Capitulo 69

Lo amaba, lo amaba con toda mi alma. Por más que jugásemos, por más que nos enfadásemos, por más que me hiciera sacar a la cría o a la diosa que llevo dentro, lo amaba con todo mi ser. Volver a sentirlo, dentro mío, después de tanto tiempo era tan gratificante y tan único que moría. Le deseaba, le necesitaba.

-Será mejor que me vaya a duchar -Dije una vez bajé de la encimera-

-¿Nos duchamos juntos? -Preguntó Álvaro con una sonrisa pícara-

-No, que te conozco. Ducharse contigo es no parar de tener sexo. -Le miré y le besé-

-Anda, si en el fondo te gusta. -Volvió a sonreír pícaro-

-Si, me encanta. Pero no tenemos porque estar teniendo sexo a todas horas ¿Sabes? -Sonreí-

-Ya, pero es que hay una cosa... Contigo yo no tengo un simple sexo, contigo hago el amor. -Me acercó a él y me besó-

-¿Porque eres tan tierno? -Dije mientras enredaba mis dedos en su pelo-

-Porque quiero bañarme contigo. -Se acercó a mi oreja- Quiero enjabonarte el pelo, pasar mis manos por tu cuerpo -Dijo mientras mordía mi lóbulo- quiero masajear tus pechos, tu vientre, tu abdomen -Dijo mientras dejaba besos en mi cuello- Quiero hacerte mía a todas horas, quiero estar dentro de ti. -Mordió mi cuello y solté un gruñido-

-Álv... Enserio. Para -Dije separándolo de mi- Acabas de tener tu ración de sexo. ¿A caso no te has quedado satisfecho? -Intenté no reírme. Esas situaciones me podían-

-Ya sabes la respuesta. -Pegó completamente nuestros cuerpos-

-¡Oh my Gango! -Solté y estallamos a carcajadas- Eres un pervertido sexual, enserio.

Álvaro no dijo nada. Me agarró como si fuera un saco de patatas, cargándome en su hombro y salió rumbo hacia el baño. Cuándo estuvimos allí, me dejó dentro de la ducha y abrió el agua. Él entró en seguida, al estar los dos desnudos, no nos supuso ningún problema. Me giré dándole la espalda. Álvaro se pegó completamente a mi, me apartó el pelo del cuello, y dejó varios besos allí, donde ya tenía marcas de apenas hace unos minutos. Cogí una esponja que tenía delante y le puse un poco de jabón, me giré hacia él y le puse debajo del chorro. Pasé lentamente la esponja por su cuerpo. Empecé por su clavícula derecha y tiré hacia la otra, allí, bajé por su pecho, pasando por su abdomen. Le obligue a girarse. Fui dejando besos por aquella espalda que, me volvía completamente loca y los borraba con la esponja. No pude evitar morderme el labio, y tocarle el culo, cosa que provocó que Álvaro diera un salto y me mirase. No pude contenerme la risa, su cara era... indescriptible. Álvaro me robó un beso, seguido de la esponja. Supongo que llegó mi turno. Le echó un poco más de jabón a esta, y empezó a pasar la esponja por mis hombros, bajando hasta mis pechos, masajeándolos. Se le veía muy concentrado en lo que hacía y yo, no podía dejar de morderme el labio. Bajó por mi barriga, llegando con la esponja a mi parte íntima. Nos miramos durante un buen rato, y nos besamos. Nuestras lenguas entraron en batalla, las manos de Álvaro recorrían mi cuerpo y las mías estaban ocupadas entrelazándose con su pelo. Álvaro puso sus manos en mi culo y, de un pequeño salto, enrosqué mis piernas en su cadera. Me apoyó en la pared de la bañera, estaba helada y no pude reprimir un gruñido, el cual Álvaro respondió mordiéndome el labio. Como pudimos, salimos de la ducha y sin separarnos ni un momento, nos dirigimos hacia nuestra habitación, empapandolo todo. Llegamos a ella, y tiré a Álvaro encima de la cama y quedó sentado. Paseé mis manos por su pecho, arriba y abajo, haciéndole una especie de masaje. Me estiré con cuidado encima de él, y empecé a morderle el lóbulo de la oreja, haciendo que el gimiera y gruñese. Bajé lentamente mi boca hacia su cuello, chupando y mordiendo su piel. Al estar ya desnudos, fui dejándole besos desde su lóbulo hasta su abdomen. Álvaro, este estaba atento a mis movimientos. Sonreí como una niña traviesa y volví a darle besos por el pecho, llegando al abdomen. Una vez que tenía su sexo delante mío, no dudé en metermelo en la boca, otra vez. Desde aquella vez que, me propuso irme a vivir con él, no lo había vuelto a repetir y creo que, ya era hora. Subía y bajaba lentamente, Álvaro cerró los ojos y se recostó en la cama. Estuve buen rato haciendo el mismo movimiento, una y otra vez, hasta que Álvaro me aviso que ya se venía. Álvaro soltó un gemido, me agarró desesperada mente, me tumbó en la cama y atacó a mi boca, haciendo que otra vez se peleasen nuestras lenguas. Esos besos, esos besos me mataban y me excitaban a la vez. Álvaro dejó de besarme, para besar y mordisquear mis pezones, fue bajando por mi barriga, abrió mis piernas, lentamente. Introdució un dedo, mientras tenía la otra mano en mi barriga, apretándola cada vez que hacía un vaivén con el dedo. No pude evitar morder mi labio inferior, eso, eso me podía. Sacó el dedo y se lo llevó a la boca, saboreandolo y chupándolo. Sus dedos estaban dentro mío, haciendo un vaivén demasiado placentero. Su boca se quedó jugueteando con mi clítoris, mientras sus dedos iban intensificando el vaivén. Mi espalda se arqueaba y mis manos se agarraban a las sabanas. Lo notaba, notaba que llegaba. Mi cuerpo empezó a contraerse y automáticamente mis piernas se cerraron. Álvaro las abrió y aceleró sus movimientos, llevándome a mi al paraíso.

Cuando Álvaro se separó, se levantó lentamente y abrió el cajón de la cómoda, sacando el paquetito dorado, lo rasgó y lentamente se lo puso. Yo le contemplaba, desesperada. ¿A que estaba esperando? Cuando se lo puso, me levanté, le tiré bruscamente a la cama y me senté encima de él. Puso sus manos en mis caderas, mientras yo me até el pelo en una coleta alta, para que no molestase, ya que estaba completamente mojado. Nuestros labios se unieron igual que nuestros cuerpos. Volvíamos a ser uno, volvía a tenerle dentro de mi, volvía a disfrutar de él. Apoyé mis manos en su pecho y lentamente me iba moviendo, de arriba a abajo. Él, ni un momento, dejó de tener las manos en mi cadera. Se incorporó, escondió su cara en mi cuello, mientras lo mordía y dejaba otra marca. Mis uñas se clavaban en su espalda, mientras le gemía en la oreja. Giramos, Álvaro tomaba el control ahora, sus embestidas, cada vez eran más fuertes. Mis manos estaban en su cuello. Lo atraje hacia mi, escondí mi cara en su cuello, dejando allí, varias marcas. Mis uñas volvieron a clavarse en su espalda, mientras él, mordía mi cuello o mis hombros. Pocos segundos después lo noté. Estaba llegando, esa sacudida de placer y esa holeada de calor, se apoderó de mi cuerpo y del cuerpo de Álvaro. Y en menos de cinco segundos, cayó rendido encima mio.

-Te quiero -Me dijo al oído- No vuelvas a irte...

-No me iré -Dije recuperando un poco el aire- Te amo. -Besé su cuello-

Salió de mi. Se tumbó a mi lado y me apoyé en su sudoroso pecho. Él pasó una mano por mi cadera, acercándome a él. Y en menos de lo que me esperé, me dormí.