Entré en la
cocina y busqué mis medicamentos. Me tomé algo para el dolor de
cabeza y me quedé sentada en la mesa de la cocina. Apoyé los codos
encima de la mesa y escondí mi cara entre mis manos.
-¿Estas
bien? -Levanté la cara para verle-
-Si... solo
me he levantado con dolor de cabeza. -Suspiré-
-¿Segura?
¿Quieres que llame a la enfermera?
-¡Te he
dicho que estoy bien! -Alcé un poco el tono de voz-
-Vale, vale.
-Lo siento.
-Pasé las manos por mi pelo- Es que, me he levantado con dolor de
cabeza y con una sensación algo rara en el pecho.
-¿Y eso?
-He... he
soñado con algo raro.
-¿Quieres
contarme?
Le miré por
un par de segundos. ¿Porqué no? Al fin y al cabo, él se ha echo
responsable de mi y se preocupa por mi.
-Soñé...
soñé que estaba en una habitación de un hotel, con un chico. Iba
en ropa interior y ese chico me dijo que me pusiera ropa porque no
quería que los demás me vieran sin -Arrugué las cejas- el chico me
decía que era suya y que solo él me podía ver así. Después... no
sé. Estaba peleando con él o eso parecía y para acabar la
conversación yo le decía que le quería -Suspiré- y ahí me
levanté.
Me fijé en
su cara, en sus ojos. Tenía un pequeño brillo y una sonrisa. Se
acercó a mi y me abrazó. Al principio me quedé rígida, no sabía
que hacer y no sabía porqué me abrazaba, pero al poco tiempo le
abracé y escondí mi cara en su cuello. Inspiré su colonia. Eso me
tranquilizaba.
-Eso es una
buena señal Míriam.
-¿A que te
refieres?
-Eso...
-Suspiró- A ver... Ese chico era yo Míriam.
-¿Que? -No
entendía-
-Ese día,
nosotros estábamos en Italia, habíamos quedado para comer con mi
hermana y yo te dije eso. -Mordió su labio inferior-
-¿Quieres
decir que....? -Me callé-
-Lo que has
soñado, ha sido un pequeño recuerdo.
Llevé las
manos a mi boca. Noté como las lágrimas resbalaban por mis
mejillas. Sin pensar, me abalancé contra él y lo acerqué a mi.
¡Por fin había recordado algo! Aunque fuera una pequeña parte,
había recordado.
*
Esa
misma noche, volví a soñar con lo mismo. Las mismas palabras y aún
no lograba ponerle cara al chico, aunque él me dijo que era él.
Estaba feliz, por fin había conseguido recordar algo, por más
mínimo detalle que fuera.
A
la mañana siguiente, fue todo con la misma rutina. Darle el bibe a
la niña, acostarla y mirar la televisión. Estaba agobiada,
necesitaba salir, tomar el aire. Así que aproveché que Álvaro
estaba echando la siesta y me preparé lo más rápido y silencioso
que pude. Cogí el supuesto teléfono que era mío y mis llaves y
salí de allí.
Empecé
a caminar por las calles. No sabía donde me dirigía, pero
necesitaba estar fuera de esa casa.
Me
acerqué a una heladería, tenía antojo de un helado de leche
merengada con canela, así que no dudé en ir. Pedí la tarrina y me
senté en una mesa a comerlo con tranquilidad.
-¿Que
haces aquí tan sola? -Preguntó un chico moreno con el pelo corto y
un poco rizado-
-Perdón,
¿te conozco?
-¿Ya
no te acuerdas de mi? Se que ha pasado mucho tiempo pero...
-Oh,
lo siento... Yo... -Hice una mueca- Tuve un accidente hace un mes
y... no recuerdo nada.
-¿Y
eso? ¿Y estás bien?
-Si,
como puedes ver, estoy bien. -Sonreí-
-¿Puedo
sentarme? -Le miré-
-No
tengo ningún problema -Sonreí- ¿Y tu eres...?
-Àlex,
Àlex Monner. -Sonrió-
-Àlex
-Murmuré- Lo siento, pero no se quien eres -Miré la tarrina de mi
helado-
-Tranquila
-Agarró mi mano y rozó mi anillo- ¿Te has casado? -Levanté los
hombros-
-Se
supone que si. -Hice una mueca-
-¿Con
Álvaro?
-Álvaro...
-Susurré- Es el chico de barba y ojos verdes? -Àlex asintió- Oh,
entonces si, por lo que se sí.
El
chico hizo una mueca. Me quedé mirándolo. La verdad, es que no
estaba nada mal. Levantó su vista y me miró. ¿Porqué me sentía
nerviosa? ¿Porqué me temblaban las manos? ¿Porqué me sudaban?
-Entonces...
¿Que haces aquí? -Preguntó él-
-Pues,
he salido de casa para ir a dar una vuelta. Estaba muy agobiada de
estar en casa todos los días -Suspiré-
-Me
enteré de que tuviste una hija.
-Mmm,
si -Sonreí- Es preciosa, aunque no recuerde nada -Rodé los ojos- A
veces, esta situación me supera. -Apoyé mi espalda en el respaldo
del sillón-
-¿Porqué?
-Pues,
porque él no me deja hacer nada. Soy amnésica, pero no corta, puedo
hacer cosas por mi misma, puedo salir de casa sin perderme, o eso
creo. Pero es que si no me deja intentarlo nunca lo sabré. -Suspiré-
-Él
haría cualquier cosa por ti Míriam. Entiendele. Yo haría lo mismo.
-Cambiemos
de tema, dejemos de hablar de mi. Hablame de ti, o de nosotros. ¿De
que nos conocemos?
-Íbamos
al mismo colegio en Jaén, yo me mudé a Barcelona porqué me
cogieron en un casting para hacer un papel en una serie y nos
reencontramos en el centro comercial. -Sonrió- Te ayudé cuando
Álvaro, por decirlo de alguna manera, pasó de ti.
-¿Pasó
de mi? -El chico asintió- ¿A que te refieres?
-Tuviste
un aborto y Álvaro y tu os gritabais cada vez que hablabais y te
fuiste a Jaén. Allí nos reencontramos.
¿Porque
sentí que en mi interior se había roto algo cuando dijo que Álvaro
y yo nos llevábamos mal? ¿Porqué se rompió al decir que había
perdido un bebé? Que horrible sensación.
-¿Míriam?
-Me zarandeó-
-¿Que?
¿Eh? Perdón. -¿Cuando me puse a llorar? Sequé las lágrimas- Lo
siento, últimamente estoy muy sensible..
-No
debería haber dicho eso...
-Tranquilo
-Sonreí como pude- Bueno, yo... debería irme ya, antes de que se me
haga oscuro.
-Claro...
¿Podemos volver a vernos? -Dijo mientras se levantaba-
-Claro,
supongo que tienes mi teléfono ¿No?
-Si
no lo has cambiado, si.
-No,
no lo he echo -Sonreí- Me encantaría volver a verte...
-Àlex.
-Si,
eso, Àlex. Lo siento, pero es que no retengo los nombres.
-No
pasa nada. -Acarició mi mejilla y sentí como una corriente invadía
mi cuerpo- Te llamo.
Se
acercó a mi y besó mi mejilla, cerca de mis labios.
Àlex
se giró y se fue, dejándome allí plantada como una idiota. Me
llevé la mano a mi mejilla, justo donde él me besó. ¿Porque sentí
todo eso?
Empecé
a caminar regreso a casa. Ni siquiera iba atenta por donde iba, mis
pies caminaban solos. Cuando me quise dar cuenta, estaba ya delante
de la puerta de casa. Solté un suspiro y abrí la puerta.
-¿Se
puede saber donde coño estabas? -Gritó él- Te he estado llamando y
no me lo cogías. ¿Que demonios te ocurre?! -Volvió a gritar-
-No
me grites. -Elevé la voz- Solo he ido a dar una vuelta. ¿Que
pretendes? ¿Que me quede encerrada en esta casa como una puta
inválida? Porque te recuerdo que no lo estoy.
-¡No
me alces la voz! -Volvió a gritar-
-¿O
qué? ¿Me vas a gritar todos los putos días hasta que vuelva a
cansarme y me largue? ¿Eh? -Grité-
-C-Como...
-Tengo
contactos Álvaro. -Dije ya más calmada-
-Míriam
-Se acercó a mi-
-No.
-Di un paso atrás- No me toques, ni te atrevas. -Le miré- Iré a
ver a la pequeña.
Sin
decir nada más, subí las escaleras. Ganas de llorar no me faltaban,
pero esta vez no dejé que salieran. Mientras subía las escaleras
escuché un gran golpe. Supongo que él le habría dado a algo.
Entré
a la habitación de la niña. Me recalqué en la cuna y acaricié su
mejilla. La niña emitió un par de quejidos y abrió un poco los
ojos. Sonreí al verla. Era preciosa.
Con
cuidado la agarré y me senté en la tumbona.
-Creo
que eres lo mejor que me ha pasado en mi vida. -Dije mientras la
acariciaba- ¿Sabes? Esto será una pequeña anécdota cuando seas
mayor. Siento no ser yo, siento no saber que debo hacer, siento haber
estado separada de ti durante tanto tiempo. Espero que puedas
perdonarme. -Besé su frente-
La
niña se quedó dormida entre mis brazos. Me levanté con cuidado y
me dirigí a la habitación de huéspedes. Dejé a la niña con
cuidado y a un lado puse una almohada para que no se cayera al suelo,
al otro lado, me estiré yo. Me quedé mirándola y haciéndole
mimitos en su pequeña y rosada mejilla. Era adorable y me daban
ganas de comérmela. Poco a poco, me quedé dormida.
-¡Todo
esto ha sido tu culpa! -Gritó- ¡Si no te hubieras movido, si no
hubieras cargado con tantas cosas, ahora no estaríamos aquí,
tendríamos a nuestro bebé con nosotros, ha sido tu culpa!
-¡Ya
vasta! -Grité- Estoy cansada de que me eches la culpa. ¿Como puedes
culparme? Te crees que esto es fácil para mi? Porque no lo es. ¡Te
necesito Álvaro, te necesito y tu lo único que haces es echarme la
culpa por el aborto! ¿Pero de que coño vas? -Grité- Estoy harta.
HARTA. Harta de ti, harta de tus exigencias, harta de que me eches la
culpa, harta de que seas tan frío conmigo.
-¡Maldita
la hora que te dejé embarazada! -Gritó y pateó la mesa,
asustándome- ¿Como puedes ser tan irresponsable? ¿eh? Te dijeron
que tuvieras cuidado, te dijeron que estuvieras en reposo. ¡Puta
cabezota! -Gritó-
-¡Vete a
la mierda! -Grité con todas mis fuerzas-
-¡Bien,
me voy! Estoy cansado. Cansado de todo esto. Mañana me voy de gira.
-¿Y
cuando pensabas decírmelo? ¿Eh? ¿A caso ya no cuento en esta
relación? ¿A caso no tienes en cuenta como me siento o si te
necesito? Eres un puto egoísta Álvaro.
-Dejame
en paz ¿Quieres? Cuando vuelva de la gira no quiero verte aquí.
-¡Bien,
porque aquí no estaré cuando regreses maldito bastardo! -Grité con
todas mis fuerzas mientras le cerraba la puerta en las narices-
–
“Perdoname,
nunca quise decirte lo que te dije. Solo estaba enfadado. Siento no
haberte dicho que me iba. No hace falta que te vayas de casa, al fin
y al cabo, está en nombre de los dos.
Te
quiero. Álvaro”
Arrugué
la nota y la tiré a la basura. Maldito bastardo. No me encontará
aquí cuando me vaya. Decidido.
–
Me
levanté asustada, desorientada. La niña no se encontraba a mi lado
y yo estaba completamente sudada a causa del sueño. ¿Se supone que
fue una de nuestras peleas? Dios, fue horrible.
Me
levanté de la cama y fui a la habitación de la niña, pero allí no
estaba. Bajé rápido al comedor y escuché unas voces venir del
comedor.
-Entonces...
¿Mi hija no recuerda nada?
-No,
absolutamente nada.
-¿Que
pasó Álvaro? -Preguntó una voz-
-Verás,
cuando le dieron el alta, nos fuimos a comer, después de comer
decidimos irnos a casa. Y todo pasó muy rápido -Su voz se quebró-
un camión chocó contra nuestro coche, por el lado donde iba Míriam.
Leire salió ilesa, y yo con un par de rasguños, pero Míriam fue
quien salió más mal, llevó un golpe en la cabeza muy fuerte... -Se
calló-
-Hay
dios, mi niña. -Susurró una mujer-
Tomé
el coraje que debía de tener y bajé al salón. Más que coraje fue
curiosidad. Curiosidad por saber quien eran los que estaban allí,
curiosidad por saber que eran míos.
Entré
en el salón y los cinco se callaron de golpe. Una mujer morena,
idéntica a mi se levantó y me estrujó entre sus brazos. Sentí
algo raro en mi interior y las ganas de llorar volvieron a mi.
-Oh
hija, no sabes el susto que nos has dado. -Sollozó-
-Perdona
pero...
-Soy
Marian. -Llevó las manos a mis mejillas y las acarició con
suavidad- Tu madre.
Me
quedé helada. ¿Ella era mi madre? Pero si aparentaba mucho menos,
parecía que apenas acababa de cumplir los cuarenta. Desvié la
mirada y me fijé en los tres que estaban sentados en el sofá. Un
chico moreno, también de la edad de mi... ¿madre? Y dos personas
mayores. ¿Quien serían?
@smileerauryn.
.
.
Sé que no es fecha para comentar, que ha pasado mucho tiempo. Lo siento muchísimo :'(
ResponderEliminarMe alegro que vaya recordando cosas, pero parece que le va pasando factura. Es mucho para ella. Y ahora parece que le va a empezar a gustar Àlex...
Creo que lo más fuerte para ella es ver a su madre y al resto de su familia. A ver como se lo toma.
SIGUIENTE :)