Translate

sábado, 22 de marzo de 2014

Capitulo 4 ST






Entré en la cocina y busqué mis medicamentos. Me tomé algo para el dolor de cabeza y me quedé sentada en la mesa de la cocina. Apoyé los codos encima de la mesa y escondí mi cara entre mis manos.

-¿Estas bien? -Levanté la cara para verle-
-Si... solo me he levantado con dolor de cabeza. -Suspiré-
-¿Segura? ¿Quieres que llame a la enfermera?
-¡Te he dicho que estoy bien! -Alcé un poco el tono de voz-
-Vale, vale.
-Lo siento. -Pasé las manos por mi pelo- Es que, me he levantado con dolor de cabeza y con una sensación algo rara en el pecho.
-¿Y eso?
-He... he soñado con algo raro.
-¿Quieres contarme?

Le miré por un par de segundos. ¿Porqué no? Al fin y al cabo, él se ha echo responsable de mi y se preocupa por mi.

-Soñé... soñé que estaba en una habitación de un hotel, con un chico. Iba en ropa interior y ese chico me dijo que me pusiera ropa porque no quería que los demás me vieran sin -Arrugué las cejas- el chico me decía que era suya y que solo él me podía ver así. Después... no sé. Estaba peleando con él o eso parecía y para acabar la conversación yo le decía que le quería -Suspiré- y ahí me levanté.

Me fijé en su cara, en sus ojos. Tenía un pequeño brillo y una sonrisa. Se acercó a mi y me abrazó. Al principio me quedé rígida, no sabía que hacer y no sabía porqué me abrazaba, pero al poco tiempo le abracé y escondí mi cara en su cuello. Inspiré su colonia. Eso me tranquilizaba.

-Eso es una buena señal Míriam.
-¿A que te refieres?
-Eso... -Suspiró- A ver... Ese chico era yo Míriam.
-¿Que? -No entendía-
-Ese día, nosotros estábamos en Italia, habíamos quedado para comer con mi hermana y yo te dije eso. -Mordió su labio inferior-
-¿Quieres decir que....? -Me callé-
-Lo que has soñado, ha sido un pequeño recuerdo.

Llevé las manos a mi boca. Noté como las lágrimas resbalaban por mis mejillas. Sin pensar, me abalancé contra él y lo acerqué a mi. ¡Por fin había recordado algo! Aunque fuera una pequeña parte, había recordado.

*



Esa misma noche, volví a soñar con lo mismo. Las mismas palabras y aún no lograba ponerle cara al chico, aunque él me dijo que era él. Estaba feliz, por fin había conseguido recordar algo, por más mínimo detalle que fuera.

A la mañana siguiente, fue todo con la misma rutina. Darle el bibe a la niña, acostarla y mirar la televisión. Estaba agobiada, necesitaba salir, tomar el aire. Así que aproveché que Álvaro estaba echando la siesta y me preparé lo más rápido y silencioso que pude. Cogí el supuesto teléfono que era mío y mis llaves y salí de allí.

Empecé a caminar por las calles. No sabía donde me dirigía, pero necesitaba estar fuera de esa casa.

Me acerqué a una heladería, tenía antojo de un helado de leche merengada con canela, así que no dudé en ir. Pedí la tarrina y me senté en una mesa a comerlo con tranquilidad.

-¿Que haces aquí tan sola? -Preguntó un chico moreno con el pelo corto y un poco rizado-
-Perdón, ¿te conozco?
-¿Ya no te acuerdas de mi? Se que ha pasado mucho tiempo pero...
-Oh, lo siento... Yo... -Hice una mueca- Tuve un accidente hace un mes y... no recuerdo nada.
-¿Y eso? ¿Y estás bien?
-Si, como puedes ver, estoy bien. -Sonreí-
-¿Puedo sentarme? -Le miré-
-No tengo ningún problema -Sonreí- ¿Y tu eres...?
-Àlex, Àlex Monner. -Sonrió-
-Àlex -Murmuré- Lo siento, pero no se quien eres -Miré la tarrina de mi helado-
-Tranquila -Agarró mi mano y rozó mi anillo- ¿Te has casado? -Levanté los hombros-
-Se supone que si. -Hice una mueca-
-¿Con Álvaro?
-Álvaro... -Susurré- Es el chico de barba y ojos verdes? -Àlex asintió- Oh, entonces si, por lo que se sí.

El chico hizo una mueca. Me quedé mirándolo. La verdad, es que no estaba nada mal. Levantó su vista y me miró. ¿Porqué me sentía nerviosa? ¿Porqué me temblaban las manos? ¿Porqué me sudaban?

-Entonces... ¿Que haces aquí? -Preguntó él-
-Pues, he salido de casa para ir a dar una vuelta. Estaba muy agobiada de estar en casa todos los días -Suspiré-
-Me enteré de que tuviste una hija.
-Mmm, si -Sonreí- Es preciosa, aunque no recuerde nada -Rodé los ojos- A veces, esta situación me supera. -Apoyé mi espalda en el respaldo del sillón-
-¿Porqué?
-Pues, porque él no me deja hacer nada. Soy amnésica, pero no corta, puedo hacer cosas por mi misma, puedo salir de casa sin perderme, o eso creo. Pero es que si no me deja intentarlo nunca lo sabré. -Suspiré-
-Él haría cualquier cosa por ti Míriam. Entiendele. Yo haría lo mismo.
-Cambiemos de tema, dejemos de hablar de mi. Hablame de ti, o de nosotros. ¿De que nos conocemos?
-Íbamos al mismo colegio en Jaén, yo me mudé a Barcelona porqué me cogieron en un casting para hacer un papel en una serie y nos reencontramos en el centro comercial. -Sonrió- Te ayudé cuando Álvaro, por decirlo de alguna manera, pasó de ti.
-¿Pasó de mi? -El chico asintió- ¿A que te refieres?
-Tuviste un aborto y Álvaro y tu os gritabais cada vez que hablabais y te fuiste a Jaén. Allí nos reencontramos.

¿Porque sentí que en mi interior se había roto algo cuando dijo que Álvaro y yo nos llevábamos mal? ¿Porqué se rompió al decir que había perdido un bebé? Que horrible sensación.

-¿Míriam? -Me zarandeó-
-¿Que? ¿Eh? Perdón. -¿Cuando me puse a llorar? Sequé las lágrimas- Lo siento, últimamente estoy muy sensible..
-No debería haber dicho eso...
-Tranquilo -Sonreí como pude- Bueno, yo... debería irme ya, antes de que se me haga oscuro.
-Claro... ¿Podemos volver a vernos? -Dijo mientras se levantaba-
-Claro, supongo que tienes mi teléfono ¿No?
-Si no lo has cambiado, si.
-No, no lo he echo -Sonreí- Me encantaría volver a verte...
-Àlex.
-Si, eso, Àlex. Lo siento, pero es que no retengo los nombres.
-No pasa nada. -Acarició mi mejilla y sentí como una corriente invadía mi cuerpo- Te llamo.

Se acercó a mi y besó mi mejilla, cerca de mis labios.

Àlex se giró y se fue, dejándome allí plantada como una idiota. Me llevé la mano a mi mejilla, justo donde él me besó. ¿Porque sentí todo eso?

Empecé a caminar regreso a casa. Ni siquiera iba atenta por donde iba, mis pies caminaban solos. Cuando me quise dar cuenta, estaba ya delante de la puerta de casa. Solté un suspiro y abrí la puerta.

-¿Se puede saber donde coño estabas? -Gritó él- Te he estado llamando y no me lo cogías. ¿Que demonios te ocurre?! -Volvió a gritar-
-No me grites. -Elevé la voz- Solo he ido a dar una vuelta. ¿Que pretendes? ¿Que me quede encerrada en esta casa como una puta inválida? Porque te recuerdo que no lo estoy.
-¡No me alces la voz! -Volvió a gritar-
-¿O qué? ¿Me vas a gritar todos los putos días hasta que vuelva a cansarme y me largue? ¿Eh? -Grité-
-C-Como...
-Tengo contactos Álvaro. -Dije ya más calmada-
-Míriam -Se acercó a mi-
-No. -Di un paso atrás- No me toques, ni te atrevas. -Le miré- Iré a ver a la pequeña.

Sin decir nada más, subí las escaleras. Ganas de llorar no me faltaban, pero esta vez no dejé que salieran. Mientras subía las escaleras escuché un gran golpe. Supongo que él le habría dado a algo.

Entré a la habitación de la niña. Me recalqué en la cuna y acaricié su mejilla. La niña emitió un par de quejidos y abrió un poco los ojos. Sonreí al verla. Era preciosa.

Con cuidado la agarré y me senté en la tumbona.

-Creo que eres lo mejor que me ha pasado en mi vida. -Dije mientras la acariciaba- ¿Sabes? Esto será una pequeña anécdota cuando seas mayor. Siento no ser yo, siento no saber que debo hacer, siento haber estado separada de ti durante tanto tiempo. Espero que puedas perdonarme. -Besé su frente-

La niña se quedó dormida entre mis brazos. Me levanté con cuidado y me dirigí a la habitación de huéspedes. Dejé a la niña con cuidado y a un lado puse una almohada para que no se cayera al suelo, al otro lado, me estiré yo. Me quedé mirándola y haciéndole mimitos en su pequeña y rosada mejilla. Era adorable y me daban ganas de comérmela. Poco a poco, me quedé dormida.

-¡Todo esto ha sido tu culpa! -Gritó- ¡Si no te hubieras movido, si no hubieras cargado con tantas cosas, ahora no estaríamos aquí, tendríamos a nuestro bebé con nosotros, ha sido tu culpa!
-¡Ya vasta! -Grité- Estoy cansada de que me eches la culpa. ¿Como puedes culparme? Te crees que esto es fácil para mi? Porque no lo es. ¡Te necesito Álvaro, te necesito y tu lo único que haces es echarme la culpa por el aborto! ¿Pero de que coño vas? -Grité- Estoy harta. HARTA. Harta de ti, harta de tus exigencias, harta de que me eches la culpa, harta de que seas tan frío conmigo.
-¡Maldita la hora que te dejé embarazada! -Gritó y pateó la mesa, asustándome- ¿Como puedes ser tan irresponsable? ¿eh? Te dijeron que tuvieras cuidado, te dijeron que estuvieras en reposo. ¡Puta cabezota! -Gritó-
-¡Vete a la mierda! -Grité con todas mis fuerzas-
-¡Bien, me voy! Estoy cansado. Cansado de todo esto. Mañana me voy de gira.
-¿Y cuando pensabas decírmelo? ¿Eh? ¿A caso ya no cuento en esta relación? ¿A caso no tienes en cuenta como me siento o si te necesito? Eres un puto egoísta Álvaro.
-Dejame en paz ¿Quieres? Cuando vuelva de la gira no quiero verte aquí.
-¡Bien, porque aquí no estaré cuando regreses maldito bastardo! -Grité con todas mis fuerzas mientras le cerraba la puerta en las narices-


Perdoname, nunca quise decirte lo que te dije. Solo estaba enfadado. Siento no haberte dicho que me iba. No hace falta que te vayas de casa, al fin y al cabo, está en nombre de los dos.

Te quiero. Álvaro”

Arrugué la nota y la tiré a la basura. Maldito bastardo. No me encontará aquí cuando me vaya. Decidido.


Me levanté asustada, desorientada. La niña no se encontraba a mi lado y yo estaba completamente sudada a causa del sueño. ¿Se supone que fue una de nuestras peleas? Dios, fue horrible.

Me levanté de la cama y fui a la habitación de la niña, pero allí no estaba. Bajé rápido al comedor y escuché unas voces venir del comedor.

-Entonces... ¿Mi hija no recuerda nada?
-No, absolutamente nada.
-¿Que pasó Álvaro? -Preguntó una voz-
-Verás, cuando le dieron el alta, nos fuimos a comer, después de comer decidimos irnos a casa. Y todo pasó muy rápido -Su voz se quebró- un camión chocó contra nuestro coche, por el lado donde iba Míriam. Leire salió ilesa, y yo con un par de rasguños, pero Míriam fue quien salió más mal, llevó un golpe en la cabeza muy fuerte... -Se calló-
-Hay dios, mi niña. -Susurró una mujer-

Tomé el coraje que debía de tener y bajé al salón. Más que coraje fue curiosidad. Curiosidad por saber quien eran los que estaban allí, curiosidad por saber que eran míos.

Entré en el salón y los cinco se callaron de golpe. Una mujer morena, idéntica a mi se levantó y me estrujó entre sus brazos. Sentí algo raro en mi interior y las ganas de llorar volvieron a mi.

-Oh hija, no sabes el susto que nos has dado. -Sollozó-
-Perdona pero...
-Soy Marian. -Llevó las manos a mis mejillas y las acarició con suavidad- Tu madre.



Me quedé helada. ¿Ella era mi madre? Pero si aparentaba mucho menos, parecía que apenas acababa de cumplir los cuarenta. Desvié la mirada y me fijé en los tres que estaban sentados en el sofá. Un chico moreno, también de la edad de mi... ¿madre? Y dos personas mayores. ¿Quien serían?





@smileerauryn.



.

1 comentario:

  1. Sé que no es fecha para comentar, que ha pasado mucho tiempo. Lo siento muchísimo :'(
    Me alegro que vaya recordando cosas, pero parece que le va pasando factura. Es mucho para ella. Y ahora parece que le va a empezar a gustar Àlex...
    Creo que lo más fuerte para ella es ver a su madre y al resto de su familia. A ver como se lo toma.
    SIGUIENTE :)

    ResponderEliminar