso lo que digo, así que mejor será que cierres tu bocota antes de que suelte algo que no debo.

    Me quedé callada por segundos, mirando hacia la puerta. Dani, al ver que me había callado dirigió la mirada hacia donde yo estaba mirando. ¡Que fuerte! Andrea había aparecido y no iba sola. Desvié la mirada hacia Carlos y pude notar que estaba rígido y Álvaro estaba asombrado. Andrea sonreía, saludó a los chicos y se acercó a nosotros.

    -Hola, siento llegar tarde -Suspiró- Salimos tarde de casa y recién acabamos de llegar.
    -¿Como estás? -Pregunté- hace mucho que no te vemos, ni siquiera te has dignado a llamarnos. ¿Se puede saber porque te has largado?
    -Estoy bien, pero... ¿Hace falta que conteste a esa pregunta? -Sonó fría-
    -No pero... ¡Dios mío! Menudo pechotes. -Provoqué la risa de Dani y Andrea me asesinó con la mirada-
    -Gracias... yo también te quiero. -Bufó- Supongo que ya lo sabéis. -Me crucé de brazos- Maldito Álvaro.
    -No le eches la culpa a él... no lo hizo con mala intención, estábamos hablando de lo sucedido y se le escapó y estos se han enterado por culpa de Daniel.
    -¿Estos? Míriam...
    -Tranquila -La corté- Blas, David y Carlos no lo saben, y las parejas tampoco.
    -María tampoco lo sabe -Dijo Dani-
    -¿Y como os habéis enterado? -Les miró-
    -Preguntáselo a la señorita -Habló Marta-
    -Le conté a Dani porqué te habías ido, y se me escapó lo de que estabas embarazada, Marta como siempre, y con lo cotilla que es nos escuchó y bueno, lo sabe.
    -No se que hacer -Bufó- ¿Crees que debería decirse lo a Carlos? ¿Y si no quiere saber nada de mi? ¿Y si no quiere hacerse cargo?
    -Tienes que decírselo Andrea. No sabes lo destrozado que está y lo de por culo que da. -Dijo Dani- Desde que te fuiste, vive prácticamente en mi casa... no para de hablar de ti y de arrepentirse por haberte echado de casa. Enserio, habla con él... Será peor para ti si se lo ocultas por más tiempo.
    -Dani tiene razón Andrea... Deberías contárselo de una vez. Carlos se preocupa por ti y se que se haría cargo del bebé. Sabes que él no es de esa clase de hombres, él te quiere y sabrá aceptarlo.
    -Veo que en poco tiempo me has cambiado -Se escuchó detrás de Andrea-
    -Carlos... -Conseguí decir-
    -¿Tan rápido te has olvidado de mi? -Solo la miraba a ella-
    -Carlos no...
    -¿Desde cuando? -La miró-
    -¿Que dices?
    -¿Desde cuando llevas engañándome? -Preguntó serio-
    -Carlos, yo no...
    -¿Piensas que voy a creerte? ¿Tan rápido te olvidaste de mi?
    -Carlos, por favor...
    -No me lo puedo creer... yo aquí sufriendo por ti y tu, aquí... tirándote a otro.
    -No sabes lo que dices... no tienes ni la mínima idea. -Le tembló la voz-
    -¿A no? Entonces que... a ver, dime. ¿A caso crees que soy estúpido? -Se cruzó de brazos-
    -Carlos... -Susurró-
    -Ni Carlos, ni leches... me has decepcionado Andrea, y mucho. -Se giró pero Andrea le agarró por la muñeca-
    -Por favor, dejame explicarte. Estas mal interpretando las cosas.
    -¿Mal interpretando las cosas? -Rió de mala gana- ¿Enserio me crees tan estúpido?
    -Carlos, ella tiene razón. -Dije en defensa de Andrea-
    -Tu te callas. -Me gritó y miró a Andrea-
    -¿Que pasa aquí? -Preguntó el muchacho abrazando a Andrea-
    -Nada que a ti te interese -Murmuró Carlos-
    -Oye chaval, relaja los humos.
    -¿De que os conocéis? -Pregunté y el chico me miró-
    -Soy el hermano de Andrea. Didac.
    -Encantada, yo soy Míriam -Sonreí y le di dos besos-

    De la nada Carlos se largó. Salí detrás de él y le seguí hasta que se sentó en un banco. Apoyó sus codos encima de sus piernas y puso la cabeza entre las manos.

    -Soy una mierda... soy una mierda. -Repitió-
    -Carlos -Le acaricié el pelo-
    -¿Porque no dejo de cagarla? ¿Eh? ¿Porque siempre tengo que cagarla?
    -Tranquilo -Le abracé- Tienes que hablar con Andrea y arreglar esto. No podéis estar así... Ni siquiera comes, ni duermes, te estás matando Carlos... No puedes seguir así, tienes que hablar con ella.
    -No.. No puedo, simplemente no puedo -Suspiró y levantó la cabeza-
    -¿Y entonces que vas a hacer? ¿Esperar a que ella se enamore de otro y te substituya? ¿Eso quieres? -Negó- ¿Entonces? Ambos os amáis y negáis hablar con el otro, preferís abandonar la lucha a seguir luchando... ¿Que coño os pasa? Nunca os habéis peleado, siempre habéis sido la pareja feliz.. ¿Que os está pasando?
    -No lo se Míriam.... No lo se.... Soy una mierda, no se cuidar lo que tengo a mi lado, siempre lo pierdo o salen heridos... -Revolvió su pelo- ¿Y si simplemente el destino quiere que esté solo? ¿Y si no sirvo para estar al lado de alguien? ¿Y si no sirvo para que me amen tanto como yo amo?
    -No seas tonto. Sabes que no es verdad -Le acaricié el pelo- Con Alba simplemente confundisteis la amistad con el amor, igual que te pasó con Marta, pero con Andrea no. La has amado y ella te ha amado. Os amáis... ¿A caso no recuerdas la primera vez que la viste? -Seguía acariciándolo- Te quedaste embobado y fuiste a por ella. Si a ella no le hubieras interesado, te hubiera echado a patadas y no lo hizo, salió contigo a pesar de que eres un rubio con una cabeza de melón y algo retrasado, te quiere con todos tus defectos y todas tus virtudes. Mujer como ella no encontrarás en ningún sitio. Lucha por ella Carlos, lucha, se feliz, hazla feliz...
    -Ella tiene razón Carlos. -Dijeron detrás de nosotros. Ambos nos giramos- Tenemos que luchar por lo nuestro,no podemos dejarlo que se vaya, que se esfume... No quiero ni puedo perderte -Le miró- Eres mi vida, mi tesoro... Me niego a seguir en esta vida si tu no estás a mi lado... Yo... Siento no haber hablado como debería hace dos meses, tendría que haber dejado los celos de lado y habertelo preguntado con delicadeza y quizás, ahora no estaríamos así. Debí haberte respondido, pero al gritarme, solo me hice pequeña... Nunca antes me habías gritado y al verte así, me asusté, me asusté tanto que no quería hablar, no quería enfadarte más, pero fue lo que hice... Yo... -hipó- Joder Carlos, perdoname. No debí haberme callado, debí haber luchado por lo nuestro, pero me quedé callada y lo estropeé todo. -Carlos se levantó y la abrazó- Llevo noches sin dormir, llevo días sin comer... No he podido sacarte de mi mente, no has salido, te he pensado cada día a cada hora. Suena cursi y asqueroso, lo se. -Reímos- Pero es verdad... Lo que tenemos, es lo más bonito que me ha podido pasar en la vida.. Encontrar a alguien que me corresponda es el tesoro más hermoso que he podido encontrar. Solo tu me das esa felicidad y esa paz cuando estás a mi lado, solo contigo me siento protegida y amada... Te quiero con todo mi ser
    -Andrea, perdóname.... -Le agarró la cara y juntó sus frentes- Perdoname, perdona por cagarla, perdona por todo lo que te dije ese día. Eres mi razón de ser. Perdóname por cegarme, por tratarte como te traté, por no dejarte explicarte, por haber acabado con lo nuestro, perdóname por ser una mierda y joder esto... No se como arreglarlo Andrea... Perdoname mi amor, perdoname por no controlar esto, perdóname, por favor... Te quiero con toda mi alma, quiero estar contigo, ahora y siempre. Quiero envejecer junto a ti, quiero crecer junto a ti, quiero estar contigo el resto de mi vida... se que soy un idiota, un pesado, una mierda, pero... sin ti no soy nada.. Quiero estar contigo, quiero tener una familia, ahora, después yo que se, más adelante quizás, pero quiero estar contigo Andrea...

    Andrea se abalanzó sobre Carlos y le abrazó. Cuando se separaron, se besaron. Dios, que bonito y que tierno.
    Un dolor en la barriga, quizá dos. ¡Que dolor! Me llevé la mano a la barriga y me incorporé por culpa del dolor. Solté un grito y ambos se separaron. Me miraron y vinieron hacia mi. Otro pinchazo. Dios, voy a morir. Siento caer un líquido por mis piernas. Abro los ojos, oh no... por favor, dime que no... Miré a Andrea bastante asustada. La última vez que me bajó un líquido, perdí al bebé... No, no puedo perderle...

    -Oh dios... ¡Acabas de romper aguas! -Gritó Carlos-
    -Por favor... Ahh. -Grité- Sacármelo... Sacármelo -Otro pinchazo- Ahh.
    -Dios Carlos, muévete, avisa a Álvaro, llama a una ambulancia, llevala al coche... ¡Algo! -Dijo mientras me agarraba-

    Empecé a respirar más seguido y mas hondo, intentando contener los gritos de dolor. Álvaro llegó corriendo hacia mi y me llevó hacia el coche. Me sentó con cuidado y el fue corriendo hasta la otra puerta. Podía ver en su cara lo aterrado que estaba. Otro pinchazo. Dios, que dolor.

    -Voy a morir, voy a morir...
    -No digas eso -Me miró-
    -Pero mira a la carrera maldito inútil! -Le grité- Dios... dios... lo siento.. -Intenté calmarme pero no podía, dolía demasiado-
    -Tranquila, respira, estamos llegando...
    -¡Aaaah! -Grité-

    Álvaro pisó el acelerador, la niña no paraba, insistía en que tenía que salir y que tenía que ser ahora. Parece ser que las contracciones pararon. Al llegar al hospital Álvaro me ayudó a bajarme, entramos en urgencias y Álvaro gritando que me tenían que atender, que estaba de parto. Inmediatamente me subieron a una camilla, me llevaron a una habitación y me explicaron que hasta que no tuviera por lo menos, los diez centímetros dilatados, no podían hacer nada. Estaba empezando a sudar, me sentía agobiada, necesitaba que me la sacasen ya de adentro. No podía más.
    Las horas iban pasando, y la niña se negaba a salir. ¡Maldita sea Leire! Un pinchazo. Dios, este era más fuerte que los demás. Me llevé la mano a la barriga por instinto y Álvaro me apretaba la mano.

    -Todo va a salir bien... ya verás.
    -No puedo Álvaro.... -Sollocé- Duele demasiado...
    -Tranquila, no te voy a soltar. Esteré contigo todo el tiempo.
    -No te vayas de mi lado... no me dejes sola.
    -No pienso dejarte sola princesa. -Apartó mi pelo y besó mi frente- Estaré contigo todo el tiempo.
    -Duele mucho Álvaro... -Sollocé-
    -Respira... estoy aquí, estoy aquí. -Acarició mi pelo- Verás como en poco tiempo tendrás a Leire en tus brazos...
    -Odio los hospitales...
    -Lo sé, lo sé... -Apretó mi mano- En nada estarás afuera.

    Las contracciones venían cada tres minutos y eran intensas. Cada vez que venían, no podía evitar estrujarle la mano a Álvaro. Pobrecillo, se le veía nervioso y en cambio intentaba calmarme. El medico entraba cada media hora para mirar cuanto había dilatado. Por suerte, según él, la dilatación iba rápida, pero a mi me parecía eterna. Solo deseaba que me la sacasen ya de adentro y no tener que sufrir más.


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    Espero que os guste. La primera temporada está casi, casi, al final! :) 


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