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domingo, 22 de junio de 2014

Capitulo 12 ST




POV ÁLVARO.


Después de que ella se fuera, fui a casa y como quien dice, reflexioné sobre lo hablado. La verdad es aque ella tenía razón, no iba a tirar todos estos años a la basura. No debía y no podía. Soy un completo gilipollas.

-Siento lo de esta mañana -Me disculpé con Dani y María-
-No te preocupes, pero sabes que Marta tienes razón.
-Dani tiene razón Álvaro, debes arreglarlo. -María acarició mi mano-
-Lo sé, lo sé tanto como se que Míriam no me perdonará así de fácil.
-Ella te necesita, sabes que lo hace. -Intentó sonreír-
-No es tan fácil María, se supone que debería estar a su lado en lo bueno y en lo malo. Lo juré y mira lo que estoy haciendo. Soy una mierda. -Suspiré-
-No seas idiota Bro. Ya la cagaste una vez, no lo hagas una segunda.
-Descansa por hoy y mañana ve a su casa, intenta arreglarlo. Se que ella te perdonará, tarde o temprano lo hará.

Asentí y la abracé. Subí a la que ahora era mi habitación y me tiré encima del colchón. Lo mejor será que luche por ella, antes de que el idiota de Àlex se la lleve. Antes de que me la saque.


*



A la mañana siguiente me arreglé, pasé por la floristería que había cerca de casa de Dani y pedí que me hicieran un ramo de rojas con alguna que otra blanca.

Cuando lo tuve ya en mis manos, salí dirección mi antigua casa. Estaba nervioso y las piernas me temblaban. Me sentía tonto al sentirme así. Cuando estaba delante de la casa, respiré hondo y toqué el timbre un par de veces.

Una Míriam dormida y con el pelo revuelto abrió la puerta. Se veía tan tierna.

-¿Que haces aquí? Todavía no he firmado los papeles, si es a lo que vienes. -Se apartó de la puerta y entró hacia dentro-
-No he venido a por los papeles.
-¿Entonces? ¿Vienes a por la niña? Acaba de dormirse después de darme la lata toda la noche. -Hizo un mohín-
-Tampoco vine a eso.
-¿Entonces?
-Esto... -Suspiré y cogí aire. Sin decir nada, estiré el brazo donde llevaba el ramo hacia ella-

Abrió la boca en una pequeña “o”. Miró el ramo, me miró y volvió a mirar el ramo.

-¿E-esto es para mi? -Asentí- ¡Oh dios mío! -Se llevó las manos a la boca y cogió el ramo- Son preciosas.

Se dirigió a la cocina, cogió un jarrón de cristal, lo llenó de agua y las puso allí. La miré enternecido. ¿Como podía ser tan hermosa? Sin duda, era un capullo por no verlo.

-Yo... bueno... -Rasqué mi nuca- Quería pedirte perdón.
-¿Perdón? ¿Porqué? -Arrugó las cejas-
-Amo cuando arrugas las cejas. -Susurré mientras pasaba una mano por su ceño fruncido- Vine a pedirte perdón porque soy un cobarde de mierda. Se que prometí cuidarte en la salud y en la enfermedad, lo juré, y como una mierda que soy no soy capaz de cumplirlo. Estoy dejándote ir contra mi voluntad, no quiero perderte, no otra vez. -Acaricié su mejilla- Eres lo más bonito que la vida me ha podido dar, incluyendo a la pequeña Leire. Y no dejaré que entre nosotros se interponga el estúpido de Àlex. No pienso pasar por eso, no de nuevo. Perdoname. -Dije mientras chocaba nuestras frentes-
-Estás muy equivocado si piensas que de un día para el otro te voy a perdonar. -Suspiró- Las rosas... ha sido un detalle hermoso, pero no puedo. -Se separó- Te pedí que no me dejaras, te dije que eras el único en ese momento que estaba conmigo, el único en quien confiaba y aún así te marchaste. No sabes lo mal que lo he pasado, no sabes lo mal que me has echo sentir. Dime, ¿Como se supone que me debo de tomar, si de un día para el otro me entero que soy amnésica, que tengo un marido, que vivo con él y es el único que se ha ganado mi confianza y, aún así, termina largándose porque dice que no lo soporta más? ¿Crees que a mi me hace gracia esto? ¿O que es un juego? Porque sinceramente, estás muy equivocado. -Vi en sus ojos lágrimas- Eras el único y tu... tu... -Su voz tembló- me abandonaste, dejaste de luchar por mi. ¿Porqué?
-Soy un capullo, lo sé. Pero estoy aquí, estoy aquí para ayudarte. Pienso hacer lo imposible para que recuperes tu antigua vida, para que salgamos adelante.
-Me enviaste los papeles del divorcio -Dijo dolida-
-Rómpelos, quemalos... haz con ellos lo que quieras. Pero ahora más que nunca, estoy dispuesto a luchar por ti, haré que te enamores de mi como lo estabas, haré que vuelvas a confiar en mi. Seremos la familia que siempre soñaste. Te lo juro, mi amor.

Pude ver como esas lágrimas que se guardaba por ellas, salían poco a poco, resvalando por sus mejillas. Pasé las yemas de mis dedos secándolas y la apreté contra mi cuerpo.

-Solo te estoy pidiendo una oportunidad. Si ves que, en un tiempo, no consigues enamorarte de mi, entonces, me daré por vencido. Me retiraré y tu podrás ser feliz con quien quieras. Pero solo te pido eso, solo te pido que me des una oportunidad de enamorarte, por favor.

Míriam se me quedó mirando, mordió su labio inferior y pasó su mano por debajo de su nariz. Suspiró y se aferró en mi pecho, escondiendo la cabeza en el.

-Si te doy otra oportunidad... ¿prometes no volver a fallarme?
-Lo prometo princesa. Cuando tu digas vasta, yo me iré y te dejaré en paz.
-¿Y si se me sacan las ganas de seguir en adelante, pero quiero que sigas a mi lado? -Preguntó mientras agarraba mi camiseta entre sus puños-
-Estaré aquí contigo.
-¿Y si no recuerdo nada, pero me enamoro de ti?
-Entonces, te explicaré todas las veces que quieras nuestra historia.
-¿Y si engordo? -Ambos reímos-
-Entonces, amaré cada kilo de más que tengas. No pienso abandonarte de nuevo princesa. Estaré contigo, siempre.
-¿Lo prometes?
-Tu antigua yo, diría que prefiere más echos que palabras.
-Entonces, demuéstramelo. Demuéstrame que te quedarás contigo.
-Seguiré contigo hasta que te salgan arrugas por todos los lados y tengas el pelo blanco. Seguiré contigo hasta que utilices bastón y necesites de mi ayuda para moverte. Seguiré contigo hasta que mi corazón deje de latir.


Escuché un sollozo por su parte y, como auto reflejo, la apretujé más hacia mi pecho. Ella rodeó mis caderas y me apretó hacia ella. Juraría que, en cualquier segundo, ambos nos romperíamos a causa de la fuerza que utilizábamos.

-Te quiero princesa. Haré todo lo posible para que salgamos adelante. Dejaré de trabajar si hace falta. -Besé su coronilla- Haré todo lo imposible por ti.
-Deja de hablar tanto y demuéstramelo. Demuéstrame todo lo que estás diciendo y, solo entonces, te creeré.
-Está bien, princesa.

Besé la comisura de sus labios y la abracé una última vez.

-Será mejor que me vaya. -Susurré-
-Quedate. -Se aferró a mi-
-Princesa, tengo que hablar con Dani y María.
-No, por favor, quedate, quedate. Solo por hoy. Por favor.

Me quedé embobado mirando sus ojos. Esos pequeños ojos marrones, que brillaban con toda su intensidad.

-Está bien, me quedaré.
-¡Bien! -Empezó a dar saltitos-

No pude evitar soltar una carcajada y volver a abrazarla. La necesitaba tanto conmigo...

-Te necesito -Susurré-

Agarré sus mejillas, y no dudé ni un segundo en rozar sus labios con los míos. Ella automáticamente cerró los ojos y sonrió. La adoraba tanto. Jugué un poco con sus labios, hasta que ella me agarró por la nuca y los juntó. Se sentía tan bien besarla...

Rodeé su cadera con mis brazos y dejé mis manos en el bajo de su espalda, mientras ella enredaba sus manos en mi cuello y tiraba suavemente de mi pelo. Oh dios, estaba seguro que no podría controlarme.

Instintivamente, empecé a caminar, hasta dejar la espalda de Míriam apoyada en la pared. Ella me acercó mas hacia su cuerpo. Bajé una de mis manos hacia su culo. Al ver que, ella no reprochaba, bajé la otra. La apreté contra mi, sintiéndola cerca, sintiéndola gemir encima de mis labios. La obligué a enroscar sus piernas en mi cintura, mientras caminaba hasta el marmol de la cocina. La apoyé con delicadeza y, poco a poco, fui besando desde sus labios hasta la curva de su cuello. Allí me entetení a dejarle besos y marcándola. Ella era mía. Sola mía.

Gemía y se movía debajo mío, sacándome de mis casillas. Metió sus manos por debajo de mi camiseta, subiéndola cuidadosamente. Me separé de ella y sacó mi camiseta. La tiró al otro lado de la cocina.

-Sería mejor... que.. siguiéramos... arriba. -Susurró entre besos-

Solo me limité a sentir. Volví a agarrarla de sus nalgas y como pude, subí las escaleras, mientras me deshacía de su camiseta del pijama. Míriam desenroscó sus piernas de mis caderas y se apoyó en el suelo. Agarró mi mano y nos metió en nuestra antigua habitación. Una vez que cerró la puerta, me acorraló entre la pared y ella. Yo, no me podía quejar. Empecé a dirigirme hacia la cama, puse una mano en su baja espalda y, cuando sus piernas chocaron contra el bordillo de la cama, ya estiré con cuidado. Bajé dándole besos por la clavícula, mientras mis manos paseaban libremente por su cuerpo, hasta llegar a la cinturilla de su pantalón. Lo bajé con cuidado, mientras iba dejando besos por sus cortas y delgadas piernas. Volví a besarla y no se en que momento, ella se encontraba encima de mi.

Mis manos se encontraban apretando sus nalgas, con total libertad, mientras ella estaba inclinada encima de mi, besando y marcando mi cuello. Sus caderas se movían de arriba a bajo, provocándome. Sentía dolor, necesitaba liberarme, necesitaba sacarme los pantalones.

Por un segundo, ella me estuvo mirando. Sus manos se dirigieron hacia mi pantalón, desabrochando el cinturón y el botón. Levanté un poco las caderas para que pudiera sacarlo mejor. Una vez fuera, suspiré. Esto era otra cosa. Míriam volvió a colocarse encima de mi, frotando nuestras partes íntimas, mientras apoyaba sus manos en mi pecho.

-Como... Como sigas asi... mhhh. No podré seguir. -Dije con dificultad-

Ella mostró una sonrisa pícara y se levantó de encima mío. Sus manos fueron hasta donde estaban colocadas sus braguitas y, lenta y provocadoramente se las sacó. Quedó delante mía, completamente desnuda. Me acerqué a ella y la tiré encima de la cama, provocando que ella soltara un grito y estallara a carcajadas. Sus carcajadas eran música para mi.


Después de que soltara la carcajada, recorrí con mis manos cada centímetro de su cuerpo, mientras me encargaba de chupar y morder con delicadeza uno de sus pezones. Poco a poco, fui descendiendo, hasta llegar a su sexo. Metí uno de mis dedos en la boca y lo dirigí hacia su entrada y, lentamente lo introduje. Míriam soltó un gemido. Mientras bombeaba lentamente el dedo en su interior, con mi lengua jugaba con su clítoris. Podía sentir como ella se retorcía debajo de las sábanas. Introducí un segundo dedo, y ella, se aferró a las sábanas, arrugandolas bajo sus puños. Sus gemidos era música para mis oídos.

En un momento, noté como sus paredes se contraían, como su cuerpo se agitaba, como su cuerpo se contraía a la vez que gritaba mi nombre. Aflojó su agarre de las sábanas. Estiré la mano hasta llegar a una de las mesitas de noche que se encontraban al lado de la cama, abrí el primer cajón y saqué un condón.

-¿C-Como sabías que estaban ahí? -Preguntó con la voz entrecortada-
-Porque yo los dejé ahí -Le guiñé el ojo-

Ella se sonrojó y me sacó el condón de las manos. Lo abrió con cuidado y me miró. Bajé mis calzoncillos, hasta dejarlos reposando en el suelo. Ella, se sentó y, con delicadeza lo puso, aunque tuve que ayudarla. Besé sus labios y la estiré lentamente en el colchón. Estuvimos besándonos hasta que entré en ella. Dios, seguía tan apretada como siempre. Al principio, las embestidas eran lentas y pausadas, hasta que las hacía bruscas y rápidas. Míriam enredó sus piernas alrededor de mis caderas, para así, poder tener más acceso en ella. Sus uñas se clavaron en mi piel. Seguí embistiendo, estaba cerca, necesitaba liberarme, necesitaba sentirla conmigo, hacerla mía de nuevo.

Tras un par de embestidas más, estaba al límite. Ella besaba y mordía mi cuello, hasta que me liberé, podría haber parado, pero sabía que ella no había llegado aún. Con la poca fuerza que me quedaba, le di un par de embestidas como las últimas. Fuertes y lentas. Hasta que sentí sus paredes contraerse y se dejó ir.

Esperé un poco a salir de ella. Se sentía tan bien, la sentía mía. Al salir, ambos soltamos un suspiro. Me estiré a su lado y la apretujé contra mi cuerpo.

-No sabes, cuanto necesitaba hacerte mía. -Susurré en su oreja-

Ella solo soltó una leve carcajada y se giró, mirándome.

-¿esto será siempre así? -Preguntó-
-¿Así como, princesa? -Pregunté mientras apartaba mechones rebeldes de su pelo, hacia detrás de su oreja-
-¿Será siempre sexo?
-No siempre. Yo no solo quiero sexo de ti Míriam. Te quiero conmigo, para toda la vida. Haré que vuelvas a enamorarte de mi y, si hace falta, careceré de sexo.
-Pero... yo no quiero que carezcas de sexo. -Dijo mientras se montaba encima mío-
-¿Acabamos de acabar y ya necesitas otra ronda? -Pregunté divertido-
-Mmm, puede que aún me queden ganas de seguir. -Movió sus caderas-
-Ohhh, por dios. ¡No hagas eso!
-¿Porqué? ¿Que sucede? -Preguntó en una sonrisa burlona-
-¿Que sucede? ¿Que sucede?! Sucede que, como sigas moviéndote así, te follaré de tal manera que no podrás levantarte ni de la cama.
-Tentada estoy de probarlo -Guiñó un ojo-



Me incorporé para besarla, cuando escuchamos unos llantos. Míriam suspiró y se apartó de encima mío. Agarró sus braguitas y salió de la habitación.



@smileerauryn



 

4 comentarios:

  1. por finnnn,ese es nuestro smiler :)))))))) <3 <3 <3

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  2. Necesito ya otro capiiitulo madre miia esque esta novela me encanta es de las mejores que estoy leyendo

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  3. Jajajajaja me encanta que hayan vuelto. Las palabras de Álvaro han sido hermosas. Y su regalo de bienvenida *-* jajajaja Leire cortó la diversión :(
    SIGUIENTE :)

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