Cuando
había dilatado ya los diez centímetros, me llevaron al paritorio.
Incorporaron un poco la camilla y pusieron mis piernas a cada
extremos de la cama levantándolas. Las enfermeras o las matronas o
lo que fueran, entraron todas enseguida, seguidas de Álvaro, que se
había puesto como un pijama azul con la mascarilla. Se puso a mi
lado y me dio la mano mientras que con la otra se dedicaba a
apartarme los pelos de la cara. La ginecóloga entró y se puso entre
mis piernas. Que mal suena, por dios. Miró todo lo que tenía que
mirar y me sonrió.
-Esto
casi ya está. En breves te tocará empujar. ¿Quieres que te
pongamos la epidural? -Asentí- Está bien.
Sacaron
una aguja demasiado larga para mi gusto, me incorporaron y miré a
Álvaro un tanto asustada. Agarré su mano. Tenía pánico a las
agujas. Noté como me pinchaban y apreté más su mano. Dios, me iban
a matar. Me volvieron a recostar y la ginecóloga volvió a ponerse
entre mis piernas.
-Te
voy a tener que decir que empujes. Parece que el bebé quiere salir
ya...
Miré
a Álvaro con miedo y él asintió. Empecé a apretar. Dios mío del
amor hermoso. ¡Que dolor! Apreté con todas mis fuerzas la mano de
Álvaro y este, pobre, apartaba el pelo de mi frente y dejaba
pequeños besos en ella. No se cuanto estuve apretando, parecían
horas y no podía evitar dejar de gritar.
-Juro
por mi vida que la próxima vez que quieras tener un hijo, te corto
lo de allí abajo. -Grité desesperada-
-Tranquila
amor... -Besó mi frente-
-Empuja
un poco más, la cabeza ya está saliendo.
-No
puedo... No puedo... -Sollocé- Duele mucho. -Solté un grito-
-Venga,
queda poco. -Alentó la médica- 1... 2... 3....
Empujé
con toda mi fuerza, pero no había manera, la niña no quería salir.
Estaba desesperada, dolía demasiado. ¿Porque no pude recurrir
directamente a la cesárea? Maldigo mi vida y maldigo al órgano
reproductor de Álvaro. Empujé, empujé y volví a empujar.
-Dios
no puedo más. -Abrí los ojos y veía todo borroso. Parpadeé un
montón de veces y seguía viéndolo igual-
La
ginecóloga insistía en que debía empujar, por el bien de las dos.
Sentí las manos de Álvaro en mis dos mejillas y juntó nuestros
labios.
-Ya
has oído. Tu puedes, eres fuerte Míriam. Empuja. Cuanto antes esté
afuera, antes dejarás de sufrir.
Volví
a asentir. Me sentía desorientada y mareada. Seguía las
instrucciones de la ginecóloga. Empujé con toda mi fuerza un par de
veces, hasta que sentí un alivio y un llanto. Álvaro besó mis
labios. Las enfermeras arroparon a la niña y me la pusieron en los
brazos. Es preciosa.
-Es
preciosa -Murmuró Álvaro-
-Lo
es. -Sonreí-
Álvaro
agarró a la niña, las enfermeras me atendieron, me estuvieron
revisando hasta que de un momento a otro perdí la consciencia. Solo
recuerdo un par de gritos, ruido por todos lados y como le dijeron a
Álvaro que saliera del paritorio.
Cuando
me desperté, me sentía débil, me dolía todo. Tenía el cable del
suero conectado a una vía en mi mano. Unos cables que conectaban a
otros aparatos. Me sentía desorientada, no sabía donde me
encontraba. Parpadeé un par de veces, hasta reconocer que estaba en
una habitación blanca que olía a hospital. Giré mi cabeza al
escuchar un siseo. Álvaro estaba sentado en el sofá, con la pequeña
Leire en brazos, acunándola para que se durmiera.
-Tienes
que dormir princesa, tienes que dejar descansar a mami. -La acunó-
No se encuentra muy bien ¿sabes? Así que tienes que estar
tranquilita y dormida, así mami no se despierta.
Álvaro
empezó a cantarle una nana, y la pequeña empezó a cerrar sus ojos.
Esa escena era demasiado tierna, cuanto daría por poder estar
consciente del todo y que notara que estaba despierta. Se levantó y
dejó a la niña en la cuna. Agarró mi mano y la besó. “Despiértate
pronto princesa. No me asustes más de lo que ya estoy” susurró
mientras apretaba mi mano. Solté un suspiro y lentamente abrí los
ojos.
-Estoy
aquí. -Susurré-
-¿Míriam?
-Me miró y giré un poco la cara-
-Aquí
estoy... -Apreté su mano- Estoy bien.
-Dios
santo. -Se tiró encima mío- pensé que te perdía. ¿Como puedes
hacerme una cosa así? Me has tenido acojonado.
-Lo
siento... -Volví a susurrar-
-Tranquila,
está bien... estás aquí. -Sonrió y acarició mi pelo-
-¿Que
me ha pasado?
-Después
de dar a luz, te desmayaste. -Frunció el ceño- Me diste un susto de
muerte ¿sabes?
-No
era mi intención. Lo siento.
-Basta
de pedir perdón. Estás aquí y esto es lo que importa. -Juntó
nuestras frentes y sonrió-
-Te
quiero. -Nos besamos-
Al
poco tiempo, la niña empezó a llorar. Álvaro bufó y la cogió en
brazos, estuvo meciéndola durante un buen rato, pero no se calmaba.
Le dije que me la tendiera y así lo hizo, la dejó con cuidado entre
mis brazos y parece que se calmó un poco, aunque aún seguía con el
llanto. Una bombilla se me encendió. Me aparté el camisón con
cuidado y le di el pecho. Ella se aferró con ansias y empezó a
chupar de él. Álvaro miraba y entrecerró los ojos.
-Que
viciosa. Eso solo puedo hacerlo yo. -Se cruzó de brazos y solté una
pequeña carcajada-
-Te
tendrás que acostumbrar, estos ya no son tuyos. -Le guiñé el ojo y
acaricié la mejilla de Leire- Tiene tu nariz. -Pasé el dedo por la
nariz de Leire-
-¿No
suele ser al revés? -Le miré confundida- Digo, normalmente se
parece más al padre, aunque siempre dicen que la nariz y la boca es
de la madre... ya sabes -Rodó los ojos-
-No
tiene porqué ser así -Solté una carcajada e hice una mueca. Leire
me había mordido- Eso no se muerde, mala.
-¿Dolió?
-Preguntó mientras se sentaba a mi lado-
-No
tienes ni idea... -Bufé-
Nos
quedamos embobados mirando como la niña comía. Tenerla entre mis
brazos, era lo que más estaba deseando de estos nueve meses. Por fin
la tenía entre mis brazos. Sin duda, era hija de Álvaro. Tenía su
misma nariz, hasta me pareció verle los ojos verdes, pero, aún es
demasiado temprano para darlo por echo.
La
niña, después de comer se quedó dormida. Álvaro la dejó en la
cuna y volvió a sentarse a mi lado, en la cama. Rodeé su cintura
con mis brazos y apoyé mi cabeza en su estómago.
-¿Se
puede ser más feliz? -Pregunté mientras metía una mano por dentro
de su camiseta- Tengo a mi familia, tengo a mis amigos, tengo a la
pequeña... te tengo a ti. Somos felices. ¿A caso se puede pedir
más? -Le miré-
-No
lo se, pero lo único que quiero conservar son todos estos momentos
en los que estamos así. -Me acarició el brazo- Eres mi vida Míriam.
Mi razón de ser, mi media naranja. -Besó mi pelo- Me alegro de
haberme chocado contigo en ese aeropuerto, me alegro de que no
gritases como una fan loca, me alegro de haber coincidido en el
hotel... Gracias a eso estás aquí.
-Fue
una locura que llamases a mi padre para pedirle permiso para irme a
vivir a Madrid. -Recordé- ¿Que se te pasó por la cabeza en esos
momentos?
-No
quería separarme de ti. Empezabas a gustarme y sabía que si lograba
convencer a tu padre, algo bonito surgiría entre nosotros.
-Me
alegro de que siguieras esa intuición, porque si no fuera por ti,
ahora no estaríamos aquí, juntos, y con una hermosa hija. -Acaricié
su pecho-
-¿Que
piensas que hubiera sido de nosotros si tu padre hubiera dicho que
no?
-No
lo se -Alcé los hombros- Quizás yo ahora mismo estuviera de nuevo
con Andrés, o con algún otro haciendo vete tu a saber que tontería
y no estaría en estos momentos aquí contigo. -Besé su pecho por
encima de la camiseta- Te quiero Álvaro. Te quiero tanto que me da
miedo a perderte. -Me aferré a él- Tanto que siento que por
cualquier estupidez todo esto se irá al garete.
-Shhhh,
tranquila. -Me acunó- No pienso dejar que esto se vaya a la mierda
por una tontería Míriam. Hemos estado separados mucho tiempo y todo
ese tiempo para mi, fueron años. No puedo vivir sin ti, sin tu risa,
sin tus besos de buena mañana, sin oler tu perfume, sin tu cuerpo...
Simplemente no puedo. Eres como una droga para mi. Una droga
demasiado adictiva. Eres mi mujer, juré protegerte y estar en las
buenas y en las malas, y eso es lo que pienso hacer. Estaré contigo
para lo bueno y para lo malo. No pienso volver a dejarte. Lo hice una
vez, dos. Y nunca más.
-Tengo
miedo de que haya una tercera vez y sea la definitiva -Susurré-
-No
la habrá. Y si la hay, pienso hacer todo lo que esté a mi alcance
para volver a recuperarte. No estoy dispuesto a volver a perderte, y
mucho menos ahora. Envejeceremos juntos, veremos como nos arrugamos y
juntos, sabremos cuidar a Leire. La veremos crecer, dar sus primeros
pasos, sus primeros dientes, sus primeras palabras... No nos
perderemos nada de ella y veremos como crece. Al igual que sus
futuros hermanos. -Me separé de él-
-¿Quieres
tener mas hijos?
-Claro.
Tres concretamente.
-Entonces...
Los parirás tu ¿verdad? Porque yo no pienso pasar por ese dolor,
otra vez...
-Si
pudiera hacerlo... -susurró y se echó a reír- Creo que aún sigues
drogada.
-No
sigo drogada Álvaro. Lo digo de verdad. -Le miré sería-
-Si,
si, lo que digas amor. -Besó mi cabello- Será mejor que descanses
un poco antes de que entren los chicos y se monte el alboroto. ¿Si?
-Si...
Será lo mejor -Bostecé-
Cerré
poco a poco los ojos. Me quedé dormida encima del pecho de Álvaro.
Creo que, ambos nos quedamos dormidos, abrazados.
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- El segundo capítulo de "Mi bella traición" ya ha sido subido. Espero que os guste! :) http://areyouwannamakemyday.blogspot.com.es/2014/01/capitulo-2.html
Hola amor!!! Me encanta son un amor, son tan monos, tan asfghjklñ
ResponderEliminarTengo ganas de leer mas a si que espero que actualices pronto.
Besos, María.
PD: Siento que sea tan corto pero es que estoy estudiando que mañana tengo examen
Yo también espero actualizar pronto, pero, mi inspiración está fuera.
ResponderEliminarGracias por leerla.
Besitoooooos :*
La forma en la que has descrito el parto ha sido muy original, muy descriptivo y muy realista. Me encanta.
ResponderEliminarEspero que sigas con el siguiente capítulo pronto y que lo publiques cuanto antes porque tu novela se va superando por cada capítulo que escribes. De verdad, esta geNiall.
SIGUIENTE :)
Me alegro de que te guste. Gracias por leerla!
EliminarEspero subirla pronto
Besitos!